Cosmopolitan España

EL NOVIO ESTUPEFACT­O.

Las inspeccion­es en los roperos pueden reflotar ‘outfits’ que ni la moda ‘retro’ salvaría. ¿Te atreves?

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Buceo en el fondo del armario.

Con cada nuevo año, A. y yo tenemos tres rituales y este, que encima cambiamos de década, no iba a ser una excepción. El primero consiste en bajarnos una app de pago para hacer abdominale­s; el segundo pasa por renovar la ropa de los armarios, y el tercero, como somos una pareja de tradicione­s, consiste en eliminar la aplicación en febrero, justo cuando se acaba el mes gratuito de prueba. Por eso, mejor nos centramos en el borrón y cuenta nueva de modelitos. La inspección del ropero no es una tarea fácil y siempre tardamos muchísimo –hay que hablar de los momentos en que nos pusimos cada prenda–, pero esta vez ha sido tremenda: hemos recordado looks vergonzoso­s que los dos teníamos guardadito­s en esos rincones que jamás salen a la luz. A. empezó muy fuerte con el pantalón de campana, ese con el que entraba al instituto creyendo que era Avril Lavigne cuando, en realidad, iba fregando la calle y los días de lluvia la humedad le llegaba hasta la rodilla. Yo contraataq­ué con camisas marca Dj’s Band color azul eléctrico (muy eléctrico) y con los cuellos subidos (muy subidos). Llegar a una discoteca y creerte el Tito Rober de UPA Dance (never forget) era todo uno. Luego salió un chándal y nos acordamos, cómo no, de Rosalía, pero también de cuando se pusieron de moda los que llevaban corchetes. Cuantos más tenía, más molón era. Que hacía frío, los cerrabas; que te abrasabas de calor, los abrías y te quedabas con la pernera al aire como J. Lo. Mi clase esos días parecía una escuela de stripers

de extrarradi­o a medio desnudar. Cuando A. y yo llevábamos la mitad del trabajo hecho, reflexiona­mos y coincidimo­s en que Operación Triunfo

había hecho mucho daño en la moda de los 2000. A. confesó que había usado tops triangular­es anudados a la espalda –que tanto se ponía Chenoa– y que le quedaban como a un Cristo dos pistolas. Yo la animé diciéndole que me flipaba lucir camisas arrugadas y pantalones rotos como los de Bisbal, aunque en lugar de convertirm­e en una estrella, me transforma­ba en un bailarín de Noche de fiesta. Pero no nos lo tengáis en cuenta, crecimos viendo a Quimi y a Valle enamorarse con camisetas de El Niño. Y si OT es Dios, Compañeros es su profeta. Por algunas modas pasamos de puntillas, pero de otras nos avergonzam­os. Cómo no nos iban a salir los colores con las botas de chúpame-la-punta, las camisetas que se llevaban encima de las camisas, los tops ombliguero­s, los colgantes de surferito, las tobilleras, los pantalones

cagaos... Pero al final, como dice un amigo: «Era lo que había». Todo pasa y lo que en su momento parecía increíble (hola a los que se ponen calzoncill­os y bañador) ahora es una absurdez. ¿Que de qué outfits nos arrepentir­emos en el futuro? Apuesto por la cazadora sin cremallera y la moda de ir sin calcetines en invierno. El frío acabará para siempre con ellos.

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 ??  ?? GABRI CALZADO Cómico, guionista, presentado­r, novio de una de nuestras redactoras y sufrido columnista de COSMO.
GABRI CALZADO Cómico, guionista, presentado­r, novio de una de nuestras redactoras y sufrido columnista de COSMO.

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