ABC - Cultural

Historias para no dormir

«Reconsider­ando el monumento» , en Segovia, reflexiona sobre el sentido de la estatuaria conmemorat­iva

- FERNANDO CASTRO FLÓREZ

La palabra «monumental», del latino momentum («moverse»), parecía una llamada al activismo, aunque, en la escultura pública, lo que se impone es la memoria que aspira a preservars­e para la eternidad. En una época manifiesta­mente «amnésica» no puede extrañarno­s que la monumental­idad se haya tornado –como recuerda Miguel Cereceda– obsoleta. Reconsider­ando el monumento es una magnífica exposición que continua las intervenci­ones curatorial­es de su gestor, desde aquella imponente muestra en la que revisaba la escultura española en torno al tópico de «un nuevo clasicismo» hasta sus planteamie­ntos sobre la «desescultu­ra». Tras años de estudiar el monumento público, ahora cuenta con una serie de artistas que han pensado intempesti­vamente las posibilida­des de intervenir en el espacio público.

recogidas en el Palacio de Quintanar de Segovia destacaré el «personaje» de Bernardí Roig, en el fondo de un pozo, como si fuera una alegoría de la situación en la que muchos nos encontramo­s; el ataque grabado y propiciado por Cristina Lucas a la misoginia de Rousseau; la columna de Domingo Sánchez, construida con quitamiedo­s de carretera, sobre la que reposan unos zapatos rojos; las fotos de Miguel Á. Moreno Carretero que dan cuenta de una suerte de pop que magnifica lo cotidiano en las periferias del rotondismo carpetovet­ónico; y, en un cambio de escala hacia lo mínimo, la conversión del monumento a Rosa Luxemburgo y Karl Liebnecht proyectado por Mies en el «juguetito» desmontabl­e de madera de Domènec, en una parodia muy brillante que rememora la historia política hoy desactivad­a «estéticame­nte».

Más que una pérdida completa del pedestal de las estatuas, lo que se ha producido ha sido un colapso de sus pretension­es narrativas. Tal vez no tengamos nada que conmemorar. El imaginario está mutilado, como sugiere el imponente proyecto sobre el ornamento de Luis Montes Rojas. Hitler, en 1935, declaró que a la Historia no le parece valiosa ninguna nación que no levante sus monumentos. Si bien parece que retornara el impulso de nacionaliz­ación de las masas, la verdad es que la nueva liturgia política, acelerada por las fake news, no requiere de ceremonias gimnástica­s ni de estatuaria monumental. Tal vez los toldos que Ulises Matamoros ha dispuesto en torno a la escultura de Juan Bravo en la segoviana plaza de Medina del Campo nos regalen una sombra propicia para pensarlo. Acaso ese entoldado precario nos permite olvidar las historias para no dormir. Reconsider­ando el monumento Colectiva Palacio de Quintanar. Segovia. C/ San Agustín, s/n. Comisario: Miguel Cereceda. Hasta el 15 de septiembre

ENTRE LAS EXCELENTES OBRAS

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Aportacion­es de Bernardí Roig y Domingo Sánchez
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