VALENTINA FERRAGNI. Hablamos con la it girl de su éxito.
Crecer a la sombra de la todopoderosa Chiara Ferragni no es fácil, pero su hermana pequeña ha sabido diferenciarse y brillar con luz propia. Descubre los secretos de esta ‘it girl’.
Quería ser arquitecta (estudió Diseño Interior), pero acabó licenciándose en Comunicación y Publicidad. Probablemente, que el éxito de su hermana Chiara como bloguera fuese analizado por la Universidad de Harvard tuvo bastante que ver. Valentina Ferragni (Bolzano, 1992) empezó acompañándola en sus viajes y ha acabado lanzando su propia línea de bikinis, una colección de vestidos para Auguste y unos labiales para Douglas, además de colaborar con frmas como Tommy Hilfger, Alberta Ferretti y Del Pozo. Ante semejante trayectoria, en los últimos COSMO Awards decidimos otorgarle el Premio It Girl. «Estoy muy feliz –nos confesa durante la entrevista– porque este ha sido el primer reconocimiento a mi trabajo y a lo que realmente soy, al margen de mi hermana».
Supongo que estarás harta de que te comparen con Chiara…
La gente nos ve rivales, pero no es así. Nos parecemos físicamente y tenemos los mismos valores; sin embargo, somos totalmente diferentes y cada una toma sus propias decisiones. Aunque no voy a negar que es mi fuente de inspiración y me gustaría mucho llegar a ser como ella. Para mí es la mejor.
¿Te ha benefciado ser su hermana?
Al principio me costó encontrar mi hueco, porque ella es muy importante en el mundo de la moda. Pero tenerla a mi lado ha sido positivo. Siempre me ha apoyado, incluso cuando me han criticado o me han acusado de copiarla, me ha dicho: «Vale, lo estás haciendo genial, ¿por qué te preocupas de lo que piensen?». A veces resulta complicado… Normal, es Chiara; pero yo soy Valentina (afrma contundente).
¿Qué es lo que te ha enseñado?
Gracias a ella he aprendido a confar en mí misma, en mi cuerpo y en lo que pienso. Es supersegura y muy valiente, y yo espero serlo tanto como ella (ríe).
Luca Vezil, tu novio, decía en su Instagram que tú eres una mujer muy fuerte, además de reservada y divertida.
(Mientras escucha la pregunta, esboza
una sonrisa). No soy tímida, aunque a veces, por cuestiones de trabajo, tengo que hablar en público y me da un poco de vergüenza (se ríe). Pero en mi vida cotidiana no tengo problemas en presentarme ante personas que no conozco. Es más, si son fans míos y veo que están cortados, trato de ser cercana y de que se sientan a gusto.
De momento, no lo estás haciendo mal… cuando ponemos en Google tu nombre salen más de dos millones de resultados. ¿Te consideras una infuencer?
No lo sé. Yo no deseo infuir en nadie.
Pero tú eres consciente de que lo haces…
Claro, pero sólo pretendo que los demás saquen también lo mejor de sí mismos. No quiero que imiten mi look, sino que estén satisfechos con cómo son.
Precisamente hiciste tu tesis sobre la repercusión de los social bloggers, ¿no?
Sí, analicé el modo en el que los blogs han cambiado la forma de consumir. Tú ves una bloguera con una blazer y te apetece comprarla, y antes esto sólo era posible a través de la tele o las revistas. Es un nuevo tipo de comunicación.
¿En qué momento te diste cuenta de que querías que este fuese tu trabajo?
Cuando estaba en la universidad colgaba fotos de mis viajes, de los fashion
shows a los que me invitaban… Eso sí, anteponía mis estudios porque pensaba: «Ya tendré tiempo de hacer esto y encontrar mi camino». Cuando acabé, vi que era lo que realmente me gustaba.
Ahora tienes casi dos millones y medio de seguidores. ¿Cómo lo has logrado?
Creo que gusto porque me muestro tal como soy, natural y sencilla, y me ven como a una amiga. No me interesa parecer ni más guapa, ni más sexy. Cuando me conocen, me dicen: «Sabía que tú eras así de simpática, que no era una pose», y eso es todo un halago.
«No quiero parecer más guapa o `sexy' porque no soy una `top
Me da igual lo que los demáspiensen de mí. No voy a cambiar
Tus haters te han acusado de estar gorda. ¿Cómo te tomas esas críticas?
Estoy contenta con mi aspecto y no voy a cambiar por nadie. Por supuesto que mi meta es mejorar cada día, pero no voy a perder el tiempo preocupándome por lo que gente a la que no conozco dice de mí. Si les gusto así, bien, y si no, también.
