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LAS ALMAS MUERTAS DE LUIS MATEO DÍEZ

La fértil inventiva del escritor y académico leonés vuelve a manifestar­se en esta colección de relatos que nos sumerge, sin aspaviento­s y con humor, en la comunicaci­ón entre vivos y difuntos

- JOSÉ M. POZUELO YVANCOS CARMEN R. SANTOS

n la literatura de Luis Mateo Díez, ya se trate de novelas, de cuentos o se hilvane, como ocurrió en Vicisitude­s (2017), un mosaico de historias conectadas por la idea del cambio de fortuna, siempre ha habido personajes en los que explora el límite de la irrealidad, como si viviesen ese tránsito entre lo racional e irracional que todos los humanos experiment­amos en los sueños. De ahí que el título Gente que conocí en lo sueños sea muy apropiado al mundo y estilo desplegado­s en las cuatro historias que lo componen. No afecta únicamente a las vivencias de los personajes, sino también al escenario: siempre alguna de sus conocidas ciudades de Sombra, lo que le permite recuperar imágenes soberbias de su literatura, como la del río Margo al que van los suicidas, o bien momentos de muerte y nieve, como ocurrió en Fantasmas del invierno. Mucho del portentoso imaginario del escritor leonés –de ahí la idea de páramo y de paisajes desolados y místicos–, se nutre de la literatura rusa, Chéjov, Goncharov y Bulgákov, pero no le va a la zaga la deuda contraída con Juan Rulfo. Porque todos los personajes de Gente que conocí en los sueños parecen o pertenecen a ese momento que el registro coloquial castellano reconoce con la expresión «almas en pena».

La comunicaci­ón de vivos y muertos ha cuajado en el imaginario la figura del fantasma, pero en los cuentos tradiciona­les (así en alguna de las Leyendas de Bécquer) se configuró en torno a la vida de las ánimas, esto es la presencia de un estadio en la que los difuntos no lo son del todo, ni los vivos pueden vivir ajenos a sus desgracias. Ese el mundo particular que nutre las cuatro historias que componen este gran libro. Aunque el Juan Rulfo de Pedro Páramo sea el que mejor desarrolló la conexión entre muertos y vivos, también podría convocarse para dibujar el perfil de

Eestas historias algunas de las recogidas en los cuentos de El llano en llamas. El estilo de Luis Mateo Díez se parece a ellos en la concreción de situacione­s que, pertenecie­ndo a un lugar limítrofe entre vida y ultratumba, andan ligadas a lo cotidiano, como si sus personajes, que sabemos fantasmas, pudieran hablarnos acodados en la barra del bar, que se describe como contexto de parroquian­os conocidos y clientes asiduos. Añade Luis Mateo Díez a Juan Rulfo una caracterís­tica del estilo

muy suya. Esta es el humor, pues la muerte, que alguien de repente haya desapareci­do o no esté, o que un personaje sienta que otro se le está yendo o vive suplantado por otro mientras le abraza, no acaece con dramatismo.

Pasmosa naturalida­d

Los extraños sucesos de comunicaci­ón con los espíritus se dan con esa pasmosa naturalida­d con la que Luis Mateo Díez evidencia que el alma, la muerte, la enfermedad, son asuntos tan serios como ridículas algunas de las circunstan­cias donde se vislumbran. En la historia más extensa, « Los círculos de la clausura » , que tiene la estructura de novela corta, la comunicaci­ón de sor Coralina con la hermana Columbaria se da cuando esta se le aparece agazapada a un lado del sagrario. Los problemas de mala conciencia por un hecho que no puedo revelar, no generan aspaviento­s. Tampoco se deducen de las historias de muerte en la vecina penitencia­ria que sirve otra forma paralela de clausura.

Todo en el escritor leonés parece hijo de una semántica muy acentuada en su literatura en que la muerte y la enfermedad fueran vicisitude­s tan próximas y naturales que pueden tratarse casi familiarme­nte. Lo mismo cabe para el fanQuiero que mis personajes tengan una aureola tragicómic­a, propia de una mirada impresioni­sta» Mis ciudades de Sombra ponen de relieve el caos del actual ser humano» tasma Aurelio Recuero que en medio de una partida de cartas puede recordarno­s que el tiempo es vecino de la eternidad, y nada es menos mensurable.

Pero esta figura estrambóti­ca, hija del extravío, es sospechosa­mente próxima para todos a la de un muerto viviente, por lo cual no consigue que ninguno de los parroquian­os del bar Fanal le acompañe. Quizá la obra maestra del libro –ilustrado por MO Gutiérrez Serna–, sea el último cuento, titulado «Las amistades del diablo», sobre lo que creíamos amistad tenida y perdida, pero cuyo fáustico desenlace lo entrelaza con uno de los grandes mitos literarios universale­s. Cada libro de Luis Mateo Díez es ejemplo de una inventiva fértil e inagotable para fortuna nuestra. Gente que conocí en los sueños Luis Mateo Díez Nórdica, 2019 páginas euros –Era desde el comienzo una experienci­a narrativa de género fantástico, con la unidad de elementos no muy ajenos a mis intereses habituales: seres fantasmale­s que reiteran sus aparicione­s hasta parecer profesiona­les de un más allá, muertos que van y vienen, amistades peligrosas con el mismísimo diablo, situacione­s misteriosa­s... –Siempre el humor como ingredient­e crucial de la lucidez. La ironía para rebajar la complacenc­ia y la ambición de lo que somos. –Nos producen sensacione­s extraordin­arias y prodigiosa­s, y nos retratan hasta lo más hondo de lo que somos. Son la alegría de la casa y además de asustarnos se asustan, lo que resulta inquietant­e y divertido. –Los seres humanos ejemplares suelen abundar en enormes contradicc­iones y grandes imposturas, la ejemplarid­ad no es un don sino una conquista moral que no conviene predicar.

 ??  ?? MAYA BALANYA –¿Desde el principio concibió el libro con una cierta unidad entre sus relatos, o los fue escribiend­o y decidió después juntarlos? –Y el humor y la ironía. Así ese Bar Cordial, donde «no había especial aprecio para los habituales ni el mínimo vicio de servir como se debe». –¿Cómo son los fantasmas? –Los comportami­entos de sus personajes, como la hermana Coralina o Sauro, no son precisamen­te ejemplares…
MAYA BALANYA –¿Desde el principio concibió el libro con una cierta unidad entre sus relatos, o los fue escribiend­o y decidió después juntarlos? –Y el humor y la ironía. Así ese Bar Cordial, donde «no había especial aprecio para los habituales ni el mínimo vicio de servir como se debe». –¿Cómo son los fantasmas? –Los comportami­entos de sus personajes, como la hermana Coralina o Sauro, no son precisamen­te ejemplares…
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