ABC - Cultural

REBECCA HORN: CUERPOS QUE FLUYEN

Entre los eventos colaterale­s que deja la última feria de Basilea, la presencia de Rebecca Horn en el Museo Tinguely. Necesaria

- JOSÉ JIMÉNEZ

na de las artistas actuales de mayor relevancia, Rebecca Horn ( Alemania, 1944) vuelve a nuestra considerac­ión. El Museo Tinguely, en Basilea, presenta una excelente muestra que se complement­a con otra paralela, Teatro de metamorfos­is, en el Centro Pompidou-Metz. La exposición en Suiza reúne 52 obras: dibujos, fotografía­s de performanc­es, instalacio­nes de objetos e instalacio­nes de mecanismos dinámicos.

Se articula en cuatro secciones que trazarían el desarrollo de sus propuestas: «Alas batientes», «Circulando», «Inscribien­do» y «Tocando», a través de lo que la propia Horn denomina «estaciones en un proceso de transforma­ción». Recorrerla es, de verdad, una experienci­a muy profunda: mueve nuestros sentidos, nuestras emociones, y nos lleva al conocimien­to de los flujos de la vida.

Alemana de nacimiento, Rebecca Horn ha vivido siempre en un desplazami­ento constante por todo el mundo. Su presencia artística y personal en España ha sidodo muy importanim­portante en Barcelona,ona, en Galicia, en Mallorca, e incluso en Ma-Madrid, donde enn 2009 el Tea-Teatro de la Zarzuelazu­ela presentó la ópera Luci mie traditrici, itrici, del compositor­or ita-italiano Salvatore atore Sciarrino, estando ando a su cargo la direc-dirección escénica, lala es-escenograf­ía y ell ves-vestuario.

Es tambiénn relevante su trabajo abajo fílmico, cuyo inicio nicio se sitúa en 1971,71, en paralelo a lass ac-acciones, dibujosjos e instalacio­ness artísticas de carácter ácter visual que han n marcado toda su trayectori­a. a. E igualmente­e tie-tiene un gran interés terés su escritura, elaborada siempre mpre con un giroo de poesía interiorr que resuena en su obra plástica. Acompa- mpa

Uñando su instalació­n mecánico-electrónic­a-dinámica El río de la luna, que se presentó en Barcelona en 1992 y que ahora puede verse de nuevo en Basilea, escribió: «Torres de Gaudí –absurda emotividad invertida. / Los hombres, de una frivolidad femenina; las mujeres, formacione­s rocosas».

Obviamente, Horn le da la vuelta a las cosas. Recorre la experienci­a a través de una mirada interior, que fluye y se mueve hasta que alcanza a ver. Y su visión se plasma en obra, siempre con carácter dinámico. Es una artista multimedia, que integra y sintetiza todos los ámbitos y soportes de la expresión en busca de la obra total.

Eso sí, el núcleo central de ese proceso de búsqueda es el cuerpo, su propio cuerpo transcendi­do y proyectado en los más diversos que nos rodean, con los que compartimo­s la experienci­a de la vida. Desde fines de los años ochenta, sus dibujos marcan el curso de sus acciones plásticas, culminando en 2003-2004 en la serie «Paisajes corporales», en la que el forma

to de los dibujos se estructura dependiend­o de la altura y escala de su propio cuerpo.

El cuerpo se proyecta en los otros cuerpos humanos, pero también en los de los animales, en los objetos o en las máquinas, sentidos y considerad­os en estos dos últimos casos también como organismos. Los elementos mecánicos de sus instalacio­nes, de hecho, son «humanizado­s»: bailan, producen sonidos. La importanci­a de las máquinas en la obra de Horn se resalta especialme­nte en esta cita, trazando un paralelo con la del gran artista de los universos mecánicos Jean Tinguely, en el Museo que lleva su nombre.

Todo se mueve

La proyección del cuerpo se articula a través de la presencia del movimiento en las piezas, en su carácter dinámico: en el registro plástico de Rebecca Horn, todo gira, todo se mueve. Los mecanismos ponen en movimiento objetos, hay máquinas para pintar, para tocar música, para bailar, en algunos casos, introducie­ndo en el proceso el propio cuerpo.

Particular­menteParti­cul relevantes son dos instalacio­nesin de la muestra: El abanico de pavo mecánico cánic (1981) y Termómetro­tro ded amor (1985). En la primera,prim las plumas de pavo engarzadas en el mecmecanis­mo se abren y despdespla­zan, suben y bajan, y unosuno largos tubos de vidriodrio en la pared, con mercuricur­io en su interior, registrgis­tran un desplazami­entoto de palabras y situasitua­ciones que van del «infiernoin­fi» al «paraíso». En la segunda, un líquidodo rojoro sube y baja por otro tubo de vidrio a travésvés ded palabras que van de «ssoledad» a «hundirsese». HHorn, la experienci­a de loslo cuerpos que fluyen: el sosonido, la visión y el movimovimi­ento de la vida.

Una de las piezas de la alemana

Rebecca Rebe Horn Fantasías del ccuerpo Museo TinguTingu­ely. Basilea ( Suiza). Comisaria: Sandra BBeate Reimann. Hasta el 22 de septiembre

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