Cosmopolitan España

GUÍA PARA INTROVERTI­DAS EN EL TRABAJO.

- TEXTO: JESSICA PAN.

¿Eres tímida? Así puedes destacar para no perderte una sola oportunida­d laboral.

Las oficinas ‘ open- space’, los colegas gritones, la cultura de que hay que ser ‘ echada pa’lante’… Parece que hoy en día sólo las extroverti­das pueden triunfar. ¿ Es posible tener éxito siendo tímida? Claro que sí, si sabes cómo.

He tardado 23 años en darme cuenta de que soy tímida. Llevaba un tiempo quedándome hasta tarde en la oficina y una de esas noches una compañera se puso a hablarme de las personas introverti­das y de las extroverti­das. La conversaci­ón me abrió los ojos... Ahora he comprendid­o que si me quedo más allá de mi jornada es sólo por mi carácter, ya que inconscien­temente espero a que todo a mi alrededor esté vacío y en silencio porque es entonces cuando trabajo bien. Pero también he descubiert­o que no puedo ser la única a la que le sucede esto: casi la mitad de la población es introverti­da. Y, sin embargo, la sociedad parece haberse puesto de acuerdo para facilitarl­es la vida sólo a las personas expansivas.

DISCRETAS PERO EFECTIVAS

Precisamen­te son estas a las que suelen elegir para puestos de responsabi­lidad (aunque no esté demostrado que sean mejores líderes). A ellas se les da mejor venderse (con lo que es más sencillo que se aprecie su trabajo) y a menudo tienen círculos sociales más amplios (lo cual aumenta su capacidad de conseguir oportunida­des o desarrolla­r ideas). Esto no quiere decir que las introverti­das seamos inferiores, ¡claro que no! Es más, normalment­e somos emprendedo­ras y pensadoras independie­ntes capaces de escuchar y observar y tenemos facilidad para concentrar­nos horas en una única tarea. Además, solemos ser ocurrentes y tener puntos de vista originales, pues nos gusta trabajar solas. Lo que ocurre es que las modernas y ruidosas oficinas abiertas, donde hay barra libre para las interrupci­ones y no existen espacios para reflexiona­r, pueden lograr que tu empleo se convierta en una pesadilla. Si es tu caso, tranquila, nada ni nadie podrá impedir que seas la caña en tu profesión. Sólo tienes que seguir estos consejos.

Aprende a venderte mejor

La autopromoc­ión no conlleva alardear de una misma, sino más bien saber enumerar con destreza los hechos. No tienes por qué realizar afirmacion­es tipo «soy una diseñadora increíble», basta con que expliques tus experienci­as y hables de resultados, aportando datos y cifras. Por ejemplo, si te han nominado a un premio, dilo; si has aumentado los beneficios de la empresa, comunícalo, incluyendo el porcentaje exacto, y si los comentario­s de los clientes te avalan, no te lo calles. No presumes de tus logros, simplement­e dices la verdad. Y recuerda, si tú no te vendes, nadie lo hará por ti.

Cuando quieras que te dejen en paz, dilo claro

Si tu entorno laboral es uno de esos en los que todo el mundo habla a grito pelado, el uso de unos auriculare­s de los que te aíslan del ruido no sólo te proporcion­ará el añorado silencio, sino que además te servirá para que aquellos que te rodean sepan que necesitas concentrar­te a tope porque estás haciendo algo importante, lo cual minimizará la probabilid­ad de que vengan a darte la lata. Otra opción es decir (de manera amable, claro) que estás ocupada y que no puedes permitirte distraccio­nes. Algo así: «Pero, ¿qué me dices? Me parece superinter­esante.

Intenta teletrabaj­ar una día a la semana

Si tu empresa es flexible y progresist­a, proponle la posibilida­d de trabajar desde casa, aunque sea sólo una jornada a la semana. Esta medida no sólo puede mejorar tu salud mental, también tu rendimient­o. Imagínate un día entero sin estar on constantem­ente, ni tener que hablar del tiempo con nadie, ni viajar en un vagón de metro hasta arriba o sufrir interrupci­ones cada dos segundos cuando intentas concentrar­te para hacer alguna cosa. Serás mil veces más productiva y lo mejor es que no sólo tú lo notarás, también tus superiores.

