ENCIENDE TU DESEO.
Tips para no relegar el sexo a un segundo plano.
Hiperconectadas y superatareadas, muchas parejas ‘ millennials’ van relegando el sexo hasta convertirlo en trámite. Toca reiniciar el sistema.
Lo llaman el elefante en la habitación: un asunto que incumbe a muchísima gente pero del que apenas se habla. Podemos pasarnos horas comentando la potencia del Satisfyer o alucinando con el romanticismo de las historias de Modern Love (¿no la has visto? En Amazon Prime), pero hasta ahí. Ni en sueños pondremos sobre la mesa el verdadero temazo, la patata caliente que tenemos hoy entre manos en el territorio sexual. Disminuye el número de encuentros amorosos en las parejas
millennial. Tanto, que ya se considera que es la generación menos atraída por el sexo de la historia. ¿Qué nos ocurre? Pues que para muchos el sexo se ha convertido en algo parecido a un trámite que da mucha pereza solucionar. La pregunta del millón es: ¿no lo mencionamos por vergüenza o porque no nos parece realmente un problema? «Vergüenza, ninguna», confiesa Paloma, recién estrenada la treintena y con un trabajo de muchas horas en una consultora de comunicación. «La verdad es que el tema del sexo sale, pero como cualquier otro, como uno de tantos. Lo que sí es cierto es que todas, tanto si tenemos novio como si no, coincidimos en que muchas veces nos apetece más ver una serie que hacer posturitas. Cuando llego a casa estoy tan cansada que sólo pienso en tirarme en el sillón». Marta, bióloga en unos laboratorios, es aún más radical. «No tengo tiempo ni para ligar, así que tiro de Tinder de vez en cuando… Con las aplicaciones sabes que juegas un poco a la lotería: es difícil encontrar a alguien que encaje contigo así de primeras. Menos mal que mi vibrador jamás me deja tirada ni me defrauda. Es mi relación sexual más duradera», revela.
DESCENSO GENERALIZADO
El asunto es complejo, paradójico y hasta inquietante. ¿Cómo explicar que en estos tiempos de libertad en todos los ámbitos y en una cultura pop absolutamente erótica nos enfrentemos a una irrelevancia creciente del sexo? Hasta se habla de recesión en este aspecto. ¿Será que estamos saturados? Las investigaciones, además, señalan que el fenómeno incumbe a los países occidentales más desarrollados. La tendencia comenzó a manifestarse en Japón, donde el 40% de las personas solteras menores de 34 años son vírgenes. Más aún: un estudio de la Asociación de Planificación Familiar de ese país ha desvelado que un 45% de las mujeres y más de un 25% de los hombres de entre 16 y 24 años no tienen el menor interés en acostarse con nadie.
En Estados Unidos, según el General Social Survey (GSS), 2018 fue el año en el que los norteamericanos se entregaron menos al placer: el 28% de los jóvenes entre 20 y 29 años aseguró que no había mantenido relaciones sexuales en doce meses, un porcentaje que se ha triplicado en la última década. En similar franja de edad, el 18% de las mujeres admitió lo mismo, frente al 10% que lo
hizo en 2008. Al otro lado del charco el panorama no es más halagüeño: las parejas británicas tienen una media de tres encuentros al mes, la mitad que en los años noventa, tal y como revela el investigador de la Universidad de Cambridge David Spiegelhalter en su libro Sex by numbers. Y los holandeses, que en 2012 perdían la virginidad a los 17 años, ahora esperan hasta los 19.
DEMASIADO OCUPADOS
En España, la mitad de la población femenina (el 46,8% de las jóvenes y el 51% de las adultas) ha mantenido relaciones sin ganas, según el estudio Diagnóstico de la mujer joven en la España de hoy, realizado este año por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. Si descartamos las razones fisiológicas (trastornos vinculados con la salud que no suelen afectar a los milénicos) y problemas motivacionales relacionados con la autoestima o malas experiencias, lo que nos queda es una embrollada madeja de causas: Tinder y el sexo fácil; trabajos muy exigentes en cuanto a cargas mental y horaria; Netflix y las series; los vibradores; las redes sociales; las altas expectativas que depositamos en el sexo; la pereza; el inconveniente de vivir aún en la casa paterna; la poca satisfacción obtenida en los escarceos que ocurren de manera puntual; los alimentos dulces y poco nutritivos… Esto último no es ninguna broma. Según un informe de la agencia Havas Worldwide, para el 54% de los millennials «la comida puede ser tan placentera como el sexo». De hecho, el 35% preferiría «una excelente cena en un restaurante» que hacer el amor con alguien. Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología ha confirmado con sus investigaciones y experiencia clínica esta tendencia a la baja: «Los millennials son hedonistas,
tienen una alta autoestima, acceden a un abanico enorme de estímulos y están más abiertos que nunca a prácticas y orientaciones, pero eso no significa que sientan más apetencia. Están ocupados con demasiadas cosas. Saben que pueden conseguir fácilmente las relaciones sexuales y eso hace que resulten menos prioritarias dentro de una agenda abarrotada y planificada. Además, su gasto energético diario es muy alto, tanto a nivel laboral como en casa o en lo que tiene que ver con el ocio (gimnasio, salidas, hobbiesÉ). No les queda ni tiempo ni energía para el sexo».
EN BUSCA DE LO MEJOR
Pero todavía hay más. «También influye el hecho de que persiguen unos estándares de calidad enormes –continúa Molero–. No todas las relaciones tienen que durar hora y media e incluir juguetes, preliminares y un montón de posturas. ¿Acaso queremos eso siempre? No. A veces nos apetece algo rápido, que nos relaje antes de irnos a dormir.
Hemos convertido la sexualidad en algo extraordinario y por eso es muy difícil que forme parte de lo cotidiano». Y si ellos tiene un gran hándicap en el porno, porque como explica esta experta, «configura un mapa erótico que no existe e impide desear en el mundo real», nosotras estamos atrapadas en los vibradores. «Si te acostumbras a obtener orgasmos muy potentes y rápidos con el juguete, es probable que te frustres en la relación compartida, pues no vas a conseguir sensaciones tan intensas. Si tu objetivo siempre es el pico de placer más alto y no la comunicación sensual, claro que te vas a aburrir».
LA ERA DEL DƒFICIT SENSORIAL
En realidad, el fenómeno de la inapetencia tiene tantas capas que resulta muy difícil tratar de combatirlo sin recurrir a algún profesional o cuestionar nuestro estilo de vida. Los especialistas advierten de la saturación que la multiplicación de las pantallas está ocasionando en nuestros sentidos. «Hasta hoy no hemos necesitado ejercicios específicos para activar el deseo, pero ahora sí porque los estímulos han perdido intensidad y eficacia –comenta Francisca Molero–. Estamos en una época de déficit sensorial. El cerebro está dejando de responder a lo visual mientras que los demás sentidos continúan infrautilizados. Tenemos que prestar más atención al tacto, el oído, el olfato…». ¿Y las píldoras? ¿Funcionan? En opinión de Molero, «son interesantes, aunque aún no están aprobadas en Europa. Son efectivas cuando la falta de deseo es total: cuando no se piensa jamás en sexo. Pero no pueden sustituir a la terapia».