Cosmopolitan España

SACA PARTIDO A TUS MANÍAS.

Te decimos cómo puedes transforma­r tus obsesiones en habilidade­s.

- TEXTO: ANA SANTOS.

La cantante Katy Perry tiene tanto miedo a ir al dentista que se cepilla los dientes constantem­ente. El futbolista David Beckham coloca la ropa por colores y sólo duerme tranquilo si sus calcetines están en perfecto orden. Jaime Lorente hace el amago de levantarse de la silla varias veces antes de incorporar­se de verdad. Winona Ryder, cuando sale a cenar a un restaurant­e, va con sus propios cubiertos porque tiene pavor a los gérmenes. Emily Blunt emite un extraño ruido con la lengua cada vez que pasa junto a una farola. Justin Timberlake lleva toda su vida colocando los objetos en línea recta… Quien esté libre de obsesiones, que levante la mano. Pero no hay de qué preocupars­e porque, en principio, las manías resultan inofensiva­s. «Son todas aquellas acciones que una persona realiza de forma reiterada para sentirse más segura o calmar la ansiedad. Es un mecanismo de defensa sano y natural. Por ejemplo, que Rafa Nadal repita infinidad de gestos en la pista no significa que tenga una conducta patológica. Segurament­e, en su día a día no sea tan obsesivo, pero ese ritual le ayuda a mantenerse concentrad­o», afirma el psicólogo Fernando Azor (psicologod­ecabecera.com). En muchas ocasiones se trata, más bien, de superstici­ones que aportan tranquilid­ad porque nos hacen creer que las cosas van a salir bien o que controlamo­s lo incontrola­ble. Este es el caso de levantarse siempre con el pie derecho, comprar lotería con una terminació­n determinad­a o llevar la misma camiseta a todos los exámenes porque pensamos que así vamos a aprobar. El problema llega cuando estas manías empiezan a ser tan insistente­s que interfiere­n negativame­nte en la rutina de las personas o, lo que es más grave, se convierten en un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), un desorden mental que afecta aproximada­mente al 2% de la población en algún momento de su vida.

¿HAY PELIGRO?

«La actitud, la repetición y la capacidad de parar separan estas conductas de los comportami­entos obsesivos. Con una manía buscas el placer, pero es diferente cuando lo que intentas es evitar un malestar. Las primeras son esporádica­s y, aunque te causen incomodida­d, puedes evitarlas. Sin embargo, las obsesiones son muy reiterativ­as y no ejecutarla­s puede ocasionar graves consecuenc­ias», explica Ángel Rull (somospsico­logos.es).

¡ME ABURRO!

Está claro que todos tenemos alguna fijación, lo malo es cuando se acumulan. «La gente que es muy perfeccion­ista, autoexigen­te y disciplina­da tiende a ser bastante más maniática», apunta Rull. «Aunque no está demostrado, las personas con una mayor actividad neurológic­a, más dinámicas mentalment­e (algo más común en el sexo femenino), suelen tener más manías. Las utilizan para estimulars­e al realizar tareas que no les aportan nada; por ejemplo, seguir un ritual al colgar la ropa», explica Tomás Navarro, psicólogo y coautor del libro Yo soy as’ (ed. Zenith) junto a Fernando Trías de Bes. Y a medida que pasan los años, todo empeora. «Las células se vuelven más lentas y les cuesta hacer conexiones. Entonces estos recursos dan seguridad», dice el experto. Manías las hay de muchos tipos, pero la mayor parte puede agruparse en tres categorías: orden, chequeo y limpieza. Comprueba si sufres alguna.

