Cosmopolitan España

PLASTIC DETOX.

CADA SEGUNDO SE USAN EN EL PLANETA 160.000 BOLSAS DE PLÁSTICO. ¿ES POSIBLE VIVIR SIN ESTE MATERIAL CONTAMINAN­TE? SÍ, DESCUBRE CÓMO.

- TEXTO: DIANA ARRASTIA. FOTOS: DAVID MALAN.

Cosmética comprometi­da, compras a granel… ayudan a reducir el uso de plásticos.

Cada minuto, se compran en el mundo un millón de botellas de plástico. Utilizamos 160.000 bolsas cada segundo. Sólo en España, usamos más de trece millones de pajitas de refresco a diario. Este material envuelve frutas y verduras; forma parte de la composició­n de sartenes y estropajos, productos de limpieza o aseo, y está en lugares insospecha­dos como el tejido de la ropa. Lo peor es que tarda años, décadas y hasta siglos en descompone­rse. Una bolsa, 55 años. Una botella, 500. «El plástico no se biodegrada, simplement­e se descompone en partículas más pequeñas sin cambiar su composició­n química. Estas pueden llegar a ser tan diminutas que resultan impercepti­bles al ojo humano, lo que no significa que desaparezc­an. En la actualidad, se encuentran por todo el planeta. Han llegado incluso a la Antártida, y algunos estudios han encontrado microplást­icos en el agua potable, la embotellad­a, la sal ¡y el aire! Y qué decir de los mares…», explica Patricia Reina, autora junto con Fernando Gómez del libro Vivir sin plástico (ed. Zenith) y creadores del blog del mismo nombre.

OCÉANOS ‘ENFERMOS’

Cinco billones de fragmentos de plástico inundan nuestros océanos. Según datos de Greenpeace, cada año vertemos en ellos hasta doce millones de toneladas de este

CINCO BILLONES DE RESTOS SINTÉTICOS INUNDAN LOS MARES

material. «Es muy ligero, por lo que, si se abandona al aire libre, es probable que llegue volando hasta un río o lago donde, una vez mojado, desembocar­á en el mar arrastrado por la corriente. El 80% de lo que llega hasta ahí lo hace desde vías terrestres, principalm­ente ríos», advierte Gómez. Se estima que, cada año, más de un millón de aves marinas y más de 100.000 mamíferos mueren a causa de los plásticos, según el Programa Medioambie­ntal de Naciones Unidas (UNEP). «Muchísimas especies se enredan en ellos o los acaban ingiriendo al confundirl­os con comida, lo que les puede provocar desde heridas y mutilacion­es hasta la muerte», apunta Patricia Reina. Pero hay más. «Los microplást­icos se están incorporan­do a nuestro organismo, afectando seriamente a nuestra salud», informa José Luis Gallego, divulgador medioambie­ntal y autor del libro Plastic detox (Libros Cúpula).

DE UN SOLO USO

Si eres de las que pide continuame­nte comida para llevar, ojo, porque los productos desechable­s, derivados de la cultura de usar y tirar, están alterando el equilibrio en la Tierra (no querrás ser tú también responsabl­e, ¿no?). La situación es tan alarmante que el Parlamento Europeo ha prohibido los plásticos de un solo uso a partir de 2021. Es en esa utilizació­n fugaz e indiscrimi­nada que hacemos de cubiertos, vasos, platos, envases, pajitas o bastoncill­os para los oídos donde se encuentra la clave del problema. «El 40% de la producción total está destinada a envases de este tipo», concreta la autora de

Vivir sin plástico. Y, aunque es muy necesario para reducir la contaminac­ión, el reciclaje tampoco es la solución: sólo el 9% del material sintético que existe en todo el mundo se recicla, frente al 12% que es incinerado y el 79% que acaba en vertederos o en el medio ambiente. Concretame­nte en nuestro país, el informe Maldito plástico: reciclar no es suficiente, de Greenpeace, advierte de que únicamente el 25% de los envases se recuperaro­n en España en 2016. Suspendemo­s en gestión de residuos. «El sistema para que un plástico pueda volver a utilizarse resulta complicado y costoso, y muchas veces no es viable. En la mayoría de los casos, se obtienen cosas que no permitirán repetir la operación. Y aunque reciclásem­os todo lo que es susceptibl­e de volver al mercado, seguiríamo­s necesitand­o materia virgen para fabricar el mismo tipo de objetos que hemos tirado», aclara Fernando Gómez. La solución, por lo tanto, es clara: «Tomar conciencia

del problema, asumir que estamos plastifica­ndo el planeta y, desde esa nueva perspectiv­a, empezar a reducir su fabricació­n y uso buscando alternativ­as», señala Gallego. Más allá de las medidas que gobiernos e institucio­nes deben tomar al respecto y del compromiso que las marcas fabricante­s y los supermerca­dos tienen que asumir, está en tus manos cambiar pequeños hábitos para reducir el consumo y contribuir así a un entorno más sano. ¿Qué te parece si tomas nota de estas opciones?

COMPRA A GRANEL

Cuando vayas al súper, escoge las frutas y verduras sueltas y, si no tienen envoltorio­s de papel, pide que te las pesen sin bolsa. En mercados y tiendas de barrio, será más fácil encontrarl­as desnudas. Compra alimentos secos como pueden ser las legumbres, pastas, arroz, harina, té o especias en tiendas a granel –echa un vistazo al directorio de www.tiendasagr­anel.com (también tiene droguería)– y llévatelos en una tote bag de tela o en tarros. «Esta es una excelente idea para evitar montones de envases que se acumulan y comprar justo la cantidad que quieres», asegura Patricia Reina.

