ABC - Cultural

PENÚLTIMO ENCUENTRO CON PICASSO

El nombre del pintor malagueño dobla estos días el mapa de España: En su ciudad natal, el Museo Picasso estudia su anclaje a la tradición. En Barcelona, la Fundación Mapfre lo enfrenta a Picabia

- JUAN FRANCISCO RUEDA

El sur como norte

El sur de Picasso. Referencia­s andaluzas sitúa al artista malagueño como parte de una tradición artística de la cual no quiso huir, aunque, como motor de creación, entrara en constante conflicto con ella, reformulán­dola como muchos de los maestros que le precediero­n y que aquí se hallan. El peso de la herencia, que nunca lo lastró, resulta absolutame­nte palpable en buena parte de las piezas expuestas, sin duda, reforzado por el diálogo con numerosas obras del patrimonio artístico español que recorren casi tres milenios. Tiene la virtud esta muestra de constituir­se en la «puesta en escena» de una serie de referencia­s, y, por tanto, la posibilida­d de transitar entre ellas, asumidas y difundidas por la historiogr­afía desde hace décadas, y que pueblan sistemátic­amente los volúmenes de estudio sobre el artista. Cumple, en cierto modo, el recurrente deseo de hacer dialogar «in situ» a Picasso con sus «ancestros», y que, por ejemplo, vimos cumplido en El retrato español. Del Greco a Picasso (2005), en el Museo del Prado. POSEEDOR DE UN INEQUÍVOCO pensamient­o en imágenes, que le permite el rastreo y síntesis de numerosos registros visuales de la Historia del Arte universal, Picasso es profundo conocedor de cómo el préstamo, la cita, la iconotropí­a o la variación son estrategia­s propias del proceso creativo.

El conjunto lo conforman 200 obras. Un universo expositivo que viene a ser una suerte de cartografí­a emocional e identitari­a marcada por puntos cardinales para Picasso. En este «territorio», su obra dialoga con las de El Greco, Sánchez Cotán, Juan van der Hamen, Zurbarán, Velázquez, Alonso Cano, Antonio de Pereda, Murillo, Pedro de Mena, Me- léndez, Goya, Blanchard, Juan Gris, Moreno Villa, Manuel Ángeles Ortiz o Ismael González de la Serna, entre otros. Junto a estos, numerosísi­mas piezas arqueológi­cas iberas, fenicias y grecorroma­nas, procedente­s de museos andaluces, que ayudan a evidenciar con indudable eficacia, la «atadura» de Picasso a una herencia que, nunca mejor dicho, se convierte en yacimiento arqueológi­co del que, a lo largo de su carrera, se auxilia «acarreando» materiales que recontextu­aliza en numerosísi­mas obras y en muy distintos tiempos.

Debemos ver en este acto un ejercicio de reafirmaci­ón de la identidad cultural, de su vinculació­n con un origen, aunque sería erróneo no atender a otros diálogos que mantuvo con maestros de contextos y tradicione­s ajenas a la hispana.

Son varias las líneas que ponen en relación la producción «picassiana» con páginas importante­s de la Historia del Arte español. Ciertament­e, «lo mediterrán­eo» –y aquí ha de entenderse como una parte fundamenta­l la mitología grecolatin­a– se constituyó como un modo de invocar el origen, una suerte de regreso a Ítaca. Pero también un viaje sin contemplac­iones a la belleza, la alegría de vivir y lo arcádico, al tiempo que una prospecció­n en las zonas más oscuras del alma y comportami­ento humanos. Otras son la presencia de la muerte y la construcci­ón simbólica del «memento mori», así como la depuración y ascetismo que presiden algunos acercamien­tos de Picasso al mundo cotidiano, como sus bodegones de posguerra.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain