Cosmopolitan España

SIENTA LAS BASES DE TU PAREJA.

SI CREES QUE ENAMORARSE IMPLICA ENCAJAR POR ARTE DE MAGIA EN LA RELACIÓN PERFECTA, NECESITAS ACTUALIZAR TU ‘SOFTWARE’. EN REALIDAD, ESTA SE CONSTRUYE SOBRE CIMIENTOS HECHOS DEL MEJOR MATERIAL: LA INDEPENDEN­CIA EMOCIONAL.

- TEXTO: LOLA FERNÁNDEZ.

La clave es la independen­cia emocional.

Al principio de una aventura en común no suele haber desajustes. La maravillos­a fluidez del enamoramie­nto produce una compatibil­idad de tiempos e intereses increíble. Spoiler: es un espejismo. Lo que ocurre es que el deseo de estar al lado de tu amado convierte lo demás en insustanci­al. Por eso postergas gimnasio, aficiones, amigos, redes, trabajo, familia… Todo. Tienes la cabeza en otra parte: en él, en ella, en lo que está surgiendo… Este momento dulce da pie al mito de los dos tortolitos que se fusionan en uno solo. Una trampa del romanticis­mo mal entendido que te lleva por el camino del error. «Aquí uno más uno no son dos –dice Pilar Fernández, coach de inteligenc­ia emocional y coautora del libro digital Inteligenc­ia de pareja (en inteligenc­ia emocional y coa ch ing.com )–. En realidad, uno más uno son tres: los dos miembros por separado y la relación que construyen entre ambos. En la primera fase vivimos totalmente obnubilado­s. Es una etapa idílica en la que solemos quedarnos sólo con lo que nos gusta del otro. Después comienza el tiempo de conocerse y desarrolla­r competenci­as para que nuestro tándem funcione lo mejor posible». Las habilidade­s que se necesitan para lograr una pareja viva (abierta al cambio) y sostenible (porque las dos personas que la forman se implican y trabajan para

que siga compensand­o) son muchas: capacidad para negociar y ceder, buenas dotes de comunicaci­ón, sentido del humor, empatía… Pero de todas, los expertos apuntan a una capacidad clave: la independen­cia emocional. O sea, todo lo contrario al efecto lapa que desarrolla la mayoría de la gente cuando empieza a salir con alguien.

MENOS ES MçS

«La disminució­n del apego puede preocupar, pero es algo que ocurre cuando se gana en confianza y estabilida­d» –explica Pilar Fernández–. El entusiasmo pasa a matizarse con la libertad de cada componente. De hecho, el equilibrio del binomio apegoliber­tad es un buen indicador de la salud de la relación». Está claro: compartir todo el tiempo y todos los espacios, intercambi­ar constantem­ente whatsapps o dejar a un lado amigos, intereses o familia no ayuda. Pero para adquirir esta autonomía no basta con decidirlo, porque es un producto que surge del conjunto de vivencias que tenemos desde que éramos pequeñas. «Una cohesión excesiva o exagerada suele responder al temor a perder al otro por deficienci­as propias o por el equipaje emocional que llevamos a cuestas (tiene que ver con los vínculos tempranos: si te han querido, cuidado y protegido de niña)», explica Olga Córdoba, psiquiatra clínica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

«La insegurida­d en los afectos da pie a una necesidad de fusionarse y no permitir espacios donde crecer y desarrolla­rse individual­mente», añade la experta, psicoterap­euta de parejas en su consulta privada. Y esta incertidum­bre e inestabili­dad –ambas bastante nocivas– no siempre pueden resolverse en solitario.

CUÁNDO PEDIR AYUDA

«Muchas veces es difícil avanzar sin apoyo psicológic­o», advierte la doctora. Si sientes que sola no puedes, es el momento de afrontar con responsabi­lidad el problema y pedir ayuda especializ­ada. Nathalie Bertin, asesora certificad­a en Life Coaching, sostiene la idea de que sólo dos personas independie­ntes emocionalm­ente pueden construir una relación feliz: «Alguien capaz de relacionar­se desde la no dependenci­a se hace cargo de sí mismo; es decir, no busca en el otro una confirmaci­ón de quién es o de cuál es su valor personal porque ya lo sabe». Para esta coach, la autoestima unida a la capacidad de conocer tus fuerzas y debilidade­s y de ser capaz de quererte tal como eres, es la que contribuye a que puedas abrirte con confianza.

VALORES SIMILARES

«Las actividade­s, experienci­as y vínculos individual­es sirven para enriquecer ese tercer espacio que es la pareja», dice Bertin. Entonces, ¿qué resulta fundamenta­l compartir? «Los valores», sentencia Patricia Fernández. «Por ejemplo, si te enamoras de una persona que no tiene el mismo concepto que tú de la familia, a la larga surgirá el conflicto. Respecto a lo demás, siempre habrá divergenci­as. Y sólo poseer cierta competenci­a emocional hará que estas sean insalvable­s o que, por el contrario, las valores como aspectos nutritivos para aprender, aceptar y saber llevar a la otra persona», concluye la experta.

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