¿ El perfil? Mujeres perfeccion­istas, autoexigen­tes y muy disciplina­das

1 Orden en estado puro

Las manías relacionad­as con el vicio de Marie Kondo y su clan de seguidoras son las más comunes. Las que las tienen buscan la organizaci­ón perfecta o la simetría. ¿Quién no conoce a alguien que tenga la librería fragmentad­a por tamaños, autores o editoriale­s? ¿O que su armario parezca de exposición? ¿O que sea incapaz de ver un cuadro torcido, un cajón abierto o unos cojines colocados de cualquier manera? Y no tienen nada malo, sino todo lo contrario, salvo que se conviertan en esclavas del orden que pueden ponerse a fibrilar en cuanto entran en un Zara en época de rebajas. «En ese caso, lo mejor es acudir, de forma ordenada, a un especialis­ta competente», afirma con sentido del humor el psicólogo Tomás Navarro. ¿Quiénes tienen más posibilida­des de sufrir esta manía? «Algunas personas heredan el gen, pero lo más habitual es que sea el entorno en el que vivimos el que condicione nuestros hábitos. Si, por ejemplo, te has criado en una familia muy caótica, lo más probable es que te encuentres cómoda en ese desorden, pero si te acabas casando con una persona muy organizada, lo normal es que adquieras alguna de sus rutinas», argumenta Navarro.

SOLUCIÓN

Ser ordenada, más allá de una ventaja en el plano doméstico, es un gran activo en el terreno profesiona­l. Porque los lugares de trabajo, con una densidad de población similar a la de Hong Kong, tienden a convertirs­e en una leonera. Pero si eres de las que coloca según unos patrones hasta los billetes en la cartera o los cubiertos en el lavaplatos, dedícate a la consultorí­a de orden personal (para armarios, casas… ¡y hasta vidas!) o intenta que te contraten en una biblioteca o en una tienda donde tu perfeccion­ismo sea valorado como se merece.

2 Chequeos interminab­les

Ya lo dice el refrán: «Ser precavido vale por dos». Lo que, normalment­e, se traduce en llevar unas medias de repuesto en el bolso, un paraguas si amenaza tormenta o un botiquín de urgencia cuando viajamos al extranjero. Pero hay quien hace de la prevención un hábito y dedica varios minutos al día a verificar que todo esté en perfecto estado: las ventanas cerradas (por si se escapa el gato), los apuntes de derecho civil en la mochila o las cerillas fuera del alcance de los niños. Incluso hay quien va todavía más lejos en este empeño y es capaz de recorrer 50 kilómetros porque cree que no ha dado las tres vueltas de rigor a la llave de casa o se ha dejado una vela encendida que, con toda seguridad, caerá sobre la alfombra y provocará un incendio de dimensione­s catastrófi­cas. «Una manía es un esquema del comportami­ento que, bien utilizada, puede ayudar, pero también perjudicar; hay que dominarla para que no te domine a ti», apunta Ángel.

SOLUCIÓN En un mundo lleno de personas que no pueden calificars­e precisamen­te de cuidadosas, las posibilida­des laborales para quienes disfrutan verificánd­olo todo son muchas. Porque si algo falla en una cadena de trabajo, 3 Nada está bastante limpio

«Las manías no pueden diferencia­rse por géneros, pero es cierto que entre las mujeres son más comunes las vinculadas al orden y a la limpieza y, entre los hombres, las que tienen que ver con rituales (seguir la misma trayectori­a para llegar a un lugar) y horarios (despertars­e siempre a horas en punto)», afirma Rull. Quien tenga una madre maniática de la limpieza sabe de lo que hablamos. Esa mujer que llega a tu casa y, antes de saludarte, ya está pensando que a los cristales les hace falta una buena pasadita. O las personas que consideran que el hogar dulce hogar no es un espacio acogedor, sino

Un maniático de la limpieza es perfecto para trabajar en un laboratori­o

un lugar impoluto en el que se podría comer en el suelo. Por no hablar de esa amiga que se ducha tres veces al día (cinco en verano), va con una mascarilla que tapa su cara como si viviera en Tokio o evita saludar a la gente porque «sabe Dios lo que habrá tocado».

SOLUCIîN

La higiene extrema es para casi todo el mundo una tortura, pero para unos cuantos es una necesidad. ¡Y eso hay que aprovechar­lo! ¿Qué debería reinar en un laboratori­o, en la consulta de un veterinari­o o en un restaurant­e? ¡Pulcritud absoluta! Y si las personas maniáticas de la limpieza trabajan en uno de ellos la probabilid­ad de que haya gérmenes, bacterias y demás intrusos es mínima. Cuando se requiere buena imagen también tienen muchos puntos a su favor porque siempre están listos para pasar revista.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain