VIGILA TU ESPALDA.
¿ESTUDIAS O TRABAJAS ‘NON STOP’ DELANTE DE UN ORDENADOR? TE CONTAMOS TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE TU RETAGUARDIA.
Hábitos saludables para proteger tu columna.
El dolor de espalda es el primer motivo de baja laboral y la tercera causa de gasto médico en todo el mundo. Algo sorprendente, pero no tanto, si tenemos en cuenta la poca importancia que le damos a convivir con este tipo de dolencia. Una de las revistas de salud más prestigiosas, la norteamericana The Lancet, aporta datos preocupantes: la cifra de personas afectadas, 540 millones, aumenta cada año, y en nuestro país superamos la media porque el 63% de los españoles padecemos de la espalda. Obviamente, una mala higiene postural y el uso excesivo del ordenador están en el punto de mira de todos los expertos. Ata Pouramini, quiropráctico, director de Quiropractic Group (con clínicas en Valencia, Alicante y Alcoy) y autor del libro Tú eres tu medicina (ed. Vivir Books), lo achaca a la ausencia de una política sanitaria preventiva y echa en falta que se divulguen más indicaciones que eviten una epidemia en la que destacan el dolor cervical y lumbar.
PROTEGE TU ‘ACORDEÓN’
Aunque la columna vertebral tiene una importancia capital en nuestro organismo, lo cierto es que no le dedicamos el más mínimo cuidado… ¡hasta que duele! Su función es nada menos que la de soportar y distribuir las cargas y el peso corporal, mantener nuestra postura bípeda (esa que nos hizo liberar las manos y convertirnos en homo habilis) y, sobre todo, proteger la médula espinal. «Cada una de las vértebras que la componen contacta con la siguiente a través del disco intervertebral, trabajando de forma armónica, como un acordeón», explica el traumatólogo Manuel Villanueva. Por eso, una mala postura mantenida en el tiempo o la falta de tono muscular puede alterar las curvaturas naturales de provocando cifosis (espalda cargada) o lordosis (zona lumbar con mucha curva). Entre las principales causas del desastre está nuestro estilo de vida: mala postura en las sillas, sedentarismo, y una errónea graduación de gafas y lentillas que lleva a adelantar la cabeza (está demostrado que cada centímetro que diriges hacia adelante la cabeza, su sensación de peso se duplica). Pero, sin duda, el uso de ordenadores se lleva la medalla de oro. «Muchas de las lesiones provienen de tenerlos como compañeros más de ocho horas al día», justifica el traumatólogo. «Se podría decir que algunas de nuestras dolencias son verdaderas tecnopatías, incluso algunas difíciles de imaginar, como el cáncer, la diabetes, los problemas cardiacos, la obesidad, el estrés ocular y lesiones por esfuerzo repetitivo», añade.
OLVIDA LA RAQUETA
Moverse es muy saludable, pero no todas las actividades son adecuadas para la espalda. ¿Las más peligrosas? «Las que provocan impactos repetidos y prolongados, como los saltos y los deportes de contacto», detalla el especialista. Tampoco serían muy beneficiosas aquellas en las que la pelvis está bloqueada, como el esquí, ni tampoco las asimétricas, como los deportes de raqueta. ¿La mejor? El pilates y todas aquellas enfocadas a trabajar y reforzar el cinturón abdominal, los oblicuos y los dorsales, como la recomendadísima natación (siempre que no sea al estilo braza). Seguro que más de una vez, frente a un dolor cervical, dorsal o lumbar, has dudado a qué especialista acudir. ¿Un traumatólogo, un quiropráctico, un fisioterapeuta o, tal vez, un osteópata? Las diferencias entre ellos están claras. El primero trata las lesiones que afectan a ligamentos y articulaciones. El quiromasaje es una técnica milenaria que utiliza, casi exclusivamente, las manos, aunque incide en el problema desde el sistema nervioso. «La espalda es el cascarón que protege a la médula espinal, un canal de nervios que comunican el cerebro y el cuerpo», explica Alena Candova, quiropráctica
del Centro Vedacare, de Barcelona. «El cerebro siempre manda, es como un director de orquesta. Cuando se forma alguna obstrucción en la autov’a, se generan problemas en el estado físico y emocional», añade. El fisioterapeuta, que utiliza diferentes herramientas terapéuticas no farmacológicas, se apoya fundamentalmente en los masajes. Por último, un ostéopata buscará un equilibrio orgánico general, más que el alivio concreto de las molestias.
ESTÍRATE MÁS Y MEJOR
Si trabajas demasiado tiempo delante de un ordenador o utilizas el móvil a todas horas (mirar el teléfono agachada y en movimiento es como cargar sobre tus hombros un peso de ocho kilos), tienes que prestar especial atención a tu postura para prevenir los dolores antes de que sea demasiado tarde, ya que una patología, por lo general, muestra síntomas cuando ya está asentada. «Normalmente, tendemos a comportarnos de dos maneras opuestas y nada recomendables: o bien apoyamos todo el peso sobre el brazo con el que estamos manipulando el ratón o, por el contrario, lo cargamos todo sobre el codo del brazo que se encuentra libre. Ambas posiciones acaban provocando que se busque el alivio inclinando el cuerpo hacia delante, de manera que las cervicales puedan ser flexionadas anterior o lateralmente, dando lugar a una postura incorrecta», detalla Jesús Santiuste, fisioterapeuta y osteópata del Centro de Salud & Estética Natividad Lorenzo, de Madrid. Para prevenir lesiones, los estiramientos específicos son un buen antídoto. ¿Los mejores? Las extensiones, inclinaciones y rotaciones de cuello, hacia adelante, atrás, en sentido horizontal y oblicuo, y rotar los hombros formando círculos imaginarios. Otra causa recurrente de problemas es el tándem que forman colchón y almohada. Lo más recomendable es escoger una base de descanso de firmeza media, ni muy dura ni extremadamente blanda, aunque si hay que decantarse hacia uno de estos extremos, es preferible que sea más bien rígido y se adapte a la curvatura fisiológica de la espalda. Y a la hora de comprar la almohada, debemos tener en cuenta cómo dormimos y buscar una que respete la posición natural del cuello. Por último, es aconsejable acudir regularmente a la consulta de un fisioterapeuta como medida preventiva.
CUIDADO CON LOS TICS
Evita esos pequeños gestos cotidianos que tienen que ver con nuestro cuerpo y practicamos, muchas veces, inconscientemente. Según el quiropráctico Ata Pouramini, aunque parezcan inofensivos pueden producir dolor cervical e, incluso, llegar a cronificarlo. Algunos de los tics más frecuentes e interiorizados en nuestra vida son: girar la cabeza de manera automática para despejar el flequillo y que no interrumpa la visión o para colocar la melena (lo que además ocurre, casi siempre, de manera asimétrica), con el consiguiente riesgo de sentir un latigazo cervical; tras la ducha o en la piscina, secar el cabello mojado con movimientos bruscos (por ejemplo, hacerlo boca abajo y levantar la cabeza de golpe), o llevar complementos (pendientes y collares) muy pesados que pueden provocar rigidez en el cuello.