Luz, cámara, ¡Baker!
Novelización de la vida –desde la gloria hasta los infiernos– del productor Shark Trager, en el Hollywood de los años 60 a los 80
Se lee y se disfruta la muy tóxica y adictiva Mejor productor como si de pronto, todo eso que se comenta entre murmullos en la oscuridad de una sala de cine se convirtiese en grito primal inseparable y director’s commentary de todo aquello que se muestra en una pantalla en llamas. Novela de culto del escritor gay y suicida y un tanto kamikaze y escandaloso James Robert Baker (California, 1947-1997), a Mejor productor se la podría definir como quentintarantinesca. Pero, también, es inequívocamente rogercormanesca y kennethangeriana. Es decir: es como el bestial e indiscreto y por momentos desopilante retrato de un Hollywood que ya fue y que nunca volverá a ser porque los cancerberos de la corrección política jamás lo permitirían. Queda, entonces, la memoria infiel o la invención auténtica de todo aquello a lo que se le dijo adiós.
es la saga psicotrónica del productor-megalómano y último magnate trash Gale «Shark» Trager: nacido en un autocine y haciendo y deshaciendo lo suyo entre los años 60 y 80 y, según alguien, «arquetipo del genio productor de Hollywood y, por lo tanto, el ejemplo definitivo de monstruo narcisista atrofiado que representa el ocaso de la civilización». Shark nadando y mordiendo con todos los colmillos por las marquesinas de la Babilonia de la Costa Oeste, yendo desde películas clase Z hasta una final y apocalíptica entrega de Oscars siempre obsesionado por la rubia definitiva y fatal Kathy Petro. Mejor productor James Robert Baker Libros Walden, 2019 páginas euros novelas sobre la mítica y mística del cine, Mejor productor bebe hasta el exceso y vomita con desesperado gozo un cóctel compuesto a partes iguales de amor y miedo y asco por el Séptimo Arte y sus alrededores. Lo que acaba imponiéndose es la más aterrorizada y repulsiva de las pasiones. La técnica utilizada por Baker es la misma que casi patentaron en su momento George Plimpton y Jean Stein para su célebre biografía de la súperstar warholiana y fugaz y caída Edie Sedgwick y a la que por estos días vuelven a sacarle provecho best-seller de la presente temporada norteamericana como Daisy Jones & The Six de Taylor Jenkins Reid y la multigalardonada Lincoln en el Bardo de George Saunders: el relato oral, el montaje de voces, la compaginación de sucesos y de escenas muchas veces contadas desde diferentes ángulos y con muy distintas perspectivas. Así, cada uno elige ver lo que quiere ver y decir lo que alguien le dijo que nunca diga a nadie. Y sin embargo... Así que lo primero que vemos y escuchamos es un «Por supuesto que recuerdo la noche en que nació Shark». Y lo último es un «La película se acabó y mientras apagaba el proyector tuve ganas de llorar durante un instante. Después me miré las cicatrices de las piernas y se me pasó».