Cosmopolitan España

EL NOVIO ESTUPEFACT­O.

Si el calor no era excusa suficiente, la ciencia avala esa cabezadita del mediodía que nos da la vida. Échate una buena siesta.

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Siesta… ¿en la cama o en el sofá?

El verano es una etapa maravillos­a para disfrutar del sol, ir a la playa, regodearte en que no has llegado a tiempo para lucir tipín, leer libros atrasados… pero, sobre todo, es el momento perfecto para hacer hincapié en algo vital para todos: la siesta (a sus pies). A mí no me des un mojito de fresa en un bote, a mí dame un buen y reparador sueñecito después de comer. La palabra viene de la hora sexta de los romanos, que correspond­ía con el rato del mediodía en el que paraban un poquito a descansar. Era su echar el bocata. El caso es que aquí nos la hemos apropiado y hasta en Estados Unidos usan la palabra siesta, que a los ojos de Dios (y de todo el mundo) es muy española. Eso es apropiarse de algo y no lo que hace el Museo Británico. A los detractore­s de esta costumbre (no os entiendo, de verdad) les diré que tiene una justificac­ión científica: después de ocho horas despiertos, el organismo, que es muy sabio, sufre lo que se conoce como depresión o somnolenci­a postprandi­al, que es una manera muy interesant­e de llamar a la modorra de toda la vida, esa que te pega después de comer y que hace que no puedas mantener los ojos abiertos ni con dos grapas. Así que si el cuerpo lo pide, dáselo. A. y yo venimos de familias muy siesteras y por eso la trabajamos muy bien en todas sus variantes. A. sin duda destaca en la siesta del carnero, esa de antes de comer en el sofá, que suena la Ruleta de la suerte de fondo, tu madre prepara la comida y tú solo te dejas llevar, la cabeza se te ladea, cierras los ojos con una sonrisa placentera, semiorgásm­ica, mientras entrelazas las manitas en el pecho como un señor mayor hasta que despierta el olor de tu plato favorito. Reto a cualquiera a superar esta sensación. A CU-AL-QUIE-RA. La mía sería la de pijama y orinal, muy de invierno, que te metes en la cama sin ningún compromiso dispuesto a gozar… y se te va de las manos. Te duermes de día y te levantas de noche sin saber dónde estás y si sigue siendo el mismo día o año. El mundo se puede haber acabado al otro lado de la persiana, pero tú sigues apoyado en la cama, con el pelo como David Lynch, la cara tatuada de sábana y con la mirada fija en un punto de la pared,sin moverte. Piensas en Paulo Coelho, estás en otra dimensión. Decides volverte a dormir. El rostro de una generación. Por eso hay que controlar el tiempo y dormir lo justo para el que el sueño sea placentero y reparador, porque los enemigos de la siesta veraniega son variados. Te puede tocar el niño que decide ensayar con su flauta, el mosquito trompetero que te tiene en duermevela y la pareja de exagerados amantes que deleitan a la vecindad con sus artes amatorias (fingen) a todo volumen hasta que me asomo por la ventana y les grito: «¡Si gozáis así, imaginad lo que lo vais a flipar si os echáis una buena siesta!».

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 ??  ?? GABRI CALZADO Cómico, guionista, presentado­r, novio de una de nuestras redactoras y sufrido columnista de COSMO.
GABRI CALZADO Cómico, guionista, presentado­r, novio de una de nuestras redactoras y sufrido columnista de COSMO.

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