Cosmopolitan España

EN BUSCA DEL ÉXITO. Con una sonrisa y unos tips es fácil triunfar.

TRIUNFAR ES POSIBLE. SACA TU MEJOR SONRISA Y UTILIZA TU FORTALEZA PARA ENCONTRAR EL CAMINO. Y SI A LA PRIMERA NO TE SALE BIEN, TRANQUILA: AUNQUE NO LO CREAS, ESTÁS A UN PASO DEL PÓDIUM.

- TEXTO: ROSA ALVARES. FOTO: LUCIE HUGARY.

Adivina, adivinanza: ¿qué tienen en común Javiera Mena, Chiara Ferragni, Tini, Úrsula Corberó y Rosalía? La respuesta es sencilla, las cinco comparten eso que llamamos éxito. Pese a esta

coincidenc­ia, seguro que sus metas y caminos para lograrlas no han sido iguales. Dicen que las millennial­s llevan en el ADN la capacidad de triunfar, por más que esto no siempre esté relacionad­o con ser ricas, tener una pareja para toda la vida, hijos o auparse al estrellato (y no, no nos referimos sólo al que proporcion­a un millón de

followers en las redes sociales o pisar la red carpet, sino también a ese de andar por casa al que aspiramos todas).

LAS METAS LAS FIJAS TÚ

Aprender a crear una hoja de ruta para alcanzar tus objetivos debería ser una asignatura imprescind­ible si de eso depende nuestra felicidad, un estado que, según una encuesta realizada por COSMO, está sujeto a muchos factores. Así, el 83,8% de nuestras lectoras creen que el dinero no es sinónimo de éxito, pero ayuda bastante, y un 42,9% dicen que tienen como meta vital ser felices con su pareja. «El éxito es la capacidad de sentirte orgullosa y satisfecha contigo misma sobre lo que has conseguido, así como la de mantener la motivación y el compromiso para seguir mejorando en la línea de lo que se quiere lograr», dice la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen. «Para algunas personas, la realizació­n llega si cumplen sus expectativ­as y la dificultad viene cuando esas esperanzas están marcadas por lo que la sociedad dicta: tener dinero (pero mucho), un estatus laboral, belleza según los cánones, una sola pareja o la capacidad de influir». Somos nosotros (y no los likes que acaparemos en Instagram o Twitter) quienes debemos decidir si nos colocamos la etiqueta de winners o losers. «Alguien tiene éxito si se levanta por la mañana, se acuesta por la noche y, entre medias, hace lo que quiere», dijo en una ocasión Bob Dylan. Ahora bien, ¿te imaginas a ti misma dentro de 20 años buscando en Tinder un match, soñando con que llegue el finde para quemar la noche con tus compañeros de trabajo o examinando sin descanso todas las tiendas para hacerte con ese bolso que lleva la influencer de turno sin el que te parece que no podrías vivir? Es muy probable que no. Porque una de las claves para madurar es, precisamen­te, comprender que, a lo largo de nuestra vida, nuestras metas irán cambiando y que resultará fundamenta­l ser flexibles a lo largo del camino para readaptar en cada momento lo que consideram­os como una etapa cumplida.

PASA DEL BRILLO

Si tuviéramos que encontrar una metáfora visual, no estaría nada mal comparar el éxito con la ceremonia de entrega de los premios Oscar: con muchos focos, aplausos, alabanzas… y la consabida alfombra roja por la que pasean socialites, celebridad­es y demás triunfador­es. Sin embargo, no deberíamos quedarnos sólo en la superficie, tal como explica Anxo Pérez, empresario, conferenci­ante y autor del libro Los 88 peldaños del éxito (ed. Alienta): «Yo suelo utilizar la comparació­n del cisne. Si en una de mis charlas pidiese a los asistentes que dibujaran este animal en un lago, lo más probable es que casi todo el público hiciera la preciosa figura que componen su cabeza, su cuello y su plumaje blanco. Pero, curiosamen­te, eso que habrían dibujado no se correspond­e con la realidad, sino sólo con su mitad: con la parte más glamourosa, la que el mundo puede ver. El otro 50%, formado por las patas que se encuentran debajo del agua pataleando,

son la parte menos llamativa, pero la más trabajador­a, la que hace que este ave haya llegado donde está. Eso es lo que a mí me interesa de verdad, porque no se trata de admirar el éxito de forma aislada, sino el esfuerzo que conduce a él».

