PLASTIC DETOX.
CADA SEGUNDO SE USAN EN EL PLANETA 160.000 BOLSAS DE PLÁSTICO. ¿ES POSIBLE VIVIR SIN ESTE MATERIAL CONTAMINANTE? SÍ, DESCUBRE CÓMO.
Cosmética comprometida, compras a granel… ayudan a reducir el uso de plásticos.
Cada minuto, se compran en el mundo un millón de botellas de plástico. Utilizamos 160.000 bolsas cada segundo. Sólo en España, usamos más de trece millones de pajitas de refresco a diario. Este material envuelve frutas y verduras; forma parte de la composición de sartenes y estropajos, productos de limpieza o aseo, y está en lugares insospechados como el tejido de la ropa. Lo peor es que tarda años, décadas y hasta siglos en descomponerse. Una bolsa, 55 años. Una botella, 500. «El plástico no se biodegrada, simplemente se descompone en partículas más pequeñas sin cambiar su composición química. Estas pueden llegar a ser tan diminutas que resultan imperceptibles al ojo humano, lo que no significa que desaparezcan. En la actualidad, se encuentran por todo el planeta. Han llegado incluso a la Antártida, y algunos estudios han encontrado microplásticos en el agua potable, la embotellada, la sal ¡y el aire! Y qué decir de los mares…», explica Patricia Reina, autora junto con Fernando Gómez del libro Vivir sin plástico (ed. Zenith) y creadores del blog del mismo nombre.
OCÉANOS ‘ENFERMOS’
Cinco billones de fragmentos de plástico inundan nuestros océanos. Según datos de Greenpeace, cada año vertemos en ellos hasta doce millones de toneladas de este
CINCO BILLONES DE RESTOS SINTÉTICOS INUNDAN LOS MARES
material. «Es muy ligero, por lo que, si se abandona al aire libre, es probable que llegue volando hasta un río o lago donde, una vez mojado, desembocará en el mar arrastrado por la corriente. El 80% de lo que llega hasta ahí lo hace desde vías terrestres, principalmente ríos», advierte Gómez. Se estima que, cada año, más de un millón de aves marinas y más de 100.000 mamíferos mueren a causa de los plásticos, según el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP). «Muchísimas especies se enredan en ellos o los acaban ingiriendo al confundirlos con comida, lo que les puede provocar desde heridas y mutilaciones hasta la muerte», apunta Patricia Reina. Pero hay más. «Los microplásticos se están incorporando a nuestro organismo, afectando seriamente a nuestra salud», informa José Luis Gallego, divulgador medioambiental y autor del libro Plastic detox (Libros Cúpula).
DE UN SOLO USO
Si eres de las que pide continuamente comida para llevar, ojo, porque los productos desechables, derivados de la cultura de usar y tirar, están alterando el equilibrio en la Tierra (no querrás ser tú también responsable, ¿no?). La situación es tan alarmante que el Parlamento Europeo ha prohibido los plásticos de un solo uso a partir de 2021. Es en esa utilización fugaz e indiscriminada que hacemos de cubiertos, vasos, platos, envases, pajitas o bastoncillos para los oídos donde se encuentra la clave del problema. «El 40% de la producción total está destinada a envases de este tipo», concreta la autora de
Vivir sin plástico. Y, aunque es muy necesario para reducir la contaminación, el reciclaje tampoco es la solución: sólo el 9% del material sintético que existe en todo el mundo se recicla, frente al 12% que es incinerado y el 79% que acaba en vertederos o en el medio ambiente. Concretamente en nuestro país, el informe Maldito plástico: reciclar no es suficiente, de Greenpeace, advierte de que únicamente el 25% de los envases se recuperaron en España en 2016. Suspendemos en gestión de residuos. «El sistema para que un plástico pueda volver a utilizarse resulta complicado y costoso, y muchas veces no es viable. En la mayoría de los casos, se obtienen cosas que no permitirán repetir la operación. Y aunque reciclásemos todo lo que es susceptible de volver al mercado, seguiríamos necesitando materia virgen para fabricar el mismo tipo de objetos que hemos tirado», aclara Fernando Gómez. La solución, por lo tanto, es clara: «Tomar conciencia
del problema, asumir que estamos plastificando el planeta y, desde esa nueva perspectiva, empezar a reducir su fabricación y uso buscando alternativas», señala Gallego. Más allá de las medidas que gobiernos e instituciones deben tomar al respecto y del compromiso que las marcas fabricantes y los supermercados tienen que asumir, está en tus manos cambiar pequeños hábitos para reducir el consumo y contribuir así a un entorno más sano. ¿Qué te parece si tomas nota de estas opciones?
COMPRA A GRANEL
Cuando vayas al súper, escoge las frutas y verduras sueltas y, si no tienen envoltorios de papel, pide que te las pesen sin bolsa. En mercados y tiendas de barrio, será más fácil encontrarlas desnudas. Compra alimentos secos como pueden ser las legumbres, pastas, arroz, harina, té o especias en tiendas a granel –echa un vistazo al directorio de www.tiendasagranel.com (también tiene droguería)– y llévatelos en una tote bag de tela o en tarros. «Esta es una excelente idea para evitar montones de envases que se acumulan y comprar justo la cantidad que quieres», asegura Patricia Reina.
