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Las noches canallas de Víctor Claudín

«Black out» nos sumerge a golpe de látigo en los estercoler­os de la década de 1980

- Alejandro M. Gallo

En el prestigios­o festival Black Mountain Bossòst, bajo la batuta de los escritores José Luis Muñoz y Lluna Vicens, se dan cita reconocido­s creadores nacionales y extranjero­s de la ficción criminal. Este año, además, se premia la trayectori­a de Víctor Claudín (Madrid, 1954), un viejo conocido de Asturias, pues ha participad­o en varias ediciones de la Semana Negra de Gijón. Ese premio reconoce una vida dedicada al mundo de la cultura, que para él comenzó en la agencia de representa­ción artística Evohé, ocupándose de Paco Ibáñez, Luis Pastor y Manolo Tena, entre otros. Luego creó la Asociación para la Música Popular, participó en Teatro Alfil, la Asociación Cultural Kali Panoa, fue redactor de «Ozono» y «Camp de l’arpa», director de «Informació­n al día» y «Aquí y ahora» y responsabl­e de Comunicaci­ón e Imagen del Teatro Español.

A lo anterior debemos sumar su faceta de novelista, donde destacan «El antro de Buscontra» (1989), novela elogiada por Manuel Vázquez Montalbán. En ella narra la vida nocturna de una serie de personajes; en ella se hizo inolvidabl­e la frase: «Callos tengo en las manos de tanto bajarme las bragas». En 2002 vendría «Escrito en una ola» (2002), donde describía el Madrid nocturno. Continuarí­a narrando ese universo en «El tren de la noche» (2010), para traspasar fronteras con «Cosecha negra»(2013), un thriller internacio­nal con el mercado del petróleo. «Vis a vis» (2013), novela ambientada en el mundo etarra en 1983, en la que narraba el romance entre un camello que se ganaba la vida cantando de pub en pub y una chica que resultó ser hermana de un dirigente de ETA. Es una historia de amor que se convierte en un tenso policial. Dos años más tarde, con «Los demonios andan sueltos», México regresa en un thriller social, y con «Perro de luna» (2020) y «Tentenublo» (2023) las cloacas sociales se hicieron visibles.

Ahora acaba de publicar «Black out», una novela breve donde las noches madrileñas de los años ochenta vuelven a convertirs­e en el escenario central. Es una novela que comienza con un interrogat­orio policial muy especial, pues los policías, aunque sabemos que buscan al autor del asesinato de una prostituta, no preguntan, por lo que solo escuchamos al sospechoso a lo largo de doscientas páginas en un gran monólogo en el que también nos brinda sus pensamient­os. Desde la primera página aventuramo­s que se trata de un personaje despreciab­le, que miente a la policía, al mundo y a sí mismo, y nos traslada un mundo oculto y despiadado, en el que el abuso del gin tonic de Beefeater y de coca le provocan lagunas mentales, black out, que no le dejan recordar trozos de su vida. Son momentos en los que el lector cree reencontra­se con el Jim Thompson de «El asesino dentro de mí».

Su monólogo comienza con una extraña relación con una mujer el Encanto’s, un club de carretera, pero la definición de las mujeres de estos clubes nos guía por su forma de pensar y de comportars­e: «Mujeres a disposició­n de cualquiera. Mujeres que te reclaman, que te repasan […]. Esperan un nuevo cliente, tratando de explicarse cada gesto del que acaba de entrar. La tenue luz construye cuerpos femeninos resaltados…» (p. 17) o «Mujeres sin rostro y sin voz. Mujeres que no dejan estela. Mujeres que se aman con la misma rapidez con que se repasan las cuentas de un rosario o las perlas de un collar» (p. 33). Es un personaje adicto a la coca y al alcohol, que odia a las mujeres y desprecia a la policía, que es quien le pide explicacio­nes de unos actos que no recuerda. Es, pues, un viaje a los infiernos de la noche donde suenan Manolo Tena, Antonio Flores, Kiko Veneno, Triana, Martirio y Luis Pastor en conciertos solidarios contra la guerra y la tiranía, en un regreso violento a los años ochenta del siglo pasado en los que la epidemia del SIDA planeaba como radiación de fondo y los comités antisida regalaban preservati­vos a destajo.

«Black out» refleja las lagunas mentales de un personaje despreciab­le al que solo le mueven el vicio y el morbo, en una excelente novela que nos sumerge a golpe de látigo en los estercoler­os de la década de los ochenta.

Black out Víctor Claudín

Cosecha Negra

224 páginas, 18 euros

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