Cosmopolitan España

Entrevista a la actriz Ana Fernández.

«Los millennial­s sabemos cómo reinventar­nos»

- TEXTO: MARÍA FERNÁNDEZ-MIRANDA. FOTOS: PABLO SARABIA. REALIZACIÓ­N: DANIELA GUTIÉRREZ.

Tiene cinco perros, un novio cantante y un montón de proyectos: desde estrenar una peli de terror hasta ser el nuevo icono ‘ blondie’ de la mano de Kérastase. En tiempos de incertidum­bre, la actriz no teme al cambio.

Son las cuatro de la tarde cuando conecto con Ana Fernández a través de Zoom. Estamos a mediados de mayo, la Comunidad de Madrid aún se encuentra en la fase 0 del plan de desescalad­a diseñado por el Gobierno con motivo de la crisis del coronaviru­s y la actriz aparece en la pantalla de mi ordenador con el típico look de confinada: camiseta, pantalón pijamero y moño. A su lado gruñe uno de los cinco perros (Olivia, Pepe, Gretel, Margarita y Once) que Ana y su novio –Adrián Roma, cantante de Marlon– tienen en común. No son los únicos que están en su casa: han compartido toda la cuarentena con la hermana pequeña de la actriz y su chico, y con Andrea Molina (hija de Micky Molina y Lidia Bosch) y su pareja, Juan Fernández, guitarrist­a de Marlon. Por cierto: Andrea y Juan también se han llevado a su mascota, así que en total son seis personas y otros tantos canes encerrados varios meses en este chalet de las afueras de la capital. Menos mal que tienen piscina y jardín… Aunque fuera de esa casa el mundo está casi detenido, Ana tiene muchas cosas que contar. Por ejemplo, que en breve se volcará con la promo de los capítulos finales de la serie Las chicas del cable. O que está a punto de estrenar Voces, una película de terror. O que se ha convertido en la flamante embajadora de Kérastase para una línea de cuidado del pelo rubio,

Blond Absolu. De modo que la intérprete madrileña, de 30 años, se ha tomado este inesperado parón como una oportunida­d de coger fuerzas para lo que está por venir. Durante nuestra conexión, Ana

se muestra muy habladora y dispuesta a contestar a todo tipo de preguntas: es el sueño de cualquier entrevista­dor. A juzgar por tus redes sociales, el confinamie­nto te ha dado mucho de sí. El vídeo en el que tu hermana y tú imitáis a Juan y Adrián en plena actuación superó las 100.000 reproducci­ones en Instagram.

El vídeo lo grabó y lo montó Andy

(Andrea Molina). Intentábam­os alegrar a nuestros seguidores. Si se pueden reír de nosotras y con nosotras durante esta etapa tan difícil, pues estupendo. Tenemos mucha suerte de estar todos en esta casa. Yo hace años viví en el centro, en Malasaña, pero luego volví a las afueras de Madrid porque he crecido en esta zona; tengo a mi madre al otro lado de la carretera. Me considero una persona muy de campo… ¡Uy, mira! ¡Tengo una hormiga subiendo por el brazo! ¿Ves como soy muy de campo? (se ríe). También has compartido estos versos de César Ortiz: «A veces pasa/ que todo pasa/ y no pasa nada./ Y cuando no pasa nada/ es entonces/ cuando ocurre todo». ¿Qué te ha sucedido a ti en un tiempo supuestame­nte tranquilo a la vez estaban ocurriendo muchas cosas?

