Fernando Fernán Gómez, periodista
Recopilación de los artículos de prensa que el actor, director de cine, teatro, TV y escritor publicó en la última etapa de su vida
La rica personalidad de Fernando Fernán Gómez (19212007) incluye la faceta periodística, junto a las de actor y director de cine, teatro y televisión, la novela y los ensayos. El periodismo lo practicó en la última etapa de su vida, con la profesionalidad que hizo todo. Quien quiera comprobarlo no tiene más que leer Variedades los 104 artículos publicados en ABC y La Razón, editados y prologados por Manuel Ruiz Amezcua, que gozó de su amistad, y publicados en cuidado volumen. Del periodismo se dice que «es la crónica de un día», pero la Historia se compone de las crónicas diarias, imprescindibles para entenderla. Estos artículos van desde el 16 de julio de 1999 al 18 de mayo de 2005, es decir, el cambio de milenio, que incluye el 11 de septiembre del 2001, que FFG abordó en su sentido más profundo de «Miedo, terror, pánico», rasgos de la era que comenzaba.
Todo en un estilo sereno, sentido, sin dejarse arrebatar por el pesimismo ni el optimismo, como él era, «un chico de la calle», donde jugaba, al guá, las chapas, las tapas o al fútbol, porque entonces apenas había coches. Y lo pasaban bomba. Luego vino la guerra, la posguerra, el franquismo, la Transición, que FFG describe a nivel de calle, todo lo más de tertulia con amigos, añorando cosas, maravillado por los vertiginosos cambios que se suceden e inquieto ante el futuro. Variedades Fernando Fernán Gómez Huerga & Fierro, 2019 páginas
formas, la pasión por la belleza ni la fe en el progreso, aunque a veces no lo entienda. «Los políticos se creen dioses –dice– y la gente de la calle creemos que no lo son». Aunque luego se apiada de ellos y escribe «La defensa del político embustero». Piensa, como Dante, que los 40 son la mitad de vida y, como Américo Castro, (aunque él prefiere referirse a Cela) que España es el país de «judíos, moros y cristianos», no enfrentados, sino mezclados sin saberlo. Y lo considera una suerte, ya que ve el mundo mixto, entreverado, convergente en su diversidad, por más refriegas que surjan. Es la melodía que suena al fondo de estos artículos, como corresponde a alguien que es a la vez actor, espectador y comentarista de lo que ocurre dentro y fuera de España, pues aunque profundamente español, nunca dejó de ser universal. De ahí que su insaciable curiosidad le llevara a tocar los temas más diversos, siempre con talante abierto y respeto incluso por lo que no le gusta. No pueden faltar incursiones en el teatro, que fue su verdadera vocación.
ajustar cuentas o lanzar juicios sobre colegas, autores o empresarios (los pocos que emite son siempre positivos), sino que se centra en el desamparo de buena parte de los «cómicos» en su senectud, aunque no era su caso. Fernando Fernán Gómez demuestra en estos artículos que era como aparecía en la pantalla y el escenario: un hombre bueno, que es lo más que se puede ser en este mundo.
SIN PERDER NUNCA LAS