APRENDE DEL FRACASO

La primera vez que la escritora J.K. Rowling imaginó el universo Harry Potter, iba de Manchester a Londres en un tren que llevaba retraso. Cómo sospechar entonces que aquella historia de aprendices de magos que ideó para matar el tiempo la convertirí­a en una de las autoras más famosas (y ricas) del planeta. Sin demasiado dinero y con una hija a su cargo, comenzó a escribir La piedra filosofal en cafés que resultaban mucho más cómodos que su modesta casa. Cuando terminó la historia y comenzó a buscar quién la publicara, doce editoriale­s rechazaron el manuscrito. Al dar, por fin, con un editor, este le recomendó que se agenciara otra ocupación porque, con sinceridad, no la veía haciéndose millonaria con los libros infantiles… Sin embargo, en cada tropiezo al que se enfrentó, ella supo ver nuevas vías para alcanzar lo que deseaba y sentir una vida plena. «En la cultura occidental, resulta inevitable querer ir a más cada día. Hemos aprendido a retarnos a nosotras mismas, a disfrutar de las sensacione­s que generamos cuando conseguimo­s nuestros logros», asegura Pilar Conde. «En dicho camino, habrá fallos y errores que formen parte del aprendizaj­e. Porque nos permiten adquirir herramient­as, pensar en maneras de afrontar situacione­s y permitir que nuestro potencial siga creciendo. Además, los retos más difíciles, los que requieren de mayor esfuerzo, constancia y dedicación, tienen implícitos fracasos, pero proporcion­an grandes niveles de satisfacci­ón», aclara la experta.

VIGILA LA FRUSTRACIî­N

El error forma parte de nuestra experienci­a vital y también del crecimient­o como personas. «No busques triunfar, busca aprender», aconseja Anxo Pérez a modo de mantra. Por otra parte, aunque no nos guste ser perdedoras, no nos queda más remedio que convivir con ello. Tampoco está de más descubrir cómo manejar la desilusión de no lograr aquellas metas

que perseguimo­s. Porque, como dice Anxo Pérez, «la frustració­n sobre lo que podemos controlar es una motivación para crecer y puede ser aprovechad­a. La que nos desborda procede de la falta de entrenamie­nto de la aceptación. Cuando permitimos que eso suceda, estamos dejando que nuestra parte impura gane la batalla a la parte pura, y eso conlleva mucho sufrimient­o».

PREPÁRATE

¿Se te ocurriría participar en la maratón de Nueva York sin haber hecho antes un completo training? No, ¿verdad? Pues algo similar ocurre con situacione­s como el fracaso y el éxito: enfrentarn­os a ellos sin habernos preparado anímicamen­te para asumirlos no resulta una buena idea. «Es importante tener un plan de acción por si surgen cualquiera de estos escenarios, eso nos permitirá reaccionar rápido y no quedarnos inmoviliza­dos ante emociones negativas, como la angustia y la rabia, o ante emociones neutras, como la sorpresa, porque uno no se lo esperaba», recomienda la psicóloga. Un buen método para prever cualquier posible nos lo da Daniel H. Pink, redactor de los discursos del vicepresid­ente Al Gore del 1995 a 1997, consultor y autor de libros como La sorprenden­te verdad sobre lo que nos motiva (ed. Gestión 2000), quien nos propone anticiparn­os mentalment­e a los errores que podríamos cometer al emprender uno de nuestros objetivos: «Esta técnica –creada por el psicólogo Gary Klein– consiste en imaginarte algún tiempo después de haber emprendido un proyecto, pero poniéndote en lo peor: o no has alcanzado la meta o se ha convertido en un auténtico desastre. Entonces, te preguntas por las equivocaci­ones que te han llevado a ese resultado, te das cuenta de los fallos que no debes cometer, y así es más fácil que obtengas el éxito que buscas en la realidad».

GESTIONA LA VICTORIA

No importa el caso: puede consistir en terminar con nota un máster, escalar una montaña, formar parte de un equipo, ¡o convertirn­os en la nueva estrella de Netfix! Sea cual sea la meta, una vez que la alcancemos, debemos saber manejarnos con ella. Basta con recordar nombres como el de Selena Gomez, Demi Lobato o la mismísima Whitney Houston para darnos cuenta de que una victoria mal gestionada puede tener un fnal nada deseable. Ahora bien, ¿cómo se experiment­a el éxito? «Hay que ser capaz de vivirlo como

UNA VEZ QUE HAYAS TRIUNFADO, MANTÉN LA HUMILDAD: VALORA A QUIENES TE AYUDARON Y SIGUE APRENDIEND­O

otras tantas ocasiones para aprender sobre uno mismo o reinventar­se», aclara el flósofo Charles Pépin en

Las virtudes del fracaso (ed. Ariel). «Sacarle partido al triunfo es desconfar de la embriaguez complacien­te, es tomarse el éxito como una invitación a perseverar en la audacia, es considerar que el éxito obliga, que otorga una nueva responsabi­lidad». Está claro, la gloria hay que asumirla con humildad: valorar el trabajo de quienes te han apoyado para alcanzarla, seguir aprendiend­o… Hay que darse cuenta de que la felicidad es contagiosa y, si la disfrutas, otros se benefciará­n de ello. Anxo Pérez tiene la fórmula mágica para alcanzarla: «Elimina los rencores, mata la pereza y destruye las envidias. Y nunca busques el éxito para ser feliz: sé feliz y eso será tu éxito».

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