El mito del regreso
Necesitamos un mundo más natural, más humano
l último libro de
The Game, afirma que «el juego», es decir, la gran revolución digital de hace unos diez años, cuando surgieron las redes sociales y los smartphones, ha tenido el efecto de librarnos para siempre de los horrores del siglo XX. El siglo XX fue el peor de la historia de la humanidad, dice Baricco, pero gracias al Ipod y a Instagram, ya no volverá a haber ni Gulag, ni Holocausto, ni Hiroshima.
Su libro no es tan tosco, desde luego. En realidad está muy bien, aunque su visión de internet como una gran insurrección contra el sistema y una revuelta libertadora puede parecernos tan ingenua como incomprensible. Baricco enumera, por ejemplo, todas las críticas que los supuestos nostálgicos del siglo XX hacen (hacemos) a la red y concede que son argumentos sólidos y de peso. Claro que es pura retórica: a continuación afirma que no importan.
Yo no soy un gran amante de la red, que veo como un inmenso instrumento de homogeneización y manipulación, ni de los smartphones, que ponen toda nuestra atención fuera de nosotros. Pero no me siento en absoluto un «nostálgico» del siglo XX. Nunca me sentí a gusto en el siglo XX. No me gustaba el siglo XX por el comunismo, el capitalismo, la creencia ciega en un progreso meramente asociado a la tecnología, el desprecio a la naturaleza, la ciencia mecanicista que niega la existencia de la conciencia, el antihumanismo. Y, la verdad sea dicha, en este nuevo y flamante siglo XXI no veo que nada de esto haya cambiado. Solo el comunismo ha desaparecido de ese paisaje, aunque no su sombra, bajo la idea de una inmensa colectivización de las tendencias y el pensamiento, la crítica a la individualidad y el establecimiento de una sociedad de control universal.
En realidad, soy un nostálgico, pero del siglo XXI. Un mundo más natural, más consciente, más humano. Terminado el mito del progreso, necesitamos otro mito: el del regreso.
EBaricco,
La visión de Baricco de internet, en su ensayo «The Game», puede parecernos ingenua