Antes de esta crisis, vivíamos con un ritmo frenético y de repente nos vimos con mucho tiempo para pensar, que es algo que puede dar miedo. Hay personas que prefiriero­n pasar la cuarentena jugando a la consola, pero yo decidí retomar la terapia con mi psicóloga por videollama­da. En 2019 rodé dos temporadas de Las chicas del cable, así que estaba deseando estar en casa, dormir

« Soy superfan del cine de terror. En ' Voces', mi nueva película, el público va a encontrar muchos gritos y mucho plano nocturno » « Me da pena pensar que es difícil que Blanca Suárez, Ana Polvorosa, Nadia de Santiago, Maggie Civantos y yo volvamos a coincidir »

y no tener a nadie que me dijera cuándo podía comer o hacer pis. Tenía ganas de montarme mi propio retiro… ¡pero sola, no con tanta gente alrededor! (se ríe). Es cierto que el rodaje de Laschicasd­el cable ha sido muy intenso. Ahora que ya se van a emitir los capítulos finales, ¿cómo te encuentras? ¿Te apetecía librarte de Carlota, tu personaje?

Durante los dos últimos días de grabación, las actrices comentábam­os entre nosotras que teníamos muchas ganas de acabar. Estábamos tan cansadas que sólo queríamos desconecta­r. Pero ahora me da pena pensar que va a ser muy difícil que volvamos a coincidir las cinco (Blanca Suárez, Maggie Civantos, Ana Polvorosa, Nadia de Santiago y ella) en un mismo trabajo. De una serie de época vas a pasar a una película de terror: si todo va bien, el 24 de julio se estrenará Voces en los cines. El cambio no puede ser más radical…

Sí, ¡ya tenía ganas de librarme de los bucles! (risas). Después de tantos años en Las chicas del cable, pensé que sólo me propondría­n papeles de ese estilo. Pero en noviembre del año pasado recibí una llamada de la directora de casting de Voces, que es el debut del director Ángel Gómez. Yo soy superfan del cine de terror. Me leí el guión y me gustó muchísimo, porque como espectador­a sé distinguir entre una peli de miedo tontorrona y una con una buena historia detrás. En esta, el público va a encontrar muchos gritos y mucho plano nocturno. Es muy diferente a lo que había hecho hasta ahora. Antes mencionaba­s que has retomado la terapia, algo que la gente no suele contar porque por desgracia los temas mentales siguen siendo tabú. ¿Cuándo y por qué empezaste a ir al psicólogo?

Nunca había hecho terapia hasta que falleció mi anterior pareja (el cámara de televisión Santi Trancho, que perdió la

vida en un accidente de tráfico en 2015). Entonces fui al psicólogo para tratar ese hecho en concreto. Cuando completé ese ciclo, lo dejé y entré en una etapa de muchísimo trabajo. Un día del verano pasado, estaba conduciend­o y me dio un ataque de ansiedad. Al principio creí que era un bajón de tensión, porque nunca me había pasado algo así. Yo soy cero hipocondrí­aca, pero decidí hacerme un chequeo médico completo, por si acaso. Me dijeron que estaba estupenda, por lo que llegué a la conclusión de que lo que me había ocurrido era algo interno, emocional. Ahí empecé a hacer terapia para tratar distintos aspectos de mi vida: infancia, familia, trabajo… Es algo muy constructi­vo para conocerte mejor a ti misma e ir curando heriditas del pasado. Me considero muy resolutiva y siempre tiro p’alante, así que estoy convencida de que aquel suceso fue un aviso, porque acababa de cumplir 30 años y me tocaba hacer un repaso de mi trayectori­a vital.

Tú sabes mucho de resilienci­a, de la capacidad de salir fortalecid­a de una situación dramática. ¿Crees que, como sociedad, también saldremos de este año tan doloroso siendo más fuertes?

Totalmente. Siempre hay que sacar un aprendizaj­e de las cosas malas, incluso de la muerte. Además, los seres humanos podemos con todo. Esa típica frase de «yo me muero por amor» es mentira. Fíjate en la gente mayor, en la sabiduría que tienen para afrontar estas situacione­s, gracias a que tienen detrás un largo aprendizaj­e. Yo no tengo abuelos, pero mis amigas sí y algunas me cuentan que han llevado el confinamie­nto mucho mejor que nosotras.

Hablando de generacion­es, la tuya se va a quedar atrapada entre dos crisis económicas: la de 2008 y la que empieza por culpa del COVID-19. ¿Cómo lo está llevando tu círculo de amigos?

Pues hay de todo. Por ejemplo, tengo una amiga fisioterap­euta que, después de estudiar su carrera y dejarse el dinero en másters y en montar su propia clínica, está bastante asustada. Y mi hermana, que acababa de empezar a trabajar en temas de turismo, no sabe qué va a pasar con ese sector. De todos modos, creo que somos una generación con una capacidad guay para reinventar­nos. Mi madre lleva siendo maestra del mismo colegio desde hace 30 años: su generación nunca ha tenido miedo a un ERTE. Nosotros sabemos que el peligro está ahí y pensamos: «Bueno, si hay que buscar una nueva fórmula, pues no pasa nada». Incluso los artistas estamos acostumbra­dos a reinventar­nos, por ejemplo usando nuestras redes sociales.

Tú tienes casi 900.000 seguidores en Instagram. ¿No te agobia pensar que hay tantos ojos puestos sobre ti?

Una cosa son los followers y otra la gente que realmente te sigue, que se mete todos

« Empecé a ir al psicólogo cuando falleció mi anterior pareja. Luego lo dejé, y lo he retomado tras sufrir un ataque de ansiedad »

los días en tu perfil: esos no son tantos. Me gusta enseñar facetas diferentes de mi vida, no siempre a la Ana sexy, o a la Ana actriz, o a la Ana familiar con sus mascotas… Yo soy todo eso, sí, pero en las redes me mojo: si alguien me insulta, le contesto. Aunque intento no mostrar mis dramas, sino ser positiva.

Tu éxito en esa aplicación te ha traído un contrato como embajadora de la línea BlondAbsol­u de Kérastase. ¿Siempre has querido ser rubia platino?

Para las actrices, Instagram se ha convertido en nuestro nuevo book, es lo « Igual que antes nos poníamos tacones para salir, ahora nuestros accesorios son los guantes y las mascarilla­s » que miran las marcas para ficharnos. El cambio de mi pelo forma parte de mi reinvenció­n. Mi tono natural es rubio oscuro, por eso el platino me queda bien. Cuando era jovencita, como aún tenía cara de pan, llevaba una melena muy larga de color castaño claro. Luego empecé a acortar y aclarar un poco mi cabello. Ahora me apetecía volver a tenerlo largo, pero diferente, platino. Igual el año que viene me lo pongo pelirrojo, quién sabe. El look capilar me ayuda a mostrar distintas personalid­ades. Es una herramient­a que tenemos las intérprete­s para vendernos.

Aparte de ser una rubia de rompe y rasga, ¿qué otros planes tienes para este verano tan raro que nos espera?

¡Lo que nos dejen hacer! En agosto siempre solía ir con mi familia y amigos a una casa por la zona de Málaga. Pero viendo el percal, este año no la hemos alquilado. Así que doy las gracias por haberme mudado a esta vivienda de Madrid con piscina y jardín. ¡Montaremos unas tiendas de campaña en el césped para que se vengan los amigos y haremos barbacoas! (se ríe).

¿Dirías que hoy en día eres más temerosa que a principios de 2020?

No tengo miedo, pero sí intento actuar con precaución. Igual que antes nos poníamos tacones, ahora nuestros nuevos accesorios son los guantes y la mascarilla: hay que aceptarlo. A mí me flipan los libros de historia, y al leerlos siempre solía pensar: «Jo, me ha tocado una época en la que no pasa casi nada». Después de esto, ya puedo decir que he vivido un acontecimi­ento histórico. Cuando sea viejecita, me gustaría recordar que lo afronté con positivism­o y sacando un aprendizaj­e. Ojalá que no volvamos a lo de siempre: a no valorar a los profesores y sanitarios, a coger el coche para cualquier chorrada, a abandonar el teletrabaj­o… Yo, por mi parte, voy a hacer todo lo que pueda para cambiar.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain