ABC - Cultural

«LO CLÁSICO ES LO QUE SIEMPRE NOS DICE ALGO. NO EQUIVALE A INÚTIL O ANTIGUO»

ANDREA MARCOLONGO Tras «La lengua de los dioses», la autora italiana publica «La medida de los héroes» (Taurus). Marcolongo ha conseguido que el mundo clásico sea un «best seller»

- CARMEN R. SANTOS

eñala Andrea Marcolongo (Milán, 1987), licenciada en Letras Clásicas y profesora durante un tiempo de estas materias, que fue una sorpresa el gran éxito cosechado con La lengua de los dioses. En efecto, nada hacia augurar que, en los tiempos que corren, un libro sobre la lengua griega antigua, iba a convertirs­e en un best seller. Pero fue tal el entusiasmo despertado en numerosos países que le presionaro­n –confiesa– para que escribiera una segunda parte, o las que se terciaran. Sin embargo, Marcolongo se siente orgullosa de no haber cedido a «las sirenas contemporá­neas, que son el mercado y el márketing». Decidió plantearse un reto aún mayor para su siguiente libro: La medida de los héroes, donde, sin abandonar el mundo clásico, que es su pasión, nos propone acompañar a los argonautas en su búsqueda del vellocino de oro. Aunque ese viaje por las aguas mitológica­s es también su propio periplo, una travesía interior, que brinda especialme­nte a «aquellos que tiran por

Sla borda la infelicida­d y tienen el valor de zarpar, por vez primera o una vez más», como reza la dedicatori­a del libro.

–Por supuesto que no lo es. Pero eso no debe llevarnos a pensar que no resulta posible. Ser feliz significa, etimológic­amente, ser fértil. Dar frutos. Por el contrario, ser infeliz es sembrar en el desierto. En nuestra vida, que «Vivimos conectados pero no sabemos qué comunicar. Es la soledad de hoy» va muy deprisa, caminamos muchas veces hacia direccione­s que hemos aceptado por comodidad, por error... A través de las conversaci­ones con mis lectores, sean del país que sean, he comprobado que la gran pregunta es ¿cómo se puede ser feliz? –Durante años me boicoteé a mí misma, era mi primera enemiga. Trabajaba como «negra» y me di cuenta de que ese no era mi mundo, sino el de quienes me contrataba­n. Tenía miedo de zarpar. Era inmadura, y no daba frutos. Prefería por eso trabajar para otros o inventarme excusas. –Sí. Ha sido un viaje interior, personal, hacia la escritura. –Me gusta mucho esa palabra, pero no creo que sea el motivo por el que escribo libros. Pienso que lo hago sobre todo para plantear preguntas. Aunque sí he logrado liberarme del dolor y escribirlo­s me ha hecho feliz. Pero le diré que esa felicidad no siempre ha sido bien aceptada por quienes tenía a mi lado. La publicació­n de La lengua de los dioses , y todo lo que generó, me cambió la vida, que ya no fue convencion­al, lo que quizá se paga más en el caso de las mu

–No es fácil ese deshacerse de la infelicida­d...

Redes sociales

–De su libro se deduce que es capital para ello no incurrir en

renegar de uno mismo, algo en lo que usted, según nos revela, estuvo atrapada...

–Por fin, con sus libros, zarpó...

– ¿ Una especie de catarsis, concepto tan ligado a la Grecia clásica?

El estilo de Andrea Marcolongo en «La medida de los héroes» (Taurus. 288 págs. 17,90 euros) es sencillo, pero sugerente y con un logrado toque aforístico. La mitología griega, aquí centrada en el periplo de los argonautas, es la base para que la autora bucee en su interiorid­ad e invite a que lo hagan los lectores en una búsqueda de nuestro vellocino de oro: la felicidad.

argonautas me parece el más revolucion­ario. Me interesa que está muy presenta la idea de comunidad. Jasón no viaja solo, necesitamo­s a los otros. Ademas, está muy claro que los argonautas son seres humanos como nosotros. –Da la impresión que muchos padres son niños perennes, llenos de rabia, que se enfadan y rompen furiosos los juguetes. Conozco a numerosas personas de más de cuarenta años que no han aprendido a superar los obstáculos y no saben educar a sus hijos, no les transmiten el sentido de la responsabi­lidad. –Es la gran paradoja de la soledad contemporá­nea. Estamos siempre conectados, pero no sabemos qué comunicar y ni siquiera sabemos si estamos conectados con alguien. No critico la tecnología, pero debemos ser muy consciente­s de que el móvil, Facebook... son el contenedor, no el contenido.

–Señala usted que ahora los jóvenes deben convivir con su propia adolescenc­ia y con la de los adultos. ¿Estamos en una sociedad infantiliz­ada?

–También aborda las redes sociales. ¿Somos sus esclavos?

–Sobre todo en etapas complejas, como la actual, nos dan respuestas. Clásico es lo que siempre nos dice algo. No es lo antiguo ni lo inútil. En la educación no solo hay que formar especialis­tas, sino ciudadanos libres y responsabl­es, que tomen las riendas de su vida. La cultura clásica y las Humanidade­s resultan imprescind­ibles.

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–¿Cómo convencer de la necesidad de los clásicos y las Humanidade­s?

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