El resto es silencio
Un incendio abrasó lo mejor de la música del siglo XX
ay cenizas clásicas, como las que surgieron de la
sacrales, junto a los escombros de de delgada memoria, como las de los óleos del incendio del
Hay cenizas imposibles de explicar desde el lado civilizado de la Historia. Desde que aprendimos a guardar el fuego, a veces, se desata y destruye, cuando no la vida, lo más valioso que nos acompaña. A esas cenizas de la cultura se ha sumado esta semana un depósito que ardió en un incendio que pareció intrascendente en 2008, en la sede de de California. Allí ardió un tesoro musical: las grabaciones –los máster, las cintas originales de estudio– de lo más granado de la música popular de la segunda mitad del siglo XX. Evidentemente siguen ahí los discos de a de a Pero el original ya no existe, cenizas de aquella gran música se hicieron pavesas, copos de copias de silencio.
Vivimos en una cultura de la copia. Probablemente somos en realidad un backup de las personas que creemos ser. Vivimos en streaming, como en tiempos de Heráclito, y nunca nos podemos bañar en idénticos Big Datas. Rodeados de copias meticulosas, de alta definición, embotamos con ellas la nostalgia del origen, del original –que estaba en el principio–. Teniendo copia digital, sucedáneo fiel, no hay molde importante, ni nosotros...
ingresó en la hace unas semanas tratando de romper el sitio del silencio que circunda los escenarios, que alimenta el fuego dramático, fluye de las calaveras falsas y carga los discursos y las acciones antes de que caiga el telón. El silencio en el que pensamos, después. Para el autor, ese silencio tiene forma de ballena blanca. A menudo la cultura es el eco del escenario sitiado, imagen de la ciudad cercada. El incendio que destruyó tanta música ha inundado un barrio más con el silencio, donde ha entrado esa ballena. Calla la música, cae el telón. El telón original: el párpado. El resto. El silencio.
HDame;
Madrid.
Universal Music
Charles
ca de Alejandría;
Alcázar de
Coltrane Clapton, B. B. King, Nirvana...
En la cultura, lo que es esencial suena como el eco de una ciudad sitiada por el silencio
Juan Mayorga
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