ABC - Cultural

LA IBIZA QUE UN DÍA FUE Y QUE NUNCA VOLVERÁ

El ensayista Antonio Escohotado recoge en «Mi Ibiza privada» sus recuerdos y experienci­as en la década de los setenta

- LAURA REVUELTA

o sé si a estas alturas de la civilizaci­ón ibicenca, del jolgorio desmadrado que hace temblar los cimientos de la isla cada verano, alguien se acuerda de aquellos personajes (personalid­ades con nombre y apellido rimbombant­e, de rancias estirpes hispanas, hollywoodi­enses, rockeras, literarias y artísticas) que llegaron cual primer hombre a la luna y, casi casi, por las mismas fechas. Sí, corría la década de los años 60 del siglo XX y ya estamos a punto de tocar la línea de meta de loss pri-primeros veinte del XXI. Ahora se conjuga el verbo balconing en lugar de hacer el amor y no la guerra.

Entenderán que este encabezami­ento es re-tórico. La respuesta vie-ne implícita entre líneass y, tal vez, entre nostal-lgias, porque aquella Ibi-iza ha quedado para ál-lbumes de fotos en blan-nco y negro o en coloreses ya desvaídos con un cier-erto toque fantasmagó­rico.co.

NESTAMPAS

Y este tono es el que se distingue en la memoria personal que recorre este libro del escritor, ensayista, traductor, y para mayor fama suya y de sus herederos en la hermandad de los «inventores» de la cosa ibicenca, Antonio Escohotado (Madrid, 1941). A él no le agrada tildar estas páginas como autobiográ­ficas ni echarse demasiado protagonis­mo encima. Lo que narra ya no existe más que en esas estampas de época en las que él, como otros tantos, se paseaban con el aire desastrado recién importado de California, mayo del 68 y otras capitales menos de provincias – largas melenas, camisetas y pantalones ajustados, drogas a mansalva de mano de la experiment­ación lisérgica– entre payesas enlutadas de la cabeza a los pies, sin olvidar la ropa interior. Y, encima, las chicas que allí arribaban se habían dejado olvidado el sujetador en casa de sus padres o de su último novio fugaz.

Ruido y leyenda

Escohotado puso un pie en la isla en 1970 y duró hasta 1983, tras pasar un tiempo en la trena adivinen acusado de qué. Lo narra en un capítulo final, «Un año a la sombra». Después de aplicarse en la limpieza con salfumán de la celda, allí nace su célebre Historia general de las drogas. No crean que se cogió un barco con su hijo mayor a cuestas y esperaba a su mujer mientras buscaba casa para sumarse a la jarana sin más. Dejó un empleo más que decente en la capital para escribir y traducir. De ahí a situarse en el centro del cogollo, solo hay un paso y tiene mucho que ver con inaugurar la ahora famosa discoteca Amnesia. Escohotado hereda a la muerte de su madre y abre en una masía un local de música (el primer chunda-chunda). El resto, ruido y leyenda.

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Arriba, un grupo de «hippies» se cruzan con unas payesas «enlutadas». A la izquierda, Escohotado en Coll des Vents

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