Cosmopolitan España

LIVING APART TOGETHER.

Estalla el ‘ boom’ del Living Apart Together, parejas con una relación seria que han decidido vivir separadas. Independen­cia, libertad… Coge papel y boli y anota las ventajas. Son muchas.

- TEXTO: ESTHER G. VALERO.

Parejas que viven separadas y funcionan.

Se acabaron esas largas y tediosas negociacio­nes con tu pareja para elegir el lado de la cama y las discusione­s acerca de a quién le toca recoger la mesa, pasear al perro o sacar la basura. ¡Llega la moda de las relaciones LAT! Estas siglas provienen del concepto Living Apart Together, que define esos contratos entre personas que deciden amarse y respetarse, pero sin compartir el mismo techo. Si siempre has querido pronunciar la frase «¿En tu casa o en la mía?», quizá te conviene plantearte este formato de compromiso por el que ya apuestan más de dos millones de matrimonio­s en Estados Unidos y que está cogiendo cada vez más consistenc­ia en España (en torno a un 8% elige esta modalidad, según el Economic and Social Research Council de Reino Unido).

UNA GRAN FLEXIBILID­AD

Nuestro estilo de vida está cambiando a un ritmo trepidante. Los estándares tradiciona­les de pareja se están quedando desfasados y van dando paso a alternativ­as más flexibles, asociadas a la necesidad de disfrutar de un espacio propio. Y es aquí donde entran en juego las LAT. En realidad no se trata de una opción vanguardis­ta, lo que ocurre es que es ahora cuando se ha convertido en una posibilida­d real. Según explica Paloma Acebedo D’Olhaberria­gue, especialis­ta en psicología clínica, esta transición se debe a dos circunstan­cias: «Por un lado, se está produciend­o una transforma­ción en la mentalidad de los jóvenes, que viven las relaciones de otra manera y valoran su independen­cia por encima de todo. Por otro, los últimos años ha crecido considerab­lemente el número de familias complejas, formadas a partir de una separación con niños de por medio. Aquellos que ya tenían hijos al iniciar su historia muchas veces prefieren que estas parcelas sigan siendo autónomas y optan por esta solución». Este tipo de formato cuenta con prácticame­nte el mismo número de adeptos que de detractore­s. Mientras los primeros aseguran que es una opción perfecta para mantener a salvo la intimidad de cada uno, los segundos la tachan de yo’sta y critican una marcada falta de compromiso, ya sea por miedo o por egoísmo. La psicóloga puntualiza que se trata de una elección tan aceptable como cualquier otra,

siempre que sean las dos partes las que accedan a llevar ese estilo de vida: «Hay tantas relaciones como parejas, incluso más, porque entablamos vínculos diferentes con cada persona con la que iniciamos un lazo emocional. Cualquier opción es válida si nace del consenso». Además, Paloma Acebedo D’Olhaberria­gue aclara que estas tienen el mismo grado de compromiso (o aún mayor) que las que se basan en el modelo de siempre: «Aunque pueda no parecerlo, exigen muchísimo y piden más confianza que las que fundamenta­n su futuro en la convivenci­a. El hecho de no verse la mayor parte de los días requiere un gran esfuerzo para mantener viva la unión».

LAS REGLAS DEL JUEGO

Si te atrae esta fórmula has de tener en cuenta que no basta con vivir en diferentes casas. Para colgar el cartel de LAT, hay varios requisitos que han de estar presentes si quieres que funcione y sea un proyecto a largo plazo. «En primero lugar, ambos debéis estar de acuerdo en que es la opción que realmente deseáis asumir. En ocasiones, uno de los dos acepta esta condición para no perder al otro y no porque realmente le apetezca. En este caso, faltaría esa reciprocid­ad imprescind­ible –explica la psicóloga–. En segundo lugar, debe existir un acuerdo tácito de fidelidad y de compartir la vida. Está claro que nunca se sabe hacia dónde vais a ir, pero debéis tener metas comunes. Si pensáis que lo vuestro es temporal, tampoco formáis parte de esta categoría».

SINCERIDAD ANTE TODO

Una buena comunicaci­ón es siempre clave para llegar a buen puerto, pero aún más si te mueves en este terreno. El factor distancia y el alto grado de libertad que implica hace que la desconfian­za esté continuame­nte al acecho y pueda presentars­e en cualquier momento. Tenéis que hablar claro para evitar malentendi­dos y, sobre todo, sentar las bases de vuestra decisión. Así esquivaréi­s conflictos que puedan enturbiaro­s. «A pesar de no cohabitar, las LAT tienen ilusión y hacen planes; por eso necesitan dedicar tiempo a crear sus propios códigos para alcanzar sus objetivos», puntualiza Acebedo D’Olhaberria­gue.

MENOS DESGASTE

María Velasco y Emilio Rodríguez iniciaron una relación LAT hace diez años. Se conocían desde niños, pero no comenzaron a salir hasta tiempo después de que se separaran de sus anteriores parejas. Vivían en diferentes ciudades y les resultaba difícil tener que renunciar a todo por su amor –eso funciona muy bien en las películas, pero no tanto en la vida real–, así que se plantearon este formato menos convencion­al. Después de una década, María reconoce que al principio fue duro, pero que ahora no lo cambiaría por nada: «Nos hemos

ido acostumbra­ndo y tiene muchas ventajas. Cada uno cuenta con su espacio para seguir con el modelo que construyó sin el otro y, cuando nos vemos, disfrutamo­s y exprimimos al máximo nuestro tiempo. No nos cansamos en absoluto; a veces la convivenci­a quema, pero nuestra relación no ha sufrido ningún desgaste». Respecto a lo mejor de esta fórmula, ella lo tiene claro: «Valoro mucho mi libertad y tener un trocito de mi vida sólo para mí. Lo nuestro funciona bien así. Quizá tiene que ver con que los dos somos muy independie­ntes y con que estamos juntos porque queremos, no porque lo necesitemo­s. Hay quienes están todos los días pegados cuando la realidad es que se encuentran cansados el uno del otro. Y eso a nosotros no nos ocurre», concluye. ¿Te animas a probar?

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