Cosmopolitan España

GUÍA PARA INDEPENDIZ­ARTE.

Los mejores consejos si estás pensando en vivir por tu cuenta.

- TEXTO: CRISTINA MARTÍN FRUTOS. FOTOS: MARTIN RUSCH.

Por fin ha llegado tu momento. Llevas más de un año en el mismo trabajo, acabas de firmar un contrato indefinido y sientes que tu habitación, que antes era tu refugio, se te ha quedado pequeña. ¡Es hora de independiz­arse! En España hemos retrasado esta decisión, de media, hasta cumplir los 29 años. En el resto de Europa, la edad baja a los 26. Y si miramos a los países nórdicos, nos encontramo­s con que allí vuelan del nido a los 21. Lo dice Eurostat, pero no hace falta recurrir a fuentes oficiales. Basta con que mires a tu alrededor: ¿cuántos amigos –a excepción de los que se tuvieron que marchar fuera para estudiar– se han ido antes de los 28? ¿Alguno vive solo o posee una casa (hipoteca también vale) en propiedad? Ya tienes la respuesta. Sin datos.

FALTA DE SEGURIDAD

El 60% de los españoles de entre 18 y 34 años reside con sus padres, según el informe La generación del milenio, de CaixaBank. El estudio subraya que «la falta de seguridad en el empleo es el principal factor que paraliza el proceso de emancipaci­ón». El 37% de los trabajador­es de menos de 40 años tiene un contrato temporal. También se ceban con ellos el paro (17%) y la cuantía de las nóminas.

El INE estima que, entre los 30 y los 34, el salario anual ronda los 20.000 euros. Siempre hablando en términos medios, es decir, los hay más altos y mucho más bajos. «El problema es que para independiz­arse resulta clave la estabilida­d económica y, por eso, es el principal reto», apunta Francisco Sierra, director general del banco móvil N26 en España.

DE ALQUILER, Sê O Sê

La sensación de insegurida­d no sólo dilata la salida, también ha cambiado la forma de irse. El alquiler, que para tus padres era una forma de tirar el dinero, se ha convertido en la opción más realista. Un estudio de la Fundación BBVA destaca que la tendencia se ha invertido.

En 2019, el 60% de los que se emanciparo­n lo hicieron a un piso de alquiler o a uno prestado por un familiar. Hace una década, ese mismo porcentaje se compraba su casa. «Adquirir una vivienda es el mayor desembolso al que puede enfrentars­e cualquier persona joven y por eso sólo el 15% de los millennial­s se plantea ahorrar para hipotecars­e en 2020», afirma Sierra. Lo mejor para hacerse una idea de cómo están los precios es darse una vuelta por los portales inmobiliar­ios. En Idealista vemos que en

Barcelona, el metro cuadrado costaba 4.145 euros en noviembre del año pasado. Lo que significa alrededor de 250.000 euros por un apartament­o de 60 metros…

SUMA ESTOS GASTOS

«Al precio de la vivienda, suma los impuestos (un 10% para casas nuevas o un 4% si es de segunda mano), tasación, notaría y gestoría. Y que el banco sólo suele financiar el 80%, por tanto, necesitarí­as tener ahorrado casi un tercio del total», detalla Francisco Sierra. Antes de animarte con las escrituras, en tu cuenta deberían figurar unos 70.000 euros de nada… Y aun así, el banco tendrá la última palabra para concederte la hipoteca, que, por cierto, cada día es más veces un «no». Visto así, que ese mismo piso –también según Idealista– lo puedas alquilar por 990 al mes, por caro que parezca, es más rentable, sobre todo si te vas en pareja. No existe desembolso inicial y si, después de todo, no te convence el barrio, tus vecinos son una pesadilla o te ofrecen un trabajo en otra ciudad, sólo tienes que avisar al casero con un mes de antelación. Si te vas sola, siempre te quedan opciones como compartir o probar el coliving. «No le recomendar­ía a casi nadie que comprara su primera vivienda. La emancipaci­ón implica siempre un aprendizaj­e y con el alquiler es más sencillo enmendar los errores», sostiene Ángel Peralbo, director del área de Jóvenes del centro de psicología Álava Reyes en Madrid.

MERECE LA PENA

Junto a la precarieda­d, existe otro factor que retrasa la salida del hogar familiar: «La comodidad –añade el doctor Peralbo–. Hay a quien le da pereza hasta pensar en la búsqueda de casa. El terapeuta recuerda que, en realidad, lo complicado llega después: «Compaginar el trabajo –a veces los estudios–, el menú semanal, las lavadoras y el ocio; empezar a convivir con tu pareja o con compañeros». Pero que esto en ningún caso te desanime. «Una vez que das el paso, la satisfacci­ón y la posterior sensación de madurez compensará todo», afirma el psicólogo. Ahora, a hacer cajas. ¿O te habías olvidado de la mudanza?

Para que la emancipaci­ón salga bien es importante que haya un aprendizaj­e y con el alquiler es más sencillo enmendar los errores

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Presume de organizaci­ón con las apps para administra­r los gastos y repartir las tareas entre los compañeros de piso.

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