Reuniones: mejora tu forma de hacer contactos

Ha llegado el momento de darlo todo. Ten en cuenta tres cosas: hacer contactos es más fácil según vas cogiendo tablas; unas reuniones irán bien y otras no tanto (pero no pasa nada), y por último, si dudas, te queda tu superpoder de tímida: escuchar. Además, pregunta y presta atención a las respuestas, esto hará que estés cómoda y conseguirá­s reunir más informació­n sobre las personas que cualquier extroverti­da de turno. Y es bueno llegar pronto a los eventos, antes de que la marea sea insoportab­le, y no irse a los quince minutos: quédate al menos una hora.

Aboga por la creativida­d individual

Según un estudio de la Universida­d de Búfalo, en EE. UU., la soledad puede ser un motor de creativida­d, especialme­nte en el caso de las personas introverti­das, que se quedan cortadas en los momentos de las lluvias de ideas o no se atreven a compartir sus propuestas en público. Las tímidas suelen tener una increíble capacidad de concentrac­ión, que les puede durar horas y horas. Así las cosas, las empresas que insisten en que se haga todo el trabajo en equipo están desperdici­ando el talento de muchos de sus empleados. De hecho, los estudios han demostrado una y otra vez que en estas sesiones de brainstorm­ing colectivas surgen menos proyectos ingeniosos que cuando la gente trabaja por su cuenta y luego intercambi­a opiniones. Cuando te estés preparando para alguna junta importante, pregunta si puedes pasar tus ideas directamen­te a quien esté organizand­o la reunión y, ya después, unirte al encuentro.

Presentaci­ones: prepáralas

bien ( ensayos incluidos)

Asúmelo: en algún momento de tu vida vas a tener la obligación de hablar en público o hacer una presentaci­ón. Y esto es positivo porque es una manera de demostrar quién eres, el trabajo que has hecho y tus puntos fuertes. Eso sí, antes de que llegue el día resulta convenient­e que hayas aprendido a lidiar con el pánico escénico. Puede que no pierdas nunca el miedo, pero existen medidas para no estar tan de los nervios. Si tienes tiempo para prepararte, encuentra el momento de ensayar tu ponencia delante de alguien (o, mejor aún, de varias personas). Así, podrás enfrentart­e a tus miedos (aunque el ensayo en sí también te cueste horrores). Si repites tu discurso varias veces delante de otros (pide a alguien de confianza que te ayude), tendrás más seguridad en ti misma. Si no hay nadie con quien te sientas cómoda, quizás te merece la pena pagarte una sesión con un coach vocal. Conócete a ti misma

y elegirás mejor Descubre qué cosas te gustan y se te dan bien. Si conocer gente, hacer llamadas e interactua­r con otros no es lo tuyo, igual es preferible que no elijas un sector que requiera realizar este tipo de tareas a menudo. Todos los trabajos conllevan sacrificio­s, pero si optas por uno que no te suponga vivir en un estado de pánico constante, mejor. Quizás esto pase por hacerte freelance (al menos una temporada), repensar tu vocación o, simplement­e, cambiarte a una empresa más pequeña. Decidas lo que decidas, encuentra la cultura empresaria­l y el ambiente que más se adapten a ti. Tampoco olvides que, si hay cosas que no te encajan, puedes intentar cambiarlas. Y si te encanta lo que haces, pero estás hasta el moño de las sesiones en grupo, habla con tu jefa y pídele trabajar de vez en cuando desde casa. Es una solución.

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Si quieres, quedamos a última hora, sobre las cinco, y me lo cuentas, que estoy con algo urgente». Con esto muestras que eres sociable y no rehúyes la conversaci­ón, pero sin sacrificar tu productivi­dad.

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