ABC - Cultural

«ESE ‘YO’ QUE ESTA POR TODAS PARTES ES MUY MOLESTO»

Aunque parece llevar toda la vida escribiend­o, acaba de debutar con su primer libro de relatos, «En las ciudades escondidas»

- INÉS MARTÍN RODRIGO

Intereses como escritora. Hacerlo porque me gusta y me apetece, sin pensar. Conseguir contar algo sin decir demasiado, de la manera más sencilla, sin que la forma se imponga. ¿Y como lectora? Me gusta mucho el cuento norteameri­cano, pero leo de todo. ¿Sobre qué temas escribe? No tengo un tema específico. Parto de una emoción que quiero transmitir, y a partir de esta construyo el cuento. Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que... Es una historia bonita. Me costó aprender a leer. Mi madre me ayudaba, pero yo no hacía nada más que quejarme y decirle que lo que quería era viajar. Estaba tan obsesionad­a que incluso cuando veía un avión, a la hora del recreo, me ponía a gritar que me llevara lejos. Entonces mi madre me dijo que, si aprendía a leer, viajaría lo que quisiera. Y tenía razón, por eso empecé a devorar libros. ¿Cómo se mueve en redes sociales? Fatal. No me cuesta dar me gustas, pero me cuesta muchísimo participar, hacer publicacio­nes. En las redes sociales se grita demasiado, en los libros se está más tranquilo. Instagram la tolero mejor: a veces hago fotos de libros que me gustan, y no me siento como si me exhibiera. ¿Qué otras actividade­s relacionad­as con la literatura practica? Me gusta mucho el cine. Y leer sobre cine. Se pueden aprender cosas interesant­es para contar historias. Y me encanta ir de librerías. Si un día estoy triste me anima ir y pasear entre los libros. La mayoría son muy silenciosa­s. ¿En qué está trabajando ahora? Siempre tengo algún cuento entre manos, pero nunca más de uno, porque me absorben demasiado. Normalment­e, tardo meses en escribir un solo cuento porque borro constantem­ente. ¿Cuáles son sus referentes? Uno de mis referentes más claros es jl badal. Es poeta y era profesor en el instituto. Nos conocemos desde que yo tenía quince años. Él me enseñó a volver a leer, a escoger y a tener criterio. Y luego están todos los demás maestros: Sylvia Plath, Virginia Woolf, Alice Munro, Ray Bradbury, Claire Keegan… ¿Y a qué colegas de generación (o no) destacaría? No estoy muy al día de la literatura actual. Creo que tanto da de la generación que seas; si eres bueno, eres bueno. Da igual que tengas treinta años u ochenta, que vivas hoy o hace cien años. Lo bueno de los libros (además de la compañía que dan y del olor a papel y tinta) es precisamen­te eso: nos acercan, estemos donde estemos y seamos quien seamos. ¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario? No sé si aporto nada nuevo, la verdad. De hecho, puede que lo que aporte sea algo viejo. Volver a contar cuentos por el placer de hacerlo, sin grandes aspaviento­s, sin gritos y sin ese «yo» tan molesto que parece estar por todas partes. ¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir? Una vez, hace muchos años, las amigas de mi abuela me pidieron que escribiera una poesía sobre el encaje de bolillos para la hoja de la parroquia. Me invitaron a un trozo de bizcocho, fue una tarde agradable.

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