ABC - Cultural

«Es horrible cómo los líderes políticos se han alejado de la gente»

El británico Robert Harris, autor superventa­s de novela histórica, nos habla de su último trabajo, «Múnich», donde desmonta los mitos sobre la política de apaciguami­ento de Chamberlai­n con Hitler, y de la actual situación en Europa, marcada por el Brexit

- LUIS VENTOSO

obert Harris, de 61 años, es uno de los reyes mundiales de la novela histórica. Inglés norteño, de Nottingham, nació en una familia obrera. En un país tan terribleme­nte clasista como Inglaterra, logró dar el salto social: se crió en un bloque de viviendas sociales, pero acabó graduándos­e en Cambridge. Antes de que la literatura lo liberase del sudor de las redaccione­s, trabajó como periodis-

Rta en la BBC y en el dominical de The Guardian, y fue destacado columnista de prensa. Es un hombre alto y cordial, de rostro alargado y algo colorado, pelo gris peinado a raya y unos ojillos por donde se fugan chispitas de inteligenc­ia. Laborista largo tiempo, tuvo una sonada pelea con su ex amigo Tony Blair y finalmente no ha soportado el sectarismo corbynista y se ha dado de baja. Europeísta, ahora simpatiza con los liberales. Hablamos con Harris en su pub de cabecera en la pe- queña población de Kintbury. Vive allí en una hermosa casa, antaño una vicaría, junto a su mujer Gill, hermana del popular novelista Nick Hornby, autor de Alta fidelidad. Son padres de cuatro hijos. Kintbury resulta ser una postal de la campiña inglesa. Hace un día de otoño radiante, con sol y 22 grados. Conversamo­s en el jardín del pub, a la vera de un canal, al tiempo que almorzamos. La conversaci­ón arranca por su última novela, Múnich (Grijalbo), donde reconstruy­e el encuen- tro que dio lugar al efímero acuerdo de paz que firmaron Chamberlai­n y Hitler en Múnich, en septiembre de 1938. El premier inglés murió dos años después con fama de cobarde por aquello. Pero Harris emite un veredicto más benigno. – Le voy a grabar con dos teléfonos, que no quiero haber viajado hasta aquí para nada. –[Se ríe] Sí, yo también tengo esa mala experienci­a como periodista. –Entiendo que su casa de aquí es la famosa propiedad que compró en 1992 con las ventas de «Fatherland», donde fabulaba con que los nazis habían ganado la guerra. Hitler le hizo un favor. – Correcto. Así fue, hace unos 25 años o así. Teníamos dos niños recién nacidos y otros dos que nacieron en la casa. Se convirtió en una guardería. –¿Le costó mucho pasar de una vivienda social a Cambridge? – Algo así era más fácil hace 45 años que ahora. Nadie en mi familia había ido a la universida­d. Pero me gustaba estudiar y un profesor que había ido a Cambrigde me sugirió presentarm­e. Hice el examen y entré. Era inusual, pero me encantó aquello desde el primer momento. Al llegar tenía 18 años, y a esa edad te sientes preparado para echarte el mundo a tus espaldas. Fue una etapa fantástica. –Vamos con «Múnich». Parece que al final Neville Chamberlai­n no era el cobarde que nos han vendido, sino que hasta tuvo algo de héroe. – Fue diferente a lo que piensa la mayoría de la gente. Evidenteme­nte, sus políticas fallaron y se convirtió en un chivo expiatorio muy convenient­e para los ingleses; todo el mundo podía echarle la culpa de lo que salió mal [Chamberlai­n murió

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