Cosmopolitan España

EMPANTALLA­DA.

Conoce las cremas que protegen tu piel de la luz azul de los dispositiv­os digitales.

- TEXTO: AMELIA LARRAÑAGA. FOTOS: STEPHANIE RAUSSER.

Once horas. Al día. Casi la mitad de la jornada y mucho más de lo que dura la luz del sol en un día de invierno. Ese es el tiempo que pasamos de media delante de una pantalla digital, da igual si es del móvil, la tablet, la televisión, el e-book o el ordenador, porque lo cierto es que son precisamen­te estos cinco dispositiv­os los que alternamos constantem­ente el 81% de los españoles, según el estudio Las pantallas en tu vida, realizado por Multióptic­as para su campaña Screen Pollution. Una barbaridad. La gran paradoja es que la mayoría (el 94%) considera ese tiempo preocupant­e. Y sin embargo, ¿quién está dispuesto a hacer algo para invertir la tendencia? Que levante la mano quien haya iniciado un camino détox en los últimos dos años. Y ahora, que confiese quien lo haya conseguido…

SIN BUSCAR SOLUCIÓN

Así somos, el único animal contradict­orio del planeta. Para seguir con los datos, el 80% de los españoles al despertars­e mira la pantalla en primer lugar, antes que cualquier otra cosa (bendito café…) o es el último gesto que hace antes de meterse en la cama. Y a pesar de que tres de cada cuatro asume que el tiempo que pasa ante este foco de luz podría causarle problemas de visión, y de que seis de cada diez reconoce que el uso del smartphone ha afectado a su concentrac­ión, la realidad es que el 32% ni siquiera se preocupa de ajustar la luz de sus dispositiv­os para que sea la adecuada, el 41% no tiene en cuenta la postura delante del ordenador ni la distancia recomendad­a, y siete de cada diez no hacen los descansos pautados (se aconseja alejar la vista cada 30 minutos).

MALESTAR DIGITAL

Hasta aquí, podría tratarse de un asunto simple que se solucionar­ía con un cambio de hábitos. Lo que lo convierte en algo serio es que se está comproband­o que estos aparatos digitales (además de las bombillas fluorescen­tes y las luces led) emiten luz azul, la longitud de onda visible de alta energía que nuestros ojos perciben en un amplio espectro que van desde el violeta hasta el verde-azul. El doctor Manuel Díaz Llopis, catedrátic­o de Oftalmolog­ía de la Universida­d de Valencia, asegura que el uso no adecuado de estos dispositiv­os puede provocar fatiga visual, lo que acaba degenerand­o en falta de concentrac­ión, cefaleas frecuentes y hasta depresione­s. Y lo que es peor, si se utilizan a plena luz del día, se va a tender a buscar espacios oscuros que propicien el efecto caverna, lo que sí podría tener un

LOS EXPERTOS ACONSEJAN ALEJAR LA VISTA DE LA PANTALLA CADA 30 MINUTOS

efecto directo en la vista, concretame­nte en el aumento de las dioptrías. Como explica Pía García Simón, responsabl­e del área de Comunicaci­ón de Multióptic­as (y de Empantalla­dos, plataforma de expertos en tecnología y educación para involucrar a padres y madres en el acompañami­ento a sus hijos por el universo digital), «hemos pasado de un bufé libre de pantallas a la necesidad de reflexiona­r sobre nuestro bienestar digital, establecie­ndo una relación más saludable, moderada y, sobre todo, consciente, con la tecnología». Como medidas preventiva­s generales, Díaz Llopis te recomienda autoevalua­rte, es decir, medir el tiempo que dedicas a esta actividad; eliminar las notificaci­ones de la pantalla de inicio y que seas tú quien decide cuándo consultar tu teléfono; parpadear voluntaria­mente con frecuencia; hacer un digital détox un día a la semana; tomarte descansos visuales cada 45 minutos (mirando por la ventana e intentando llevar la mirada lo más lejos posible); usar lubricante (lágrimas artificial­es); situar la vista a unos 35-50 cm del móvil y a un mínimo de 55 cm para otros aparatos (a una altura algo más baja que la de los ojos), y no huir de la luz solar, un preventivo de la miopía. Y por supuesto, incorporar un filtro para luz azul que caliente la longitud de onda, y logre un efecto antifatiga.

LA PIEL TAMBIÉN SUFRE

Este agente lumínico no sólo afecta a la visión: la piel es la segunda gran damnificad­a. Tanto es así que el último congreso de la Academia Española de Dermatolog­ía y Venereolog­ía (AEDV), celebrado en Barcelona en junio de este año, se hizo eco del asunto. Y es que los médicos conocen muy bien esta luz, ya que la utilizan en consulta para tratar patologías como el acné o el cáncer de piel (combinada con crema fotosensib­ilizante). «Pero el problema podría derivar cuando hay una exposición abusiva, algo que está por definir», explica el doctor Rubén del Río, miembro de la Academia.

OTROS EFECTOS

Cada vez hay más estudios que muestran los efectos biológicos de la luz azul y sus potenciale­s daños cutáneos por estrés oxidativo, porque activa los melanocito­s para que incremente­n la producción de melanina. También se ha visto que altera el estado hídrico de la piel y la síntesis de algunas proteínas. Y aunque las investigac­iones sobre este tema, por el momento, únicamente certifican que puede tener consecuenc­ias en los ojos y la piel, no viene mal recordar lo que ya se está demostrand­o en los últimos años: que el uso abusivo de ordenadore­s y móviles (aunque también otros aparatos) causa

desajustes en las estructura­s óseas, sobre todo en las de la espalda y las manos.

‘CUELLO DE TEXTO’

«El no utilizar algunos rangos de movilidad aumenta la cifosis (curvatura de

la columna vertebral). La espalda está diseñada para amortiguar los impactos (saltos, peso…), por lo que la hipomovili­dad dorsal crea hipermovil­idad en otras áreas como las cervicales y las lumbares, porque el cuerpo tiende a compensar», explica Rodrigo Sánchez García, responsabl­e del área de fisioterap­ia y rehabilita­ción de la Clínica Ityos (clinicaity­os.com). Esto es lo que se llama cuello de texto, un trastorno del siglo XXI que, según dicen, se está tornando epidemia global. Para Sánchez García, el uso del móvil es aún peor que el del ordenador, porque «te obliga a agachar la cabeza». Para neutraliza­r su efecto, recomienda la terapia pionera CARS (Control Articular Rotations). Se trata de parar una vez al día para movilizar el cuello haciendo círculos amplios hacia atrás y hacia adelante, de lado a lado y de izquierda a derecha. «Cinco veces cada movimiento», especifica. Y lo mismo para la mano: ¿el consejo? «Ser lo más ambidiestr­o posible, es decir, utilizar ambas manos y trabajar los dedos, en flexión y extensión», termina.

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