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OBJETIVOS PARA DAR EN LA DIANA. Claves para moverte (bien) en la jungla laboral.

¿QUIERES SER LA NÚMERO UNO EN TU TRABAJO? NO ES SÓLO CUESTIÓN DE APTITUD, SINO TAMBIÉN DE SABER MOVERTE EN LA ‘JUNGLA’ LABORAL.

- FOTO: JEFFREY COOLIDGE.

Apenas han transcurri­do dos meses desde que empezó el año y tus propósitos laborales empiezan a tambalears­e? No te preocupes, no eres la única. Según el informe Jobstacles, realizado por LinkedIn, en enero es cuando más búsquedas de empleo se registran (un 65% más que el resto de los meses), pero después los ánimos para afrontar retos empiezan a decaer. Y lo peor es que somos nosotras mismas quienes nos ponemos los obstáculos. La falta de confanza es la principal barrera de las mujeres: el 43%, frente al 32% de los hombres, siente insegurida­d cuando compite con otros candidatos por un puesto. ¿La consigna? Empieza a creértelo desde ya y te será más fácil cumplir tus objetivos. ¡Venga, tienes todavía diez meses por delante!

✓ Cambia tu percepci—n de las cosas

¿No te han llamado para un trabajo, pero sabes que estabas hecha para él? ¿El ascenso que tanto te merecías se ha esfumado? Según Franziska Iseli, coautora del libro Percepción (puedes encontrar el ebook en Amazon) no son tus competenci­as las que tienen que cambiar, sino tu mente. «Cuando vas a hacer una entrevista, es importante lo que te dices a ti misma –afrma la empresaria–. Tu voz interior puede ser tu peor enemiga. Si se pone en plan aguafestas, cambiará la manera en la que te ven los demás. Es decir, que si piensas que eres la más válida para el puesto, tendrás muchas más posibilida­des de conseguirl­o que si te muestras negativa». La persona que te evalúe te verá como la mejor opción porque transmitir­ás esa autoestima. ¿Y qué pasa si, aun así, no tienes éxito? No te fageles por ello. «Tú no puedes decidir qué candidatos van a enviar el currículum, eso no depende de ti. Piensa que, quizá, el empleo de tus sueños te está esperando en otro lugar. Y ponte a buscar nuevas oportunida­des», aconseja Franziska Iseli. Pero ojo, mostrar un exceso de confanza tampoco es bueno. «Puede que te salga el tiro por la culata si das por hecho que el puesto es tuyo. También tienes que ser humilde», advierte Iseli. Trata de encontrar el término medio entre la seguridad y la arrogancia, mantén una actitud positiva y muestra lo que vales.

✓ Empieza a ser (un poquito) mala

Es hora de sacar la crack que llevas dentro. ¿Cómo? No toleres la misoginia, la discrimina­ción ni el bullying. Haz frente a los comentario­s absurdos y dañinos de ese compañero machista o planta cara a esa compañera envidiosa que trata de hacerte quedar mal continuame­nte. A ver, no estamos diciendo que te comportes como una bruja, pero no hace falta que seas adorable con todo el mundo todo el tiempo (esto es trabajo, ¿recuerdas?). «Siempre pensé que hablar de dinero era horrible… y codiciarlo, algo de lo más trivial», confesa la psicóloga Angela Bradley. ¿Pero qué clase de vida te espera si no lo tienes? No te sientas mal por desear un puesto de poder e imagina todas las cosas positivas que podrás hacer para ayudar a otras personas, al tiempo que luchas por conseguir alcanzar tus propias metas.

EL 43% DE LAS MUJERES SIENTEN INSEGURIDA­D ANTE LOS NUEVOS DESAFÍOS, SEGÚN UN ESTUDIO REALIZADO POR LINKEDIN

Habla con claridad de tu valía y de lo importante que eres para tu empresa, para los que te rodean y para ti misma». Véndete y exhibe ese pedigrí de chica dura sin ningún tipo de vergüenza. Y no dudes en aprovechar tu fuerza para ser proactiva en tu carrera, trazar un plan concreto y ser consciente de tus metas en todo momento. Sólo una advertenci­a: «Utiliza tus armas y ponte las medallas que consideres que te has ganado, pero no pierdas la perspectiv­a e intenta ser siempre justa», dice Angela Bradley.

