ESTRATEGIA EN TRES PASOS
El cerebro se enfrenta a una tríada de amenazas, pero podemos actuar con medidas preventivas a través de los hábitos y el estilo de vida.
1 SIN INFLAMACIÓN Detecta infecciones y evita determinados alimentos
La inflamación es la reacción del cuerpo a ataques, ya sean de agentes infecciosos, como virus y bacterias, o no infecciosos como proteínas dañadas por los azúcares añadidos o las grasas trans, que se encuentran en los platos prepados y productos ultraprocesados.
El cerebro, si se ve invadido de patógenos, produce amiloide, un potente aniquilador que, con el tiempo, se desborda y destruye también las sinapsis y neuronas que se supone que debía proteger.
Debes abordar las infecciones, optimizar la capacidad de tu sistema inmunitario para destruir patógenos y disminuir la inflamación crónica. Vigila especialmente la higiene nasal y de la boca.
Cuida el intestino para evitar que se haga permeable y deje pasar microorganismos y sustancias tóxicas a la sangre. Evita los lácteos y valora la posibilidad de reducir o no tomar gluten.
2 PROTECCIÓN Incluye sustancias que fortalecen las neuronas
Para funcionar lo mejor posible, el cerebro necesita moléculas que ayuden a las neuronas y las sinapsis, incluyendo ciertas hormonas, factores tróficos y nutrientes. Estas moléculas fortalecen las sinapsis y las hacen resistentes a las placas de amiloide.
Algunos componentes que fortalecen las sinapsis son:
• El factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés), que se puede incrementar haciendo ejercicio.
• Hormonas como el estradiol y la testosterona, las cuales se pueden optimizar con complementos alimenticios.
• Nutrientes como la vitamina D y el folato, que se obtienen respectivamente del sol y las verduras.
La suma de factores protectores puede hacer que el cerebro resista la producción de amiloides. Lo sugiere un estudio que analizó los cerebros de nonagenarios, «llenos» de amiloide pero sin pérdida de facultades.
3 SIN TÓXICOS Elimina toxinas y protégete con algunos nutrientes
El amiloide funciona como el antídoto que inactiva el veneno de una picadura de serpiente. Realiza justo esa precisa función cuando entran en el cerebro metales muy tóxicos como el cobre y el mercurio, o biotoxinas como las micotoxinas producidas por los mohos y los hongos.
Al adherirse a las toxinas, el amiloide impide que dañen las neuronas, hasta que por exceso se convierte en el problema. Por tanto, un tratamiento eficaz consiste en identificar mediante análisis médicos las sustancias tóxicas que están produciendo el daño para eliminarlas luego y evitar el exceso de amiloide.
Para desintoxicarse, podemos recurrir a una dieta que incluya, entre otras cosas, alimentos como las verduras crucíferas y la hidratación con agua pura. Además podemos tomar sesiones de sauna, que eliminan una clase particular de toxinas y aumentan moléculas esenciales como el glutatión (tres aminoácidos).