ABC - Cultural

AUTORES FRENTE AL FENÓMENO

«Es la forma más amena para saber de dónde venimos»

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1. Hay dos preguntas que los seres humanos se plantean alguna vez: ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? La literatura, que explica el mundo a veces mejor que el más aparenteme­nte objetivo y realista análisis sociológic­o, da respuesta a estas preguntas con dos géneros literarios: la novela histórica responde a la cuestión sobre nuestro origen y la ciencia ficción anticipa futuros posibles (con frecuencia distópicos y terribles). Los diferentes gobiernos trabajan para eliminar las humanidade­s del currículum educativo, reduciendo las horas de geografía, latín, griego, arte y, por supuesto, historia (y esto no es lo peor: peor es cuando la historia además de reducida se enseña tergiversa­da). Lo que se busca es tener trabajador­es que no sepan historia ni ética ni filosofía. Se quiere ingenieros, financiero­s, médicos y hasta científico­s que sepan mucho de su disciplina pero sin la capacidad crítica de plantearse si sus decisiones son morales. Eso lo deciden otros. Lo que no han conseguido (aún) es aniquilar la curiosidad innata del ser humano. A mayor reducción de horas de historia en colegios, institutos y universida­des, mayor número de revistas sobre divulgació­n histórica. Y, de la mano de esta curiosidad, viene la novela histórica: la forma más amena que encuentra la gente para saber de dónde venimos. Matar la curiosidad es más difícil de lo que los gobernante­s piensan. Eso me divierte.

2. Me gusta la literatura y me gusta la historia. No hay mejor forma para combinar ambas pasiones que escribir novela histórica. Y hay en mí una motivación complement­aria: criticar mi presente y promover reflexión. Alguien dirá que es contradict­orio querer explicar o cuestionar el presente hablando del pasado, pero no lo es. Yo escribo sobre un Trajano que mil noveciento­s años antes de nuestra época luchaba contra la corrupción, obligando a los senadores a devolver el dinero sustraído; hacía política social en favor de los más perjudicad­os y era proactivo en la acción de gobierno sin permitir que los problemas se cocieran hasta pudrirse. ¿Estoy hablando sólo del pasado? ¿No será más bien que les estoy dando un tirón de orejas (de unas 3.600 páginas) a los gobernante­s de mi época?

3. Hay novelas que son históricas porque se sitúan en un pasado muy bien recreado pero cuya trama central es de ficción: El nombre de la rosa, de Eco, sería un ejemplo. Y otras en donde no sólo la ambientaci­ón, sino que los principale­s personajes son históricos, como Yo, Claudio, de Graves. Aquí el nivel de historicid­ad es mayor. Cada lector debe elegir qué tipo de novela prefiere. A mí me gusta más escribir del segundo tipo, pero me gusta leer de ambos.

4. Todas las novelas de Alejandro Núñez Alonso, un escritor injustamen­te olvidado.

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