Más canalla
El periodista, poeta y escritor Carlos Salem bucea en el lumpen del Madrid más «underground»
Donde el tiempo ya no duele anto la de Carlos Salem ( Buenos Aires, 1959) como la de Poe, el protagonista de su nueva novela, Donde el tiempo ya no duele, son carreras de fondo. El primero es un autor de larga trayectoria, curtido no solo en las lides del género negro, sino también en las de la poesía. El segundo, su alter ego, ya es un personaje más que conocido para los lectores habituales de este escritor argentino que, desde 1988, reside en España y rastrea en su obra las profundidades del Madrid más
TCarlos Salem
Navona, 2019 páginas euros underground con una prosa que, si bien no se caracteriza por su sofisticación, sí resuelve de manera más que solvente la tarea de retratar el lumpen de la ciudad.
Trifulca de sainete
Presente en títulos anteriores de Salem, como En el cielo no hay cerveza o Que decidan las cerillas, en esta ocasión Poe, decepcionado de la vida algo más de lo habitual, verá peligrar su firme intención de suicidarse un 6 de enero cuando, contratado para disfrazarse de rey mago en un centro comercial, se vea envuelto en una trifulca de sainete que lo ligará irremediablemente al resto de actores del montaje navideño: un expresidiario, un inmigrante africano, un ecuatoriano cuyo único objetivo es viajar a Murcia para ver a su hija y un polaco aficionado a los pasodobles de los dos bandos que libraron la Guerra Civil.
El argentino Carlos Salem sigue la estela de Allan Poe
Con este elenco que en algunos puntos de la trama cae en lo arquetípico y en otros alcanza el ritmo trepidante de los arranques cinematográficos de Álex de la Iglesia, Salem ofrece al lector una novela cheli y se confirma como uno de los principales representantes de nuestro noir más crudo y chusco, una corriente literaria que a veces se echa de menos, ahogada por la tendencia actual a las tramas más sofisticadas e infectadas por la influencia audiovisual de las series.
Por todo esto, Donde el tiempo ya no duele brilla más al ser considerada bien en el conjunto de la producción narrativa de su autor, responsable de la supervivencia de un subgénero, el de la literatura más canalla, que no merece la muerte y, sin embargo, se encuentra en peligro de extinción; bien al detenernos en sus matices más líricos, aquellos que delatan la destreza poética de Salem y que están presentes desde la dedicatoria: «Para todos los que nunca dejan de perseguir su ballena, no para matarla sino para verla, por una vez, de cerca»