No lo entiendo, si estás estupenda…
Es el modo más fácil de meterse conmigo: atacarme por mi cuerpo. Trato de estar en forma, pero no vivo obsesionada con la dieta: si tengo que elegir entre una ensalada y una pasta, me tomo la pasta… ¡o una buena paella!
(se ríe). Ahora estoy más rellenita que hace unos años, quizás porque soy feliz o porque tuve que tomar cortisona y comía mucho. Me ha costado tiempo comprender que ya no iba a ser tan delgada, pero para mí este es mi cuerpo perfecto. No soy una top model.
¿Quiénes son más crueles en este sentido, los hombres o las mujeres?
Las mujeres. Parece que hemos nacido con ese sentimiento de envidiar a las demás cuando pensamos que hacen las cosas mejor. Se propicia mucho el enfrentamiento entre nosotras.
Cuando eres un personaje público, ya sabes que todos van a opinar sobre ti.
Sí, sí, claro. Yo asumo que expongo mi vida y que voy a recibir todo tipo de comentarios. Algunos de ellos son constructivos. Por ejemplo, me dicen: «Estás más guapa con un maquillaje neutro» o «has ganado algunos kilos, ¿te encuentras bien?». Pero si el mensaje que me llega es: «Eres muy fea, te odio», ¿qué puedo hacer para gustarte? Nada. Recuerdo que una vez una maquilladora amiga mía colgó un vídeo conmigo y una chica se lo recriminó: «¿Por qué has hecho eso? Valentina no es un buen ejemplo, nadie debería ser como ella». Me quedé en shock, porque siempre intento transmitir una imagen positiva: no fumo, no bebo, hago mi trabajo lo mejor posible… Hablé con ella y al fnal me sentí satisfecha porque me entendió. En realidad, lo único que pido es que me respeten, como yo respeto a los demás.
Tal vez hay personas que tienen una idea equivocada sobre tu trabajo…
Efectivamente, te tachan de superfcial porque piensan que esto consiste en colgar dos fotos y ya está, y como en Instagram todo parece maravilloso… Y en mi caso muchas veces lo es: tengo la suerte de viajar y colaborar con diferentes marcas. Pero es una profesión muy absorbente y exige pasar muchas horas separada de los tuyos, trabajar fnes de semana o estar fuera de casa cuando estás agotada. No es que quiera una vida normal, pero sí al menos una semana (se ríe). Aunque a veces sucede.
¿Y a qué te dedicas entonces?
Estoy con mi novio, Luca, y con nuestro perro, que se llama Pablo, un nombre muy español (se ríe). También aprovecho para ir al gimnasio, donde hago pilates, sigo una tabla de ejercicios con mi entrenador personal y practico pool
dance. Se me da fatal bailar, así que igual esto me ayuda a mejorar y dentro de poco me veis colgada de una barra
(risas). También quedo con mis amigos y, por supuesto, voy a ver a mi familia.
Como buena italiana, ellos para ti son lo primero, ¿verdad?
Sí, son muy importantes, les quiero mucho y no podría vivir sin ellos. Hace tiempo todos lo pasamos bastante mal porque mis padres se separaron. Al cabo de unos años, cuando ya éramos más mayores, intentamos recuperar esa unión, ¡y lo conseguimos! No es que volvieran a ser pareja, pero decidieron aparcar sus discusiones por nosotros y estar juntos en determinados momentos. A veces me gustaría vivir en otro sitio, pero no más de dos meses, porque no podría estar sin verlos, especialmente a mis dos hermanas, ya que estamos muy unidas.
He leído que cuando se casaron Chiara y Fedez diste un discurso tan bonito que acabaron saltándoseles las lágrimas a los dos. ¿Te gusta escribir?
(Se emociona y se ríe). De niña, uno de mis sueños era ser escritora, pero no soy tan buena como mi madre, que se dedica a ello. A mí me encanta, pero lo hago sólo en mi vida privada: para Luca, mis amigos o mis padres. En esa ocasión volqué mis sentimientos –que quería que mi hermana fuera muy feliz con Fedez– en aquellas palabras. Y al fnal, todo el mundo acabó llorando, así que debí de hacerlo bastante bien...
Entre otras cosas, les dabas la receta del amor verdadero. ¡Confesa!
No creo que haya una fórmula mágica, más bien se trata de encontrar a una persona que te entienda, te ame tal como eres y te quiera ver feliz al cien por cien. Una vez que eso sucede, es fundamental respetarse y dejar a tu pareja que viva sus sueños. Por ejemplo, a mí me gustaría estar con Luca todo el rato, pero entiendo que él tiene que hacer otras cosas y yo nunca se lo impido. Por eso, tratamos de ser muy comprensivos con el trabajo de cada uno.