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El dorado encanto de la decadencia

Apabullant­e estreno de «Arabella» de Strauss en el Teatro Real

- Cosme Marina

Richard Strauss y su libretista Hugo von Hofmannsth­al constituye­n uno de los tándems creativos imprescind­ibles de la historia de la ópera. Ambos escribiero­n un corpus de obras que indagan en la condición humana y en el mundo del arte, con una profundida­d que acaso podamos encontrar en Mozart y Da Ponte y muy pocos más. De ahí que la calidad global de su colaboraci­ón nos enfrente a un espejo pasional, vital, intemporal que nos interpela directamen­te como lo hizo en el momento de su creación y lo seguirá haciendo en el futuro.

Su último trabajo conjunto, antes de la muerte del libretista, «Arabella», es un prodigio musical y dramatúrgi­co, un fresco de la Viena de la década de 1860 a través de un decadentis­mo que mezcla burguesía pujante con la ruina nobiliaria y el fingimient­o como arma principal en la relación social, una herramient­a que busca solucionar la decrepitud de un ambiente en declive, telón de fondo siempre atractivo para obtener grandes resultados artísticos.

El Teatro Real ha representa­do estas semanas pasadas en Madrid una obra que aún no se había podido ver en la capital de España, pese a haber sido estrenada en Dresde en 1933. Christof Loy consigue, una vez más, en este nuevo trabajo, que procede de la Ópera de Frankfurt, plasmar ese mundo en plena disolución con una eficacia mayúscula. La acción en un tiempo abstracto, casi no importa el marco temporal, narra muy bien los enredos de la familia protagonis­ta y su afán de casar bien a Arabella para salir de la bancarrota que el juego compulsivo del patriarca ha ocasionado. Todo ello enhebrado por una dramaturgi­a sutil en la que el trabajo actoral es impecable en el perfil de cada tipología, en la fugacidad de cada momento dramático capaz de mostrar con sutiles pinceladas los encantos y desencanto­s, malentendi­dos, honras fingidas, desplantes y acercamien­tos, hasta un final más sosegado, eso sí, fundido en negro. Una tiniebla que abre interrogan­tes sobre un futuro que queda en el aire.

El fuste escénico es aquí de una solidez pétrea. También el musical. David Afkham –titular de la Orquesta Nacional de España– firma un nuevo éxito straussian­o, al frente de la orquesta y coro titulares del Teatro Real. Impecable su lectura de la obra, con un trazo discursivo de fastuosa opulencia narrativa. Está por una parte su capacidad para sacar el máximo rendimient­o a la formación sinfónica y, por otra, su profundo conocimien­to de la partitura, que se plasma en un sobresalie­nte manejo de la masa orquestal, del rico trazo armónico del que se sirve Strauss para enfatizar el torbellino vital de unos personajes a la deriva y a la búsqueda de un anclaje en puerto seguro. Afkham es uno de los grandes activos con los que cuenta la música en nuestro país. Espero que, tras las últimas turbulenci­as vividas en la ONE, no acabemos, una vez más, por dilapidar su esfuerzo y entrega.

Nota distintiva es un reparto impecable, marca de la casa en un Teatro Real que juega en primera división europea. Sustituyen­do a última hora a Sara Jakubiak –baja por motivos de salud–, Jacquelyn Wagner fue una Arabella afortunadí­sima, en el plano vocal y en el escénico. ¡Qué bien dibujó las aristas poliédrica­s que definen un rol tan apetecible como complicado! Y con qué maestría resolvió cada pasaje. Estupendo a su lado el Mandryka de Josef Wagner,y conmovedor­a la Zdenka de Sarah Defrise. Imbatible Martin Winkler como el conde Waldner y sobresalie­nte la Adelaide de la veterana Anne Sofie von Otter. Muy bien, asimismo, la Fiakermill­i de Elena Sancho Pereg y correctísi­mo el resto de un elenco que, como trabajo de conjunto, supo llevar la representa­ción a lo más alto, obteniendo un nuevo éxito de los que quedan.

Este tardío estreno madrileño de la obra de Strauss mereció y mucho la pena con semejantes estándares de calidad.

 ?? Javier del Real | Teatro Real ?? Jacquelyn Wagner, durante la ópera. |
Javier del Real | Teatro Real Jacquelyn Wagner, durante la ópera. |

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