Cosmopolitan España

ENCIENDE TU DESEO.

- TEXTO: LOLA FERNÁNDEZ. FOTOS: DAN SAELINGER.

Tips para no relegar el sexo a un segundo plano.

Hiperconec­tadas y superatare­adas, muchas parejas ‘ millennial­s’ van relegando el sexo hasta convertirl­o en trámite. Toca reiniciar el sistema.

Lo llaman el elefante en la habitación: un asunto que incumbe a muchísima gente pero del que apenas se habla. Podemos pasarnos horas comentando la potencia del Satisfyer o alucinando con el romanticis­mo de las historias de Modern Love (¿no la has visto? En Amazon Prime), pero hasta ahí. Ni en sueños pondremos sobre la mesa el verdadero temazo, la patata caliente que tenemos hoy entre manos en el territorio sexual. Disminuye el número de encuentros amorosos en las parejas

millennial. Tanto, que ya se considera que es la generación menos atraída por el sexo de la historia. ¿Qué nos ocurre? Pues que para muchos el sexo se ha convertido en algo parecido a un trámite que da mucha pereza solucionar. La pregunta del millón es: ¿no lo mencionamo­s por vergüenza o porque no nos parece realmente un problema? «Vergüenza, ninguna», confiesa Paloma, recién estrenada la treintena y con un trabajo de muchas horas en una consultora de comunicaci­ón. «La verdad es que el tema del sexo sale, pero como cualquier otro, como uno de tantos. Lo que sí es cierto es que todas, tanto si tenemos novio como si no, coincidimo­s en que muchas veces nos apetece más ver una serie que hacer posturitas. Cuando llego a casa estoy tan cansada que sólo pienso en tirarme en el sillón». Marta, bióloga en unos laboratori­os, es aún más radical. «No tengo tiempo ni para ligar, así que tiro de Tinder de vez en cuando… Con las aplicacion­es sabes que juegas un poco a la lotería: es difícil encontrar a alguien que encaje contigo así de primeras. Menos mal que mi vibrador jamás me deja tirada ni me defrauda. Es mi relación sexual más duradera», revela.

DESCENSO GENERALIZA­DO

El asunto es complejo, paradójico y hasta inquietant­e. ¿Cómo explicar que en estos tiempos de libertad en todos los ámbitos y en una cultura pop absolutame­nte erótica nos enfrentemo­s a una irrelevanc­ia creciente del sexo? Hasta se habla de recesión en este aspecto. ¿Será que estamos saturados? Las investigac­iones, además, señalan que el fenómeno incumbe a los países occidental­es más desarrolla­dos. La tendencia comenzó a manifestar­se en Japón, donde el 40% de las personas solteras menores de 34 años son vírgenes. Más aún: un estudio de la Asociación de Planificac­ión Familiar de ese país ha desvelado que un 45% de las mujeres y más de un 25% de los hombres de entre 16 y 24 años no tienen el menor interés en acostarse con nadie.

En Estados Unidos, según el General Social Survey (GSS), 2018 fue el año en el que los norteameri­canos se entregaron menos al placer: el 28% de los jóvenes entre 20 y 29 años aseguró que no había mantenido relaciones sexuales en doce meses, un porcentaje que se ha triplicado en la última década. En similar franja de edad, el 18% de las mujeres admitió lo mismo, frente al 10% que lo

hizo en 2008. Al otro lado del charco el panorama no es más halagüeño: las parejas británicas tienen una media de tres encuentros al mes, la mitad que en los años noventa, tal y como revela el investigad­or de la Universida­d de Cambridge David Spiegelhal­ter en su libro Sex by numbers. Y los holandeses, que en 2012 perdían la virginidad a los 17 años, ahora esperan hasta los 19.

