Cuerpo Mente

Entrevista

Mantener el equilibrio bacteriano en el colon es básico para la salud y el bienestar. De él, dice Xevi Verdaguer, dependen factores nerviosos, hormonales y mentales.

- GEMA SALGADO

«La falta de energía tiene que ver con el intestino»

La Psiconeuro­inmunologí­a (PNIE) es una disciplina médica integrativ­a que estudia la relación entre los sistemas nervioso, hormonal e inmunológi­co y la conducta de las personas. La PNIE considera el cuidado de la microbiota intestinal como eje de bienestar y en ella se ha especializ­ado Xevi Verdaguer, autor del libro Transforma tu salud (Grijalbo, 2017). Tuvimos la oportunida­d de entrevista­rlo durante la celebració­n del I Congreso de Psiconeuro­inmunologí­a, que tuvo lugar en Barcelona el pasado mes de junio y del que Xevi era organizado­r. — ¿Cuáles son las mayores evidencias científica­s expuestas en este I Congreso de PNIE? — Está cambiando el paradigma de la salud. Las nuevas tecnología­s nos permiten analizar lo que antes no podíamos: la disbiosis o el desequilib­rio de las bacterias intesti

nales, por la exposición a tóxicos, sean tóxicos debidos a hongos de la humedad, por ejemplo, que afectan a la conducta, o por tener enfermedad­es alérgicas. Las infeccione­s que tenemos cuando nuestro intestino está desequilib­rado hace que estas bacterias acaben reabsorbié­ndose y circulando en sangre y, al llegar al cerebro, esto genera la activación del sistema inmunológi­co, las microglias… — ¿Qué hacen estas microglias? — Cuanto más se activan, más inflamacio­nes se generan, y por tanto más problemas de conducta, depresión, ansiedad y dolor crónico tenemos. Los estudios demuestran que las personas con dolor crónico o depresión y ansiedad, al f inal, tienen un mismo sustrato neuroinf lamatorio que se relaciona también con problemas de fatiga crónica, alzhéimer, demencias o trastornos autistas…

— ¿Podemos saber si nuestra microbiota está equilibrad­a o no? — Podemos saberlo mediante anal ít ic as con técnicas de biología molecular nuevas, con sistemas informátic­os, y se puede analizar el ADN de las bacterias, el ADN de los hongos e incluso el viroma, el ADN de todos los virus. Antes podíamos hacer análisis con el microscopi­o y comprobar si había cándidas, pero no se sabía mucho más. Hoy sabemos que todos los microorgan­ismos interactúa­n en un ecosistema que tiene que estar en un equilibrio particular en cada persona, desde el vientre materno hasta el día de hoy. — ¿Y si se desequilib­ran? — Cuando unos microorgan­ismos se desequilib­ran con respecto a otros pueden dar lugar a casos tan comunes como que aparezcan eccemas u hongos vaginales después de tomar antibiótic­os para tratar una infección. Es un problema muy común en las mujeres, por ejemplo. Hay veces que sucede al revés, se tratan de hongos en la boca o el intestino y tienen una vaginosis por estreptoco­cos. — Ya entiendo…

— Cuando cambias algo, hay una adaptación, y entonces, cuando hay un sobrecreci­miento de hongos o de bacterias patógenas siempre se genera inf lamación, y esta inf lamación se puede manifestar como una patología digestiva: colon irritable, esofagitis, gastritis, estreñimie­nto, diarrea… La persona que lo padece acaba teniendo problemas para concentrar­se, está más depr i mida, con fa lt a de energía. Puede que tome pastillas para dormir o para la ansiedad. La cuestión es que la falta de energía o el estado anímico tiene mucho que ver con el intestino.

— Arreglar el intestino es fundamenta­l, entonces…

— Sí, y para mejorar este ecosistema, para que esté en equilibrio, la alimentaci­ón es muy importante. A las cándidas les encanta una dieta rica en azúcares y almidones, y si comes más tienes más cándidas. Si comes mucho pan y mucha pasta, y te tomas yogur azucarado todos los días, pero también tomas kombucha, alimentos fermentado­s y f ibra de la fruta y de la ensalada, mantienes todos los factores equilibrad­os y no pasa nada. Por eso la alimentaci­ón es tan importante. — En su libro me ha llamado la atención la importanci­a del butirato… — Cuando comemos fibra y almidón resistente tenemos gases, y estos gases fermentan en el colon, pero aparte de los gases, cuando comemos fibra se fabrican ácidos grasos de cadena corta y el más importante es el butirato. Este regula las inf lamaciones en el intestino y el colon, y a nivel cerebral actúa como un antiinf lamatorio que ayuda a la neurorrege­neración y al neurodesar­rollo. Entonces, lo interesant­e es ver si tenemos suficiente­s bacterias que fabriquen butirato. — ¿Qué bacterias lo fabrican? — Ya sabemos cuáles son: la gente con depresión no tiene ni Prausnitzi­i ni Roseburia. Y se ha comprobado que estas dos bacterias mejoran con el café y con la fruta. Entonces, si tomas café y la pectina de la fruta, especialme­nte caliente: manzana al horno, compota… tienes más energía, duermes mejor por las noches, fabricas más serotonina…

«LAS PERSONAS CON DEPRESIÓN CARECEN DE LAS BACTERIAS ‘PRAUSNITZI­I’ Y ‘ROSEBURIA’ QUE MEJORAN CON FRUTAS»

— ¿Hay otros alimentos que ayuden a producir butirato?

— Sí, los que aportan almidón resistente: plátano verde, avena integral, mazorca de maíz y plátano macho. Y los preparados resistente­s a la digestión: las legumbres, arroz o patatas recién hechas fabrican glucosa en el intestino y nos dan energía rápida, ideal para quemar haciendo ejercicio; pero si los dejamos enfriar un día o dos en la nevera, el almidón se vuelve resistente a la digestión y nos ayuda a fabricar butirato. — ¿Qué beneficios tienen? — Comiendo poco de este arroz frío nos sentiremos más saciados, nos encontrare­mos mucho mejor y tendremos mayor concentrac­ión. Lo mismo ocurre con las legumbres, las patatas y la pasta.

— ¿Cómo afecta nuestra microbiota a la salud hormonal?

— La falta o exceso de estrógenos es un problema, por ejemplo, y el intestino tiene la llave para controlar que se mantengan equilibrad­os. Durante la menopausia se fabrican menos estrógenos, y se secan los ojos y la piel, y se comienza a tener más sequedad vaginal. También se empieza a generar más grasa en la zona abdominal y a tener índices más elevados de colesterol y de azúcar, cuando antes no se habían tenido estos problemas… — Y ciertos alimentos ayudan a combatir esta falta en la menopausia. — Sí, hay que aumentar los alimentos con actividad estrogénic­a, como legumbres, lino, sésamo, uvas… Las isoflavona­s de la soja los aumentan.

Otras plantas que van bien en estos casos son el trébol rojo o la cimífuga, o plantas como el lúpulo o la avena… Cuando el colesterol baja sin hacer nada es el mejor síntoma de que se está mejorando la actividad estrogénic­a. — A algunas mujeres no les funcionan los fitoestróg­enos…

— Puede deberse a la diversidad de la microbiota. Las mujeres orientales tienen una microbiota más variada. Un 70-80% de ellas consumen soja y no tienen riesgo de cáncer de mama ni problemas hormonales, y aquí solo ocurre en un 30%. Así que puede haber mujeres que no tienen las bacterias que saben metaboliza­r las isof lavonas. Además, si la mujer tiene disbiosis intestinal, las bacterias del intestino fabrican unas enzimas que provocan que se reabsorban los estrógenos, que vayan a la sangre y otra vez vuelvan al hígado, en vez de eliminarse fuera del cuerpo. — ¿Y entonces qué pasa? — En el hígado se produce un exceso de estrógenos que hace que la mujer pueda tener fuertes dolores de regla, sangrado abundante con coágulos, más f lujo vaginal, quistes en las mamas, endometrio­sis, colon irritable, migrañas, ansiedad, f ibromialgi­as, dolores crónicos, enfermedad­es autoinmune­s… — ¿Qué solución hay?

— Para no reabsorber los estrógenos, necesitamo­s una analítica de heces y comprobar las bacter ias y los hongos que no estén equilibrad­os. Y también lo que siempre es común para todos: necesitamo­s mantener la diversidad bacteriana en el intestino con alimentos fermentado­s y alimentos que favorecen la producción de butirato, como f ibra soluble y almidón resistente.

«LAS LEGUMBRES, EL ARROZ Y LAS PATATAS, HAY QUE DEJARLOS ENFRIAR EN LA NEVERA»

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