Am falschen Ende gespart
Wer schon mal im Juli oder August an der Playa Los Locos in Torrevieja oder am Fossa-Strand in Calp war, weiß, was die Rettungsschwimmer meinen, wenn sie die Situation mit einem chaotischen Wimmelbild vergleichen. Sonnenschirm reiht sich an Sonnenschirm, Handtuch an Handtuch, dazwischen toben Kinder im Sand oder werfen sich samt aufblasbarem Gummitier ins Wasser. Da den Überblick zu behalten – das geben die Socorristas selbst zu – ist gelinde gesagt eine Herausforderung. Die Schuld daran tragen nicht die Rettungsschwimmer, sondern die nicht existierenden gesetzlichen Vorgaben. Denn die Entscheidung darüber, in welchem Zeitraum wie viele Socorristas am Strand eingesetzt werden, treffen die Rathäuser selbst. Eine überregionale Regelung gibt es nicht. Hört man sich dann die Klagen der Rettungsschwimmer über knapp kalkulierte Rathausverträge in Sachen Strandsicherheit an, kommt der Verdacht auf, dass am falschen Ende gespart wird.
Mal ahorrado
A todo aquel que haya estado alguna vez en julio o agosto en la Playa de los Locos en Torrevieja o en la de Fossa en Calp, ya no hay que explicarle por qué los socorristas hablan a menudo de una imagen caótica. Niños alborotando y corriendo por la arena o lanzándose al agua con sus animalitos hinchables, y todo ello entre medio de interminables filas de sombrillas y toallas. Mantener la vista general ante tal panorama, es un gran desafío si no imposible, y los socorristas son los primeros en admitirlo. La culpa, por supuesto, no se debe a los socorristas sino a la falta de normas legales que permitan controlarlo. Y es que, al final, son los mismos ayuntamientos los que deciden sobre la cantidad y el tiempo de servicio de los socorristas. No existe ningún tipo de normas regulativas que traspasen el ámbito regional. Si a todo eso añadimos las quejas de los socorristas sobre contratos ajustadísimamente calculados por los ayuntamientos, no queda más remedio que pensar que se está ahorrando por el lado equivocado.