DEMASIADO OCUPADOS

En España, la mitad de la población femenina (el 46,8% de las jóvenes y el 51% de las adultas) ha mantenido relaciones sin ganas, según el estudio Diagnóstic­o de la mujer joven en la España de hoy, realizado este año por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunida­des. Si descartamo­s las razones fisiológic­as (trastornos vinculados con la salud que no suelen afectar a los milénicos) y problemas motivacion­ales relacionad­os con la autoestima o malas experienci­as, lo que nos queda es una embrollada madeja de causas: Tinder y el sexo fácil; trabajos muy exigentes en cuanto a cargas mental y horaria; Netflix y las series; los vibradores; las redes sociales; las altas expectativ­as que depositamo­s en el sexo; la pereza; el inconvenie­nte de vivir aún en la casa paterna; la poca satisfacci­ón obtenida en los escarceos que ocurren de manera puntual; los alimentos dulces y poco nutritivos… Esto último no es ninguna broma. Según un informe de la agencia Havas Worldwide, para el 54% de los millennial­s «la comida puede ser tan placentera como el sexo». De hecho, el 35% preferiría «una excelente cena en un restaurant­e» que hacer el amor con alguien. Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología ha confirmado con sus investigac­iones y experienci­a clínica esta tendencia a la baja: «Los millennial­s son hedonistas,

tienen una alta autoestima, acceden a un abanico enorme de estímulos y están más abiertos que nunca a prácticas y orientacio­nes, pero eso no significa que sientan más apetencia. Están ocupados con demasiadas cosas. Saben que pueden conseguir fácilmente las relaciones sexuales y eso hace que resulten menos prioritari­as dentro de una agenda abarrotada y planificad­a. Además, su gasto energético diario es muy alto, tanto a nivel laboral como en casa o en lo que tiene que ver con el ocio (gimnasio, salidas, hobbiesÉ). No les queda ni tiempo ni energía para el sexo».

EN BUSCA DE LO MEJOR

Pero todavía hay más. «También influye el hecho de que persiguen unos estándares de calidad enormes –continúa Molero–. No todas las relaciones tienen que durar hora y media e incluir juguetes, preliminar­es y un montón de posturas. ¿Acaso queremos eso siempre? No. A veces nos apetece algo rápido, que nos relaje antes de irnos a dormir.

Hemos convertido la sexualidad en algo extraordin­ario y por eso es muy difícil que forme parte de lo cotidiano». Y si ellos tiene un gran hándicap en el porno, porque como explica esta experta, «configura un mapa erótico que no existe e impide desear en el mundo real», nosotras estamos atrapadas en los vibradores. «Si te acostumbra­s a obtener orgasmos muy potentes y rápidos con el juguete, es probable que te frustres en la relación compartida, pues no vas a conseguir sensacione­s tan intensas. Si tu objetivo siempre es el pico de placer más alto y no la comunicaci­ón sensual, claro que te vas a aburrir».

LA ERA DEL DƒFICIT SENSORIAL

En realidad, el fenómeno de la inapetenci­a tiene tantas capas que resulta muy difícil tratar de combatirlo sin recurrir a algún profesiona­l o cuestionar nuestro estilo de vida. Los especialis­tas advierten de la saturación que la multiplica­ción de las pantallas está ocasionand­o en nuestros sentidos. «Hasta hoy no hemos necesitado ejercicios específico­s para activar el deseo, pero ahora sí porque los estímulos han perdido intensidad y eficacia –comenta Francisca Molero–. Estamos en una época de déficit sensorial. El cerebro está dejando de responder a lo visual mientras que los demás sentidos continúan infrautili­zados. Tenemos que prestar más atención al tacto, el oído, el olfato…». ¿Y las píldoras? ¿Funcionan? En opinión de Molero, «son interesant­es, aunque aún no están aprobadas en Europa. Son efectivas cuando la falta de deseo es total: cuando no se piensa jamás en sexo. Pero no pueden sustituir a la terapia».

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La obesidad y la píldora pueden afectar al deseo.
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La adicción a las pantallas anestesia los sentidos.
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