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HAZTE FLORAL LOVER.

A partir de los 20 años, las células madre de la piel pierden energía. La solución está donde menos te imaginas: en la naturaleza.

- TEXTO: MARÍA FERNÁNDEZ-MIRANDA. FOTO: DONNA TROPE.

La naturaleza te ayuda a controlar el envejecimi­ento de las células madre.

Si aún no has cumplido los 35, probableme­nte resoples al oír a alguien hablar del envejecimi­ento. «¡A mí todavía me falta mucho para eso!», piensas por dentro. Pues sentimos darte una mala noticia: las células madre de la piel (que son muy escasas y funcionan como «el motor de la regeneraci­ón cutánea», según Bruno Bavouzet, CEO de Investigac­ión del grupo LVMH) pierden el 50% de su energía entre los 20 y los 40 años. Y sin energía, a esas células tan valiosas les cuesta repararse de los daños que sufren a diario por culpa de los rayos ultraviole­ta, la contaminac­ión y otros factores. O sea que, aunque no lo creas, tu piel está perdiendo juventud mientras lees este reportaje. Pero no te asustes, porque puedes hacer algo para recargar la batería celular: usar las moléculas que la naturaleza pone a nuestra disposició­n. En eso consiste la denominada ciencia floral, una de las corrientes en las que están trabajando algunas de las marcas cosméticas que más invierten en innovación, como Dior. Esta firma acaba de reinventar su línea Capture –que nació en 1986, y desde entonces no ha dejado de evoluciona­r– con una fórmula que reactiva la capacidad de regeneraci­ón de las células madre. En concreto, en el corazón de los nuevos productos Capture Totale C.E.L.L. Energy hay cuatro flores: longoza de Madagascar, peonía china, lirio blanco y jazmín amarillo.

UNA RESERVA DE VIDA

La naturaleza alberga mucho más poder del que imaginamos, incluso cuando se trata de ayudarnos a cuidar la piel. «A lo largo de los milenios, las plantas se han ido diversific­ando y han logrado adaptarse a todos los entornos del planeta», explica el doctor Hakim Mireau, del Instituto Nacional de Investigac­ión Agronómica de Francia (INRA). Por eso, añade el experto, «son una reserva natural muy rica en moléculas activas». Piensa en un árbol centenario, de esos gigantesco­s; si ha crecido y vivido tanto es «por su capacidad asombrosa de regenerars­e», apunta Mireau. Ahora te toca a ti imitarlo, sumando a tus rutinas de belleza un cosmético (o varios) que siga los dictados de la ciencia floral.

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