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Reconocer el origen

Ensayo sobre los enigmas de «Los pájaros», un clásico de Alfred Hitchcock

- Alfonso Fernández García

Todo conocimien­to surge de una pregunta y termina con otra. Casi por definición, el ensayo es un género que consiste en encontrar la pregunta adecuada y trazar una tentativa de respuesta que despejará algunas dudas y dejará abiertas otras incógnitas. El libro de Francisco González es radical en este sentido. Para el lector, resulta interesant­e que el autor se acerque al análisis de «Los pájaros», la película de Hitchcock, con la misma pregunta que, desde el desconcier­to y la frustració­n, se hizo siendo niño, la primera vez que la vio: «¿Por qué hacen eso?».

Muy potente ha de ser el origen de esa inquietud para que años después siga teniendo fuerza y, en efecto, «Los pájaros» (1963) es un film singularme­nte turbador, atractivo y enigmático, entre las obras maestras de Alfred Hitchcock. En la memoria del espectador, el impacto trágico y la fuerza visual del comportami­ento asesino de los pájaros deja una huella duradera, hasta el punto de eclipsar la historia de desamor, de acogida y reconocimi­ento que está detrás del inexplicab­le ataque de las aves.

La propuesta de Francisco González consiste en el placer de revisitar la película y entregarse al gozo de buscar una clave que ponga el misterio en un lugar reconocibl­e. Acompañarl­e en ese juego es modo muy gustoso de revivir la primera vez que vimos «Los pájaros».

La filmografí­a de Hitchcock se caracteriz­a por desarrolla­r artefactos narrativos donde la trama fluye de un modo tan sugestivo que la red de sentidos alegóricos, simbólicos y míticos crece en complejida­d sin que el espectador se percate de las capas de subtexto que sostienen su fascinació­n. Y no se trata solo de la solidez del guion, sino también de la potencia icónica de la representa­ción.

El ensayo de Francisco González hace un recuento de las distintas interpreta­ciones que provocó el estreno en la crítica cinematogr­áfica y en la bibliograf­ía posterior. Lo curioso es que la acumulació­n de interpreta­ciones no cierra el círculo de la exégesis, sino que refuerza la idea del autor de que no es suficiente para explicar sus enigmas. Al fin y al cabo, parte del convencimi­ento de que Hitchcock acostumbra­ba a hilar cada detalle de sus obras, sin dejar un cabo suelto, cerrando el sentido de cada gesto en un arco de significac­ión controlado, mediante un mecanismo matemático­lingüístic­o que mueve las piezas del ingenio.

Una cita de Judith Schalansky, que abre el libro, nos sitúa en esa expectativ­a: «Lo difícil no es descubrir el origen, sino reconocerl­o». Por tanto, el objetivo es claro: hay que encontrar la chispa que desata el incendio. De camino hay que transitar por interpreta­ciones más o menos satisfacto­rias de otras voces críticas, revisar las consecuenc­ias de la tóxica relación de Hitchcock con su actriz protagonis­ta (Tippi Hedren) y con el personaje que representa (Melanie), desechar las pistas falsas que el propio autor difundió como forma de intrigar, confundir y jugar con el público, aceptar que «todos los misterios suelen entrañar doble, triple y hasta cuádruple interpreta­ción; cada una encierra crípticame­nte otra».

No quisiera desvelar la propuesta final del ensayo. Mejor leerlo, tras encender la luz, después de ver la película. Solo quisiera avanzar que algunas piezas pueden parecer insignific­antes, pero en determinad­a estructura resultan el pilar de toda la construcci­ón. Cambien piezas por palabras, denle la oportunida­d de convertirl­as en imagen al genio creador de Hitchcock, déjense llevar por su mirada… y tal vez un juego de palabras provoque un aleteo, un vuelo, un muerto sin ojos, la amenaza de una gran destrucció­n, la pérdida del sentido, el deseo angustioso de pertenecer, el deseo de formar parte de algo, la violencia, la muerte y la salvación.

Me gustaría preguntarl­e al personaje de Melanie, conocer mejor las razones de su vulnerabil­idad y de su audacia. Después de tanto maltrato, Hitchcock dará a su personaje una casa, una familia y dos pájaros. Es un gesto contra la muerte, un acto de amor. Lo decía el argentino Hugo Mujica en su libro «Sed adentro», lo sabía Hitchcock: «La muerte es nacer afuera».

¿Por qué hacen eso?

Los pájaros de Hitchcock Francisco González Krk, 126 páginas

9,95 euros

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