Cosmopolitan España

NO DEJES QUE TU PAREJA TE MANIPULE. Todas las claves para combatir el maltrato psicológic­o.

SI TU PAREJA TE CRITICA Y HACE QUE TE SIENTAS CULPABLE CONTINUAME­NTE, ALERTA: PUEDES ESTAR SUFRIENDO VIOLENCIA PSICOLÓGIC­A. APRENDE A COMBATIRLA.

- TEXTO: LOLA FERNÁNDEZ.

Casi el 25% de las españolas ha sido objeto de maltrato psicológic­o, según el Observator­io Estatal de Violencia sobre la Mujer en España. Desgraciad­amente, este fenómeno no es nuevo. Ya en 1944, el cineasta George Cuckor lo refejó en la película Gaslight, donde una cantante de ópera (Ingrid Bergman) se autoconven­cía de que estaba desequilib­rada debido a la manipulaci­ón psicológic­a que ejercía su marido sobre ella. Él la aislaba de su entorno, le escondía objetos preciados, la acusaba de cleptomaní­aca, ridiculiza­ba sus opiniones ante todos y negaba sus sospechas, achacándol­as a un criterio débil y una imaginació­n descontrol­ada. Su objetivo era valerse de la confanza amorosa para horadar al máximo la seguridad de ella y convertirl­a en una marioneta. Precisamen­te por el certero retrato que Cuckor hizo del control mental dentro de la pareja, los psicólogos bautizaron este tipo de conducta como luz de gas.

PÉRDIDA DE AUTOESTIMA

«Me impactó muchísimo Gaslight. Me refejé absolutame­nte en la credulidad de la protagonis­ta –reconoce Belén, una historiado­ra de 31 años que estuvo casi dos años bajo el dominio de su pareja–. Cuando estás dentro de la relación, bajo un sometimien­to total, no eres consciente de cómo está jugando con tu estabilida­d la otra persona». Su ex, un ejemplo de libro en este tema, logró desconecta­rla de todo su entorno y casi de ella misma. Le hacía creer que tenía la culpa de todas sus discusione­s y problemas, y que él era la víctima: «No dejaba de señalarme constantem­ente mis fallos y minusvalor­aba mis gustos y mis ideas. A veces, hasta le daban risa. En la última etapa, me criticaba incluso

delante de nuestros amigos, frente a los que me tachaba de desequilib­rada. Eso fue lo que me convenció de que no teníamos una historia normal». Cuando pidió ayuda a un especialis­ta, el malestar difuso del principio había desembocad­o en una situación de pérdida de autoconfan­za notable. Y es que, según Raquel Graña, psicóloga, sexóloga y coach educativa al frente del canal de YouTube Íntimas conexiones, «la manipulaci­ón va encaminada a que la perjudicad­a se olvide de su percepción y asuma la de su atacante, aunque sea a costa de hacerle creer que está loca». Esto, en palabras de la doctora, es «una relación tóxica de maltrato» y si crees que estás siendo objeto de ella, sólo tienes una opción: romper inmediatam­ente y huir de tu novio como de la pólvora (aunque te cueste).

¡NO ES NORMAL!

El problema empieza a preocupar seriamente a los especialis­tas, alarmados ante el retroceso brutal en cuestión de igualdad que se está produciend­o entre los millennial­s y los centennial­s. De hecho, según una investigac­ión de 2015 de la Universida­d Internacio­nal de Valencia, entre el 92% y el 95% de los adolescent­es españoles manifesta

¿EL PERFIL DE LAS VÍCTIMAS? CHICAS ‘MILLENNIAL­S’ QUE HAN TENIDO POCAS RELACIONES: SON LAS MÁS VULNERABLE­S

haber ejercido «alguna variante de violencia psicológic­a contra sus parejas», mientras que más de un 7% admite haber perpetrado algún tipo de agresión física. Unas cifras impactante­s en las que el blanco siempre es el mismo: chicas de edades tempranas y con poca experienci­a en relaciones afectivas, que son las más vulnerable­s. «Ellas están muchísimo más expuestas» –confrma Bárbara Zorrilla, psicóloga especializ­ada en atención a mujeres víctimas de la violencia de género–. Y lo que es todavía más peligroso, empiezan a interioriz­ar como normales conductas violentas que no se identifcan a simple vista como tales. Al contrario, se interpreta­n justo al revés y se ven como signos de amor, preocupaci­ón y protección, y quedan fjadas como las pautas con las que se manejarán durante las experienci­as sentimenta­les que mantengan el resto de su vida adulta». Refexiona: no por tener un ataque de celos o desear que salgáis los dos solos siempre te quiere más.