✓ Potencia tu inteligenc­ia emocional

Puede que tengas un cociente intelectua­l de escándalo, pero es tu nivel de inteligenc­ia emocional la que te llevará lejos en el trabajo. ¿Y en qué consiste exactament­e? Es la habilidad de reconocer e identifcar tus emociones, conectar con las de los demás (¿adivinas?, empatía), controlar tus impulsos, gestionar confictos, saber comunicart­e e infuir sobre las personas. ¡Casi nada! Si estás tocada con su varita mágica, podrás gestionar de forma más efcaz tu comportami­ento y lidiar con el estrés y los sentimient­os exacerbado­s de tus compañeros (gracias a ella, serás capaz de aguantar al plasta de turno que se queja de todo, por ejemplo). Además, las aptitudes sociales te ayudarán a hacer valiosos contactos que quizá te sirvan para dar un empujón a tu carrera. Ya seas la que corta el bacalao en la ofcina o la que pone los cafés, «tienes que ser constructi­va, compasiva y resuelta, y forjar relaciones con otras personas» –afrma Angela Bradley–. ¿Y si no tengo estas capacidade­s? Si te asalta esta duda, hay buenas noticias: la empatía y la gestión emocional pueden mejorar en un 35%, según un estudio publicado en el Journal of Occupation­al Health

Psychology. Para empezar, tienes que entender cómo funciona tu mente (y las ajenas) y aprender a controlar tus pensamient­os para dirigir tus conductas hacia donde tú quieres. Tu lenguaje corporal también te dará pistas de lo que está ocurriendo en tu interior: fíjate en él. Después, es fundamenta­l que practiques la autocompas­ión (tu capacidad de aceptarte y perdonarte). Así te ganarás la confanza de la gente. Otra idea: amplía tu vocabulari­o de sentimient­os y no te quedes sólo con términos como alegría, tristeza, enfado y miedo. Si el anhelado aumento de sueldo se hace esperar, no te limites a decir «estoy triste»; quizá defna mejor tu estado la palabra «compungida».

TRABAJA LA EMPATÍA: TE AYUDARÁ A LLEVARTE MEJOR CON TUS COMPAÑEROS Y A HACER CONTACTOS QUE PUEDEN DAR UN IMPULSO A TU CARRERA PROFESIONA­L

Concreción, por favor. Y un último consejo: sé observador­a. Entérate de qué cosas apasionan a tu jefe directo, adelántate a sus pensamient­os, hazle la vida más fácil… En suma, conviértet­e en alguien indispensa­ble para él.

✓ Para los pies a los ‘manterrupt­ores’

¿Alguna vez te ha cortado un compañero cuando estabas exponiendo una idea en medio de una reunión? ¿Lo suele hacer con frecuencia y su blanco siempre son las chicas? Estás ante un manterrupt­or, una peligrosa especie que abunda en la jungla laboral. Según diversas investigac­iones, ellos interrumpe­n el doble mientras que nosotras somos más susceptibl­es de que nos quiten la palabra. Puede que se te ocurra la propuesta más brillante del universo, ¿pero quién se va a dar cuenta si tienes interferen­cias cada dos por tres? «Nuestra voz acaba siendo acallada por la de un colega que habla más alto y con más energía –señala Shivani Gopal, CEO y fundadora de la plataforma de empoderami­ento femenino The Remarkable Woman–. Esto es una afirmación de poder, que le posibilita al que te corta a tomar la palabra». ¿Qué hacer para remediarlo? Una ayudante del expresiden­te Barack Obama y de otras mujeres de la plantilla de la Casa Blanca desarrolló una táctica muy simple: la amplificac­ión. Cada vez que una mujer decía algo importante en un meeting, otra compañera lo repetía, reafirmand­o su importanci­a. ¿Resultado? Los demás se veían obligados a reconocer la pertinenci­a del comentario y nadie se atrevía a meterse y, mucho menos, a apropiarse de la idea. Así que la próxima vez que a alguna compañera se le ocurra algo genial, ponlo en práctica. Hará lo mismo contigo cuando tenga ocasión. Aparte de esto, también puedes recurrir a otras técnicas que resultan efectivas. Por ejemplo, utilizar la ironía contra aquel que ose meterse en medio de tu discurso. «Yo diría algo así: “Gracias por tu amable interrupci­ón, Juan. Y ahora que ya te has callado, podemos volver a la estrategia que os estaba contando”», sugiere Shivani Gopal. Otra alternativ­a es que no te detengas: tú sigue a lo tuyo, como si no le oyeses, y ya se aburrirá. Si nada de esto te funciona, échale valor y «ten una conversaci­ón en privado con él – aconseja Gopal–. Sé breve, clara y directa, con un mensaje de este tipo: “Me sorprendió que me cortases varias veces en la reunión del otro día. Me distrajo de mi presentaci­ón y te agradecerí­a que no lo vuelvas a hacer”». Lo entenderá.

✓ Date un respiro y descansa

¿Eres una de esas personas que no se cogen todas las vacaciones que les correspond­en ningún año? ¿En serio? Todas sabemos que el mercado laboral es muy competitiv­o y que trabajamos con mucha presión, pero a la larga esto te perjudicar­á más que otra cosa. «Cuando estamos demasiado estresadas, afecta a nuestro organismo y esto acaba pasándonos factura», explica la psicóloga Melissa Podmore, que añade que el síndrome del burnout (estar quemada) es una epidemia. «Después de desconecta­r varios días, te sentirás más creativa, harás aportacion­es a tus proyectos y tendrás más energía para seguir adelante con tus metas», sentencia Podmore.

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