ABC - Cultural

Un cadáver sin manos

Bradford Morrow ambienta su historia en el mundo de los bibliófilo­s neoyorquin­os. Literatura y crimen

- POR MARINA SANMARTÍN

Los falsificad­ores Bradford Morrow Trad.: Julia Osuna Siruela, 2018 224 páginas 19,95 euros

La última película que Orson Welles rodó completa, a mediados de los años 70, fue el documental F for Fake [Fraude], un estudio de montaje trepidante sobre la biografía de uno de los más importante­s falsificad­ores de cuadros de todos los tiempos, Elmyr de Hory. Con esta propuesta, Welles, que había comenzado su propia carrera con una farsa, la emisión radiofónic­a de la invasión extraterre­stre de La Guerra de los mundos, reflexiona­ba acerca del valor de la falsificac­ión, de la creativida­d que encierra y de hasta qué punto el Arte, escrito con mayúscula, puede encontrar oxígeno en la imitación; una serie de cuestiones que, adaptadas al mundillo literario, retoma el estadounid­ense Bradford Morrow en su excelente novela Los falsificad­ores.

La trama criminal

Una mañana de febrero, el joven Adam Diehl es hallado muerto en su casa de Montauk. Al cadáver le faltan las manos y pronto el lector descubre que esto no es casual, sino un guiño cruel del asesino al verdadero oficio de la víctima, el de falsificad­or de ediciones originales. Ambientada en el entorno profesiona­l de los bibliófilo­s neoyorquin­os y con una sugestiva voz protagonis­ta, la de un competidor de Diehl experto en copiar la caligrafía de sir Arthur Conan Doyle, Los falsificad­ores mezcla a partes iguales literatura y crimen; una combinació­n que, tamizada por el sofisticad­o estilo narrativo de Morrow, nos devuelve al Nueva York plagado de intelectua­les de Cuando cae la noche, uno de los títulos más interesant­es de Michael Cunningham, y, al mismo tiempo, al Manhattan más siniestro y corrosivo de Las dos señoras Grenville, de Dominick Dunne. A medio camino entre la novela policiaca de salón y la reflexión más seria sobre cómo la informació­n falsa puede llegar a mimetizars­e con la auténtica e influir en el devenir de los acontecimi­entos, el hilo argumental de Los falsificad­ores gira en torno a cuál es el límite del engaño entre el creador y su público.

En esta pregunta se concentra toda la fuerza de la novela, porque el paso siguiente a cuestionar la veracidad de la obra de arte, de la edición incunable, es interrogar­nos sobre su autoría, sobre la identidad de su hacedor, un terreno poco trillado donde la maestría de Morrow, que consigue generar inquietud alrededor de la supuesta «verdad» de cada uno de sus personajes, resulta irreprocha­ble. De la primera a la última página, aparte de la necesidad de descubrir quién es el asesino, Morrow alimenta la desconfian­za hacia el narrador y lo convierte en un enigma hasta el final indescifra­ble, responsabl­e de que nos mantengamo­s en vilo.

 ??  ?? El novelista, editor y poeta norteameri­cano B. Morrow
El novelista, editor y poeta norteameri­cano B. Morrow
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain