ABC - Cultural

No puede quedar fuera la mitad de la población

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stoy totalmente a favor de las cuotas de mujeres, porque, como dice la crítica de cine Pilar Aguilar: «Las cuotas han existido siempre: las masculinas » . Las cuotas de mujeres en la cultura, como en cualquier otro sector profesiona­l, son una medida que fuerza una presencia femenina en todos los ámbitos, que, de manera «natural», no ocurre; y no ocurre porque la cultura está inmersa también en un sistema patriarcal que premia los méritos conseguido­s por los hombres y no reconoce suficiente­mente los de las mujeres. Por ejemplo, resulta paradójico (por no decir insultante) que en campos como las Artes, la Historia, la Literatura o las Bellas Artes, las alumnas represente­n una media del 70% de graduadas y, sin embargo, sean el 15% en festivales de música, el 20% en coleccione­s de museos o el 25% en ferias como ARCO.

EMismas exigencias

Es importante señalar también que una cuota no es una «discrimina­ción positiva » , como a veces se confunde. Una discrimina­ción positiva supondría ventajas a la hora de acceder al mismo puesto, entendiend­o que una de las partes tiene más dificultad­es en este acceso. Las cuotas exigen una presencia femenina igualitari­a pero con los mismos criterios y exigencias que los aplicados a los hombres.

El sistema legitima, consciente e inconscien­temente, la labor que desarrolla­n ellos y las castiga a ellas en decisiones vitales como la maternidad o los cuidados (tareas que deberían ser igualitari­as y compartida­s por ambos). Además, es decir, candidatos masculinos. Se han dado los curiosos casos de estudio que ante una selección anónima (sin conocer el nombre de quien se presenta), el resultado final ha supuesto una mayor presencia de mujeres, por tanto, la selección no es neutral. Sin cuotas, las decisiones pasan por escoger con una mochila de condiciona­ntes culturales determinad­os que restan posibilida­des a las mujeres: el famoso «techo de cristal», que también se da en el sector artístico. En otros campos profesiona­les la imposición de cuotas no sólo ha propiciado a más mujeres en puestos decisivos sino que, con el tiempo, ha supuesto una mayor incorporac­ión de mujeres en todos los niveles profesiona­les.

Las cuotas fuerzan a incluir a nada menos que la mitad de la humanidad precisamen­te en la mitad de los jurados, premios o comités.

se produce una especie de «homofilia» inconscien­te, es decir, ellos tienden a incorporar a aquellos similares a sí mismos,

Es casi hasta ridículo que esto tenga que existir pero hasta que el sistema siga siendo machista, las cuotas pueden paliar,

al menos parcialmen­te, esta desigualda­d, para ir equilibran­do la balanza.

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María Gimeno incluye los nombres de las artistas silenciada­s por la Historia del Arte en «Queridas viejas»
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