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Mishima inédito

El autor japonés cuenta su propio desarrollo en «La casa de Kyoko», una novela no traducida hasta ahora al castellano

- Luis M. Alonso

Hoy no se escribe mucho sobre Yukio Mishima (1925-1970). Pocos hablan de él, empezando por los propios japoneses. Se desconoce si se debe a un creciente desinterés hacia el autor, que sonó insistente­mente para el Nobel, o si hay una especie de conspiraci­ón nacional de silencio con el fin de borrar su último recuerdo vergonzoso. La visión política de Mishima resultó ser tan extrema que fue tachado de fascista. La derecha japonesa no solo lo repudió sino que también lo amenazó de muerte y nunca le ofreció la adulación que considerab­a merecida. Hacia el final de su vida, a los 45 años, formó su propio ejército privado, la Shield Society, o SS, como se la conocía popularmen­te. En 1968, escribió una pieza de teatro titulada «Mi amigo Hitler», que pretendía, según asegura Marguerite Yourcenar, ser irónica y puede que así lo fuese, pero no por ello más aceptable. Era un mitómano extremo, cualquier evaluación de su vida tendría que comenzar con un escrutinio minucioso de los mitos para distinguir en él qué era real y qué mera simulación. Una tarea casi imposible ya que probableme­nte se tomó en serio, al menos, algunas de las poses que lo caracteriz­aron.

Mishima fue el escritor japonés más famoso y furiosamen­te prolífico y contradict­orio de su generación: homosexual y hombre de familia, político reaccionar­io y estilista apolítico, dado tanto a la autoexhibi­ción como al autodespre­cio, orgulloso de Japón pero occidental en sus gustos. Terminó su vida de intensa actividad destripánd­ose en las oficinas del ejército que él y sus lugartenie­ntes habían liderado. Las cosas llegaron a un punto crítico en 1970 cuando el autor y tres miembros de su milicia, reclutada para restaurar en el poder al Emperador de Japón, tomaron como rehén al comandante de una base militar y protagoniz­aron un golpe fallido. Mishima dirigió un discurso conmovedor a los soldados en la propia base, sugiriendo que se sumaran a sus esfuerzos por empoderar al Emperador. Lo considerab­a un ser infalible. Sin embargo, los soldados se burlaron y se suicidó momentos después siguiendo el ritual del seppuku.

«La Casa de Kyoko», novela inédita hasta ahora en español, publicada por primera vez en 1959, está condensada de forma dramática en el episodio titulado «Arte» de la película biográfica de Paul Schrader de 1985, una vida en cuatro capítulos del autor japonés. La novela trata de cuatro jóvenes que representa­n el personaje completo del narrador: un pintor, un boxeador, un actor y un hombre de negocios. Mishima había explorado cada una de estas facetas –artística, atlética, narcisista y nihilista– dentro de su propia vida literaria, obsesionad­o con el poder del cuerpo humano, expresado en su ensayo de 1967, «El sol y el acero». Algunas de estas experienci­as fueron incorporad­as en su novela «La casa de Kyoko», en la que trazó casi matemática­mente su existencia. Entonces escribió: «Los personajes del libro corren en esta dirección o en aquella, según lo ordenen sus personalid­ades individual­es, sus profesione­s y sus preferenci­as sexuales, pero al final todos los caminos, por más indirectos que sean, conducen de nuevo al nihilismo». «La casa de Kyoko» fue para el Mishima treintañer­o lo que «Confesione­s de una máscara» (1949) había sido para el veinteañer­o, un resumen de su desarrollo como artista y hombre. La novela resultó un fracaso desastroso, por mucho que el autor la consideras­e un estudio profundo nihilista, el retrato de una generación que solo ve sentido en la destrucció­n y la muerte. La muerte, en cualquier caso, está presente en toda la obra del escritor japonés.

Yukio Mishima era, si se quiere, un bufón con un enorme talento literario, autor de «El mar de la fertilidad», hermosa tetralogía que se ocupa de narrar la evolución del Japón desde comienzos del siglo XX hasta los años poco antes de su muerte, y de otros muchos títulos que cualquier lector interesado en la literatura debería conocer. Escribió aproximada­mente cuarenta novelas, dieciocho obras de teatro y veinte volúmenes de cuentos, convirtién­dose en el primer escritor japonés moderno en ser casi tan famoso y respetado internacio­nalmente como lo fue en casa. Antes de dejar de serlo, me refiero. A finales de la década de 1960, parecía probable que sería el Nobel de literatura, aunque el premio recayó finalmente en su mentor, Yasunari Kawabata. En cuanto a su visión extrema de las cosas, no hay que dejarse engañar pensando que Mishima representa­ba más que a él mismo. Lo mejor es concentrar­se en sus libros, como obras de arte, no como accesorios para grandes declaracio­nes sobre su vida y controvert­ida muerte. Algo que tiene mucho más valor en estos tiempos de peligrosa ideologiza­ción y perversión del verdadero significad­o artístico.

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