CONTROLA TU ANSIA. ¿Todo el día con hambre? Algo haces mal.
¿ESTÁS SIEMPRE MUERTA DE HAMBRE A PESAR DE QUE COMES CINCO VECES AL DÍA? TAL VEZ ESTÉS COMETIENDO ALGUNOS DE ESTOS FALLOS.
Comer (sólo) una ensalada
Es cierto que los carbohidratos ricos en fbra, como los vegetales crudos, son muy saludables, pero se digieren rápido y aguantar hasta la cena es casi misión imposible.
SOLUCIÓN La especialista en nutrición Leslie Bonci aconseja combinarlos con proteínas. La cantidad mínima recomendada al día es de medio gramo por cada 450 gramos de tu peso corporal. Si añades a la lechuga unas gambas cocidas, tofu, nueces o quinoa tendrás la dosis que necesitas.
Almorzar varias tortitas de maíz
¡Ojo!, contienen carbohidratos refnados que el organismo asimila en quince minutos y convierte en azúcares. «Al poco de haberlas ingerido, el cuerpo te pedirá más», dice Frank Lipman, autor del libro Young and Slim for Life (Joven y delgado para siempre).
SOLUCIÓN Mejor escoge frutos secos (contienen proteínas y grasas buenas) o verduras. Un bol de edamame (vainas de soja hervidas) es una opción saciante y baja en calorías.
Elegir productos bajos en grasas
Según explica David Ludwig, autor de ¿Siempre tienes hambre? (ed. Océano), las grasas tienen un gran poder saciante, ya que se tarda más tiempo en digerirlas. Si te privas de ellas, sentirás apetito mucho antes.
SOLUCIÓN «Alíate a los alimentos ricos en lípidos saludables, como el yogur entero, el aceite de oliva y el aguacate –aconseja Ludwig–. Y date el gusto de rematar la comida con chocolate negro».
Engullir a toda velocidad
Por mucho trabajo que tengas, si comes delante del ordenador es fácil que te pases. Y es que el cerebro necesita como mínimo 30 minutos (y si son en calma, mejor) para captar la señal de que te has llenado.
SOLUCIÓN Cynthia Sass, escritora de Slim Down Now (Adelgaza ahora), te sugiere que, cuando estés en la mesa, apoyes el cubierto entre bocado y bocado de diez segundos a dos minutos. Y mastica los alimentos diez veces más de lo que lo haces habitualmente. Lo notarás.
EL ALCOHOL, TU GRAN ENEMIGO
Según un estudio de la revista Obesity, beber hace que seamos más sensibles a las señales olfativas de ciertos alimentos, lo que nos incita a comer más. Así que ya sabes: di «no» a la última copa.