LIGAR EN LA OFICINA.
Una encuesta COSMO revela qué ha cambiado tras el #metoo.
A pesar de que muchas compañías han contratado a ‘ coaches’ antiligoteo, el 40% de las mujeres se ha liado con un compañero en alguna ocasión
Después de la cantidad de casos de acoso que han salido a la luz a raíz de destaparse el escándalo del productor de cine estadounidense Harvey Weinstein, cabría pensar que el lugar de trabajo es el sitio menos apetecible para ligar con alguien. Entre otras cosas porque, como consecuencia del movimiento #MeToo, que alentaba a las mujeres a denunciar públicamente, las empresas han adoptado políticas más estrictas en materia de affaires en la oficina. Muchas han cancelado fiestas internas para evitar que los trabajadores intimen más de la cuenta, han contratado a coaches antiligoteo corporativo o han pedido a los empleados que ya formaban pareja que firmen contratos para que quede claro (y por escrito) que esas relaciones son consensuadas. Imagínate el trío formado por tu pareja, tú y… ¡Recursos Humanos! Quizás por eso se ha dado por hecho que las mujeres ahora se lo piensan mucho antes de liarse con alguien de la oficina o que ni siquiera se les pasa por la imaginación. Pero nada más lejos de la realidad: ligamos tanto o más que antes. ¿Por qué lo sabemos? Porque en COSMO hemos preguntado a más de 800 jóvenes de entre 18 y 35 años por esta cuestión. Y el 84% de las encuestadas está completamente a favor de enrollarse con un compañero, siempre y cuando no pertenezca a su mismo departamento. Pasamos media vida en el trabajo, ¿qué esperábamos? «El fenómeno #MeToo no me ha hecho cambiar de idea sobre la posibilidad de tener un rollo con un colega», confiesa Carlota, de 33 años, abogada en una consultoría. «No estamos hablando de montar orgías, sino de sentirse atraída, algo bastante probable y natural». De hecho, el 62% de las participantes está a favor de este tipo de coqueteos, un 40% reconoce haberse liado con un compañero alguna vez y el 72% tiene al menos una amiga que lo ha hecho. Para Julia, de 29 años y dedicada al sector de la comunicación, hay una gran ventaja: «Salí con una compi y me encantó porque nos gustaban las mismas cosas y entendíamos bien las obligaciones de la otra, así que teníamos muchos temas de conversación. Además, vivíamos muy cerca y, al estar en la misma empresa, nuestros horarios eran similares».
La era del empoderamiento
Lo que sí ha cambiado tras la última revolución feminista es que existe una presión añadida por mantener las relaciones en secreto. «A mi chico y a mí nos daban miedo las consecuencias si se enteraban; por eso no se lo contamos a nadie», confiesa María, de 23 años, ingeniera en una empresa constructora. «¡Una vez tuvimos que escondernos detrás de un árbol para que no nos viesen!», continúa. Al final, su novio se sintió obligado a dejar el trabajo para no tener que seguir así. Pero, paradójicamente, buscar el amor en horario laboral quizás sea menos problemático en estos tiempos que antes del huracán #MeToo. Diana, de 26 años y trabajadora de una clínica, cree que los hombres van con más cuidado para no pillarse los dedos. «Saben que no pueden inventarse nada porque, si lo hacen, habrá una investigación concienzuda y se desvelará toda la verdad sobre ellos», reflexiona. Además, las mujeres se sienten especialmente empoderadas
En nuestro país, la ley obliga a las empresas a tomar medidas contra el acoso. Si no lo hacen, pueden ser multadas con hasta 180.000 euros
para decidir con quién quieren verse y con quién no. Al fin y al cabo, como asegura Olivia, enfermera de 22 años, «el movimiento #MeToo nos ha dado el poder necesario para negarnos a enrollarnos con alguien, pero también para decidir hacerlo». De hecho, la gran mayoría de las encuestadas –¡nada menos que el 90%!– asegura que nunca saldría con su jefe. Y ya no tiene miedo a decir que no si un superior le propone ir a tomar algo, sobre todo porque cuenta con el apoyo de la empresa (hay auténtica obsesión por regular el espinoso asunto de las citas). Por ejemplo, el 51% de las compañías estadounidenses ha establecido protocolos para hacerlo, según la firma especializada en coaching profesional Challenger, Gray & Christmas.
¡No a los abusos sexuales!
Aunque, como explica Marianne Cooper, doctora en Sociología del Instituto Clayman de investigación en materia de género de la Universidad de Stanford (EE. UU.), «si sólo se centran en implementar una política de tolerancia cero con los romances, tal vez no estén abordando el verdadero problema. Porque en el acoso sexual suele existir un abuso de poder, algo que no tiene nada que ver con que un compañero te pida quedar un día». Así, también se da por hecho que las mujeres no saben diferenciar entre la insinuación sexual no correspondida por parte de un compañero y una relación claramente consensuada. Por fortuna, en nuestro país la ley ha obligado a las empresas a adoptar medidas preventivas contra el acoso y, si no protegen y defienden a las víctimas de él, pueden enfrentarse a multas de 6.000 a más de 180.000 euros. Fruto de ello, muchos harvey weinsteins ya han sido despedidos. Además, este movimiento ha dado pie a que redes sociales como Facebook establezcan un mayor control sobre los usuarios con el fin de evitar situaciones delictivas de persecución sexual, bullying o incitación a la violencia. Con todo, las mujeres siguen necesitando –y deseando– que los departamentos de Recursos Humanos se impliquen en estos casos que, por desgracia, no han desaparecido a golpe de hashtag. «Decir a los trabajadores que no pueden salir con compañeros no va a acabar con el machismo y los abusos, ni tampoco va a disuadir a la gente de llevarlos a cabo», afirma Marianne Cooper. Es más, estas prohibiciones, que pueden interpretarse como algo sexistas, pueden provocar un efecto colateral negativo: generalizar la idea de que cualquier manera de socializar con una mujer en la oficina es arriesgada y no debe hacerse. Algo que ya está ocurriendo, porque el 27% de los hombres evita tener reuniones a solas con compañeras, según una encuesta de la Universidad de Houston (EE. UU.). Otra forma más de discriminar…