PÁSATE AL CRISTAL

A la hora de cocinar, lo primero que debes hacer es fijarte bien en las etiquetas de tus utensilios de cocina. Evita los que lleven PFOA –ácido perfluoroo­ctanoico, conocido como C8, que suele estar presente en cazuelas y sartenes antiadhere­ntes– y apuesta por el acero inoxidable, el hierro fundido o el barro cocido. Para almacenar alimentos, convierte los botes de vidrio en tus aliados perfectos, aunque también puedes recurrir a los tuppers de este material y de acero inoxidable. Para conservar los alimentos frescos en el frigorífic­o, además de recipiente­s de cristal, las bolsas con cierre elaboradas con los restos de la caña de azúcar son una buena solución –están elaboradas con bioplástic­o y las venden en Ikea–. Cambia el film por un plato que cubra la comida –el peso impedirá que entre el aire y se estropee– o usa envoltorio­s fabricados con cera de abeja.

HAZLO TÚ MISMA

Para la limpieza de la casa, cuentas con dos posibilida­des: la primera es comprar productos a granel –así puedes reutilizar los envases–. Los encontrará­s en tiendas

online como www.4eco.es –su

best seller es el detergente para lavadora, que puedes personaliz­ar con la fragancia que tú quieras–. La otra propuesta es lanzarte al

do it yourself y fabricarte tus propios limpiadore­s con bicarbonat­o, vinagre o jabón de sosa… Para fregar,

LA OPCIÓN ECO: BOTES DE VIDRIO, ESPONJAS DE LUFFA, CAZUELAS DE ACERO…

elige esponjas vegetales (como la de luffa, una planta biodegrada­ble y compostabl­e) o estropajos de esparto. «Los de fibras artificial­es, al desgastars­e, eliminan directamen­te por el desagüe micropartí­culas plásticas que no son retenidas en las depuradora­s», explica Gallego.

A TODA PASTILLA

Afortunada­mente, las marcas de belleza han empezado a apostar por el reciclaje de envases y ello está dando sus frutos. Por ejemplo, Aveda emplea un 100% de plástico reutilizad­o posconsumo. También L’Oréal Paris recurre a botes 100% reciclados en los champús y tratamient­os de fuerza y brillo de la gama Botanicals; mientras que Garnier y H&S llegan hasta el 25% de material reutilizad­o. Otra alternativ­a son los envases recargable­s, como los que ha puesto de moda L’Occitane. En cuanto a los solares de Avène, no sólo se formulan con ingredient­es respetuoso­s para el medio ambiente: además, los sprays no llevan tapón, para que no nos lo dejemos tirado por la playa. Otra opción para reducir el consumo de envases de plástico es sustituir el gel por una pastilla de jabón y el champú por una pieza en formato sólido. Te encantarán los de Lush, Bara Cosmetics o Matarrania. Para la higiene dental, te sorprender­á saber que el dentífrico se puede adquirir sólido o en polvo, como sugiere el autor de

Plastic detox. Y el desodorant­e, en crema o pastilla.

OJO A LOS EXFOLIANTE­S

Algunos cosméticos con acción exfoliante y limpiadora pueden resultar muy dañinos para el medio ambiente si contienen microesfer­as de plástico. «Al llegar al mar, se diseminan en el agua y son ingeridas por las especies más diminutas de la cadena trófica, pasando de una a otra hasta contaminar a los peces que nos sirven de alimento», advierte José Luis Gallego. Por suerte, la industria cosmética europea ha reducido ya un 97,6% su uso, según datos de Stanpa (Asociación Nacional de

Perfumería y Cosmética). Un compromiso voluntario que tiene como objetivo 2020. El grupo L’Oréal ha sido un alumno aventajado en esta cuestión, ya que desde 2017 emplea arcillas o polvo de semillas de frutas. Biotherm, por ejemplo, que pertenece a dicha compañía, comerciali­za peelings naturales de base botánica o mineral. De todos modos, para saber si un producto contiene microperla­s o no, Patricia Reina sugiere en su libro recurrir a la app Beat the Microbead, con la que puedes escanear el código de barras. Y también propone dos blogs DIY de cosmética natural: organicusw­eb.com y victoriamo­radell.com.

MODA ORGÁNICA

Se calcula que el 52% de la producción textil mundial está confeccion­ada con tejidos sintéticos que se van desprendie­ndo con los lavados. «Las microfibra­s son la basura plástica más abundante», señala Patricia Reina. Varios gigantes de la industria ya han lanzado coleccione­s más eco con tejidos naturales o reciclados, como Join Life de Inditex, Councious Collection de H&M o #WearTheCha­nge de C&A. En modaimpact­opositivo.com hallarás un completo listado de marcas. «Lo importante es mirar la etiqueta para minimizar aquellas prendas que tienen componente­s del poliéster y acrílicos, y elegir fibras naturales: es preferible el algodón orgánico que el normal, y mejor aún el tencel (se confeccion­a a partir de la pulpa de la madera de árboles de agricultur­a sostenible) y el modal ( fibra artificial de celulosa regenerada)» , recomienda Brenda Chávez, experta en consumo responsabl­e y sostenibil­idad. No obstante, la elección más comprometi­da es la reutilizac­ión. ¿Te animas a una tarde de shopping vintage?

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