APRENDE A DISCUTIR.
Una dosis de humor siempre relaja.
Las microdiscusiones por cuestiones domésticas (¿cuántas veces te has visto diciéndole que jamás vacía el lavavajillas?) o por la excesiva dedicación al trabajo de uno de los dos pueden abrir pequeñas ranuras en tu relación que, si no haces nada, acabarán convirtiéndose en enormes grietas. Y es que a diferencia de un disgusto por una infidelidad o una crisis tras una pelea fuerte –problemas que sabes que necesitan una solución desde el primer momento–, los piques, incluso cuando son constantes, suelen ser infravalorados porque tienen un impacto reducido (ese es el peligro), que lleva a pensar que no hay motivo para alarmarse. Por eso, quienes discuten mucho pueden permanecer juntos años y años, a pesar de que ambos tengan la sensación de que el otro no les valora lo suficiente o perciban que, en realidad, no hacen nada bien. ¿Es tu caso? La terapeuta de pareja Esther Perel, famosa por sus charlas TED y autora del best seller El dilema de la pareja (ed. Diana), te da cinco claves para limar asperezas.
CÉNTRATE EN LO BUENO
Es fundamental entender que, cuando surge una polémica, cada uno tiene su propio punto de vista. Puede que creas que vuestra relación está desequilibrada porque tú le cuidas más a él que él a ti (o a la inversa). Pero maximizar los
aspectos negativos y minimizar los positivos lo único que conseguirá es que aumenten tus prejuicios hacia él. Un ejemplo: imagina que tus amigos os invitan a una fiesta y tu chico tiene mucho trabajo. Si llegáis tarde, pensarás que es porque pasa de tus colegas, y si estáis a la hora, dirás que ha sido porque no había tráfico, no porque se ha esforzado en llegar pronto. Sé consciente e intenta cambiar. «Escribe una lista con las cosas que tu pareja hace para te sientas especial y querida», dice Perel.
NO TE QUEJES, PREGUNTA
A veces resulta más cómodo enfadarse que sentirse vulnerable cuando se ha pedido algo y se teme que la respuesta sea «no». También es más fácil quejarse cuando se piensa que el otro ha metido la pata que hablar con él. Si te parece un drama que no haya pagado el recibo del seguro de la casa, sustituye el «¿tanto te costaba hacerlo a tiempo?» por «quizás si la próxima vez nos ponemos una alarma en el móvil no se nos olvidará».
EVITA ‘SIEMPRE’ Y ‘JAMÁS’
Normalmente, cuando se discute se abusa del lenguaje absolutista. Si tu vocabulario se basa en expresiones como «yo hago todo, tú no haces nada» o «siempre te tengo que pedir que bajes la basura», la conversación se polariza y hace que sólo uno de los dos pueda expresar sus sentimientos. Eso provoca que los deseos de tu pareja por agradarte se esfumen automáticamente. Y además, refuerza la idea de que eres tú quien está haciendo que funcione la relación. Elimina de las disputas palabras como siempre, jam‡s, nuncaÉ y céntrate en dialogar sobre los asuntos a resolver.
AÑADE UN TOQUE DE HUMOR
Por lo general, las peleas suelen ser demasiado rígidas. Sin embargo, bromear en algún momento puntual puede ser la estrategia perfecta para distender la situación (sea cual sea la magnitud del conflicto). Reiros os dará otra perspectiva y os ayudará a distanciaros del problema y a daros cuenta de que no es para tanto.
MUESTRA EMPATÍA
¿Te has parado a pensar que tu pareja tiene los mismos intereses que tú? Los dos queréis eliminar tensiones y disfrutar de una convivencia tranquila, ¿a que sí? Para que eso ocurra, es necesario que apreciéis y entendáis el punto de vista del otro. ¿De verdad piensas que quiere enojarte, decepcionarte o hacerte daño a propósito? Probablemente no. ¿Y si ambos estáis pasando por un momento difícil y por eso polemizáis más? Como explica Esther Perel, «reflexionar y reconocer todo esto, y ser colaborativa en vez de combatir te ayudará a dejar de polemizar por tonterías».
« Escribe una lista con las cosas que tu pareja hace para que te sientas querida » , aconseja Esther Perel