CÓMO TE AFECTA EL WHATSAPP?
Aprende a gestionar el tiempo que pasas frente al móvil.
Recuerdas cómo era tu vida sin WhatsApp? ¿Cómo te organizabas antes para quedar y comentarlo todo con tus amigos? Por desgracia, la aplicación que tantas alegrías te da también tiene su lado oscuro. Por ejemplo: ¿por qué te tomas tan a pecho todo lo que te dicen o te dejan de decir vía chat? En el mundo presencial, un beso rápido y un «hasta luego» de tu pareja te parece perfecto, pero en cambio, te entristeces si su mensaje no llega rápidamente y envuelto en mil corazones. Hasta puedes enfadarte con cualquiera de tus colegas porque han sido muy secos, no contestan o no te dan la conversación que esperabas.
LA DROGA DEL S. XXI
¿Esto es normal? Sí y no. Lo es porque nos pasa un poco a todas, pero no lo es porque demandamos una atención a través de la app que no esperamos en la vida real. Es un deseo controlable dentro de unos límites, pero que puede terminar generando un enganche emocional. «Las personas dependientes tienen una necesidad de afecto excesiva y temen perder a la fuente que se la proporciona; por eso necesitan acceder constantemente a ella y experimentan mucha tensión si no lo logran –explica Raquel Graña, psicóloga y sexóloga–. Esta urgencia de refuerzo rápido, además de ejercer mucha presión en las personas que nos quieren, puede ser síntoma de una baja autoestima».
UN PLACER INSTANTçNEO
Pero las contraindicaciones de WhatsApp no se acaban aquí. Estamos ante una tecnología que, por su propio funcionamiento, estimula la adicción: te obliga a estar chequeando si tienes respuesta de los demás continuamente. «El tintineo de las notificaciones nos adiestra para que abramos la app de forma compulsiva» –comenta Víctor Sampedro, autor de Dietética digital (ed. Icaria)–. Cada vez que leemos los mensajes y satisfacemos nuestra curiosidad, el cerebro segrega dopamina, un neurotransmisor que provoca sensación de placer y hace que busquemos todo el rato ese estímulo». ¿Quieres desengancharte? Enrique Echeburía, catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, recomienda una «abstinencia de uno o dos meses antes de reaprender a utilizar la aplicación». Y estar alerta: si usarla te crea ansiedad, desconecta.