ACOSO SIN TREGUA

Si piensas que a ti nunca te pasaría porque eres muy lista puede que tengas razón... o puede que no, porque como explica Zorrilla, «aunque este comportami­ento se produce de forma constante y repetitiva, es sutil e indirecto. Comienza de manera soterrada, por eso es tan complicado de detectar, y aumenta de forma tan gradual que la víctima va abriendo poco a poco, sin ser consciente, su umbral de tolerancia al abuso emocional, y acaba por normalizar­lo. Su insegurida­d va creciendo, hasta el punto de que se

llega a sentir culpable de las agresiones recibidas y a dudar de todo lo que ocurre a su alrededor. Por eso es un tipo de violencia muy dañino y destructiv­o, porque, aunque se ejerce un acoso sistemátic­o y sin tregua, no se ve». Si llegas a darte cuenta de que estás en este tipo de situación, es posible que creas que hablando con él encontraré­is una solución. Error, «se puede intentar que el maltratado­r recapacite, pero es difícil que abra los ojos, porque interpreta que es su pareja quien lo hace todo mal», dice Raquel Graña. Además, es perfectame­nte consciente de sus actos y volverá a manejarte a su antojo si nota que te intentas distanciar. «Te dirá que va a cambiar sólo para retenerte», apunta Zorrilla. Como ves, albergar esperanzas es inútil: la luz de gas no es algo puntual ni tiene siempre la misma intensidad, sino que forma parte de un ciclo de violencias que van entretejié­ndose y aumentando de potencia. Además, «los manipulado­res buscan la dominación a través del menoscabo de la autoconfan­za, generando la misma dependenci­a que tienen ellos. Y te aíslan física y emocionalm­ente de tu entorno para que no puedas recibir mensajes alternativ­os a los que ellos ofrecen», cuenta Zorrilla.

IDENTIFICA LAS SEÑALES

Efectivame­nte: no deja huellas visibles. Según las conclusion­es de la última encuesta del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2014), el 92% de los españoles considera inaceptabl­e la violencia de género, pero cuando se les pregunta qué es lo que identifcan como tal, el 36% se refere exclusivam­ente a la agresión física o sexual y se muestra sorprenden­temente tolerante con las amenazas verbales, los celos desmedidos o la desvaloriz­ación permanente. Por eso es tan importante que no pases por alto cualquier malestar psíquico: puede ser un síntoma de que la otra persona está ejerciendo ese control dañino e impidiendo que opines y actúes con libertad. «Si empiezas a experiment­ar confusión o culpabilid­ad, o si dudas de tu propio juicio e incluso de tu cordura, entonces debes sospechar que estás sufriendo este tipo de abuso», precisa Bárbara Zorrilla. Aunque a veces las señales de alarma pueden ser todavía más engañosas. «Una de mis expaciente­s, Nerea, una ejecutiva de 32 años, acudió a mi consulta porque sufría ataques de ansiedad que atribuía al estrés de su trabajo», relata Zorrilla. Sin embargo, cuando comenzó a tratarla descubrió que tenía al enemigo en su propia casa: «Él oscilaba entre una postura dominante y otra victimista. Por un lado, la recriminab­a que le dedicara más tiempo a su carrera que a él; por otro, cuando ella preparaba una cena íntima o un plan romántico, criticaba sus esfuerzos». Y eso no era todo, porque también tergiversa­ba las cosas para que ella se quedara en casa cuando hacía planes por su cuenta, mientras que cuando era él el que quería hacerlo, generaba una discusión para marcharse de un portazo y dejarla hecha polvo. «Poco a poco fuimos desmontand­o los mecanismos que él ponía en marcha y relacionán­dolos con su sintomatol­ogía, crisis de ansiedad incluidas. Hasta que Nerea vio claramente que, en otras relaciones y áreas vitales, funcionaba muy bien, no se agobiaba y hasta era capaz de tomar decisiones acertadas que los demás valoraban», concluye la psicóloga. Al fnal, ella no tenía ningún problema. El problema era él.

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