Suez und Corona
„Das feststeckende Schiff im Suéz-Kanal repräsentiert meinen Gemütszustand seit Beginn der Pandemie vollständig“. Das erklärte eine junge Frau in einem spanischen Facebook-Forum und erntete dafür viel zustimmendes Augenzwinkern. Das verkeilte Container-Schiff eignet sich aber auch als Symbol für den Zustand der Welt insgesamt, in der die Verstopfung eines winzigen Rinnsals einen globalen Infarkt auslösen kann, der Menschen und Nationen in Existenzund Sinnkrisen stürzt. Kleine Ursache, große, ach was, gigantische Wirkung. Ob das nun die meist unnötige Ali-Express-Lieferung betrifft, die in Ägypten festhängt oder die chaotischen Reaktionen auf ein kleines Virus, das im Grunde auch nichts anderes ist als eine erwartbare und dann doch als überraschend aufgefasste Verstopfung eine unserer Lebensadern. Sowohl die Politik als auch die Menschen verkeilen sich seitdem in der wechselseitigen Demonstration ihrer Unfähigkeit, mit Außerplanmäßigem intelligent und gelassen umzugehen. Wir sitzen wie kleine Container auf dem Weltenkahn fest, während Corona-Deppen und himmelschreiend unfähige Politiker und Funktionäre das Schiff mit blindem Aktionismus immer tiefer in den Flussgrund ziehen. Die „Ever Given“wurde mittlerweile freigeschleppt, von echten Experten auf ihrem Gebiet, nicht von lausig zusammengezimmerten Verordnungen oder larmoyanten Transparenten. Ein Schiff müsste man sein. Suez y Coronavirus „El barco atascado en el canal de Suez describe totalmente mi estado de ánimo desde el comienzo de la pandemia“. Eso comentó una mujer joven en un foro de Faceboock, recibiendo una ola de aprobación. El buque de contenedores encallado sirve también como símbolo para el estado del mundo en su conjunto, en el que el que la obstrucción de un diminuto reguero puede provocar un infarto global, que aboca a personas y estados a crisis existenciales. Una pequeña causa con un gran, o más bien gigantesco efecto. Se puede referir al casi siempre innecesario envío de Ali Expres, que está retenido en Egipto, o también a las caóticas reacciones a un pequeño virus, que en el fondo tampoco ha sido otra cosa que una previsible y aún así sorpresiva obstrucción de nuestras arterias vitales. Tanto la política como las personas se encallan desde entonces mutuamente en la demostración de su incapacidad de tratar de manera inteligente y sosegada con algo no planificado. Nos encontramos atrapados como pequeños contenedores en el bote mundial, mientras los corona-idiotas y los políticos y funcionarios tremendamente incapaces arrastran el barco con un accionismo ciego cada vez más hacia el fondo del río. El „Ever Given“ha podido ser ya remolcado, por verdaderos expertos en su materia, no con ridículas ordenanzas sacadas de la manga o con pancartas compasivas. Un barco habría que ser.