PÁSATE AL CRISTAL
A la hora de cocinar, lo primero que debes hacer es fijarte bien en las etiquetas de tus utensilios de cocina. Evita los que lleven PFOA –ácido perfluorooctanoico, conocido como C8, que suele estar presente en cazuelas y sartenes antiadherentes– y apuesta por el acero inoxidable, el hierro fundido o el barro cocido. Para almacenar alimentos, convierte los botes de vidrio en tus aliados perfectos, aunque también puedes recurrir a los tuppers de este material y de acero inoxidable. Para conservar los alimentos frescos en el frigorífico, además de recipientes de cristal, las bolsas con cierre elaboradas con los restos de la caña de azúcar son una buena solución –están elaboradas con bioplástico y las venden en Ikea–. Cambia el film por un plato que cubra la comida –el peso impedirá que entre el aire y se estropee– o usa envoltorios fabricados con cera de abeja.
HAZLO TÚ MISMA
Para la limpieza de la casa, cuentas con dos posibilidades: la primera es comprar productos a granel –así puedes reutilizar los envases–. Los encontrarás en tiendas
online como www.4eco.es –su
best seller es el detergente para lavadora, que puedes personalizar con la fragancia que tú quieras–. La otra propuesta es lanzarte al
do it yourself y fabricarte tus propios limpiadores con bicarbonato, vinagre o jabón de sosa… Para fregar,
LA OPCIÓN ECO: BOTES DE VIDRIO, ESPONJAS DE LUFFA, CAZUELAS DE ACERO…
elige esponjas vegetales (como la de luffa, una planta biodegradable y compostable) o estropajos de esparto. «Los de fibras artificiales, al desgastarse, eliminan directamente por el desagüe micropartículas plásticas que no son retenidas en las depuradoras», explica Gallego.
A TODA PASTILLA
Afortunadamente, las marcas de belleza han empezado a apostar por el reciclaje de envases y ello está dando sus frutos. Por ejemplo, Aveda emplea un 100% de plástico reutilizado posconsumo. También L’Oréal Paris recurre a botes 100% reciclados en los champús y tratamientos de fuerza y brillo de la gama Botanicals; mientras que Garnier y H&S llegan hasta el 25% de material reutilizado. Otra alternativa son los envases recargables, como los que ha puesto de moda L’Occitane. En cuanto a los solares de Avène, no sólo se formulan con ingredientes respetuosos para el medio ambiente: además, los sprays no llevan tapón, para que no nos lo dejemos tirado por la playa. Otra opción para reducir el consumo de envases de plástico es sustituir el gel por una pastilla de jabón y el champú por una pieza en formato sólido. Te encantarán los de Lush, Bara Cosmetics o Matarrania. Para la higiene dental, te sorprenderá saber que el dentífrico se puede adquirir sólido o en polvo, como sugiere el autor de
Plastic detox. Y el desodorante, en crema o pastilla.
OJO A LOS EXFOLIANTES
Algunos cosméticos con acción exfoliante y limpiadora pueden resultar muy dañinos para el medio ambiente si contienen microesferas de plástico. «Al llegar al mar, se diseminan en el agua y son ingeridas por las especies más diminutas de la cadena trófica, pasando de una a otra hasta contaminar a los peces que nos sirven de alimento», advierte José Luis Gallego. Por suerte, la industria cosmética europea ha reducido ya un 97,6% su uso, según datos de Stanpa (Asociación Nacional de
Perfumería y Cosmética). Un compromiso voluntario que tiene como objetivo 2020. El grupo L’Oréal ha sido un alumno aventajado en esta cuestión, ya que desde 2017 emplea arcillas o polvo de semillas de frutas. Biotherm, por ejemplo, que pertenece a dicha compañía, comercializa peelings naturales de base botánica o mineral. De todos modos, para saber si un producto contiene microperlas o no, Patricia Reina sugiere en su libro recurrir a la app Beat the Microbead, con la que puedes escanear el código de barras. Y también propone dos blogs DIY de cosmética natural: organicusweb.com y victoriamoradell.com.
MODA ORGÁNICA
Se calcula que el 52% de la producción textil mundial está confeccionada con tejidos sintéticos que se van desprendiendo con los lavados. «Las microfibras son la basura plástica más abundante», señala Patricia Reina. Varios gigantes de la industria ya han lanzado colecciones más eco con tejidos naturales o reciclados, como Join Life de Inditex, Councious Collection de H&M o #WearTheChange de C&A. En modaimpactopositivo.com hallarás un completo listado de marcas. «Lo importante es mirar la etiqueta para minimizar aquellas prendas que tienen componentes del poliéster y acrílicos, y elegir fibras naturales: es preferible el algodón orgánico que el normal, y mejor aún el tencel (se confecciona a partir de la pulpa de la madera de árboles de agricultura sostenible) y el modal ( fibra artificial de celulosa regenerada)» , recomienda Brenda Chávez, experta en consumo responsable y sostenibilidad. No obstante, la elección más comprometida es la reutilización. ¿Te animas a una tarde de shopping vintage?