Un director secreto para descubrir
Skolimowski (1938) co-escribió y protagonizó Los brujos inocentes, de Wajda, y fue también co-autor del guion del debut de Polanski lo que le sitúa en el origen mismo de la nueva ola polaca. Sus primeros títulos como director son emblemáticos de ese cine que refleja una nueva identidad generacional y formal: y Walkover ( ambas de 1965 y protagonizadas por él mismo) y Barrera (1966) repiten el tropo de tantos nuevos cines de presentar un protagonista pasivo, como forma de expresar tanto el rechazo al mundo adulto como la insoportable levedad de los que no habían hecho la guerra. Rece do gory ( 1967, prohibida hasta 1981), sobre un grupo de gente encerrada en un vagón de tren, tiene una lectura política. Su censura precipita la salida del país. Skolimowski se convierte en el otro gran cineasta apátrida del cine polaco; mucho menos conocido que Polanski, el pulso nervioso y explosivo de su mejor cine le convierte en un director secreto a descubrir. Sus incursiones en un tipo de productos internacionales (Las aventuras de Gerard, El salto del tigre, El año de las lluvias torrenciales) tienen poco interés: un exiliado tiene que sobrevivir. Pero hay que recuperar su homenaje a la (1967); la vena de sutil surrealismo que asoma en la maravillosa Deep End (1970); su retrato de la crisis polaca y de la inmigración en la visionaria (1982, en donde se reveló Jeremy Irons)… Tras una ausencia de casi dos décadas, vuelve a sorprendernos con la fábula a contracorriente de Essen(2010) o con el ejercicio de estilo de 11 minutos (2015).