ABC - Cultural

«ES TERRIBLE, PERO EL SEXO Y LA VIOLENCIA VENDEN Y ENTRETIENE­N»

EDOARDO ALBINATI Con guiños a la autoficció­n, en «La escuela católica» el autor italiano rememora un crimen de género cometido en 1975 y que convulsion­ó a su país

- CARMEN R. SANTOS

n septiembre de 1975 se produjo en Italia la conocida como «masacre del Circeo», un suceso que causó una honda conmoción en la sociedad italiana: tres jóvenes de buena familia, Andrea Ghira, Gianni Guido y Angelo Izzo, secuestrar­on, violaron y torturaron a dos muchachas. Su propósito fue asesinar a las dos, aunque una consiguió librarse haciéndose la muerta. Edoardo Albinati (Roma, 1956), escritor, periodista, profesor de los presos en la cárcel romana de Rebibbia, y compañero de los asesinos en el selecto y solo para chicos instituto San Leone Magno, recrea la tragedia en las 1.296 páginas de su última novela, La escuela católica.

E– Desde que era joven tenía esta historia, que viví tan de cerca, dentro de mí. Sin embargo, no pensaba ni por lo más remoto escribir de lo ocurrido. Pero en 2005, uno de los asesinos, Angelo Izzo volvió a matar: asesinó a la mujer y la hija de un mafioso con el que se relacionó en prisión. Entonces me di cuenta de que muchas veces es verdad cuando se dice que el pasado nunca pasa. Y empecé a plantearme qué podía contar yo de lo que sucedió en 1975. En 2006 comienzo a escribir. – Lo que me propuse es usar la memoria desprovist­a de prejuicios y emplearla con fines narrativos. Por eso, no sé cuánto hay de invención en mi novela. La mayoría de sus personajes son reales, pero no dejo de preguntarm­e ¿eran como yo los recuerdo? A partir de un cierto momento la memoria y la verdad fáctica tienen poco que ver. Lo que me interesaba era aplicar ambas con clara intención narrativa, novelesca. – Realicé un intenso trabajo de documentac­ión, en libros, periódicos... En mi casa formé prácticame­nte una biblioteca entera con los libros consultado­s, y no solo más o menos referidos al asunto concreto. También leí numerosos ensayos sobre la época. Hay un capítulo que prácticame­nte elaboré con las escuchas telefónica­s a las empleadas domésticas de los asesinos, sus «señoritos». Eran unas conversaci­ones casi surrealist­as. – Ese término, aunque hoy muy en boga, no sabemos que se entiende por él exactament­e. El narrador lleva mi nombre, pero es un personaje, sus opiniones no son las mías. Los materiales son existencia­les pero no reflejan mi vida. Aunque, bueno, podría, si queremos clasificar, considerar­se autoficció­n. – En teoría debería haber sido una manera de liberarme. Me habría gustado, pero desafortun­adamente no ha sido así. – Habría deseado publicar el libro y desaparece­r, lo que, obviamente, resulta imposible. El libro sale al mundo y viene la promoción, entrevista­s, presen– Son fundamenta­les para mí. Sobre todo, la novela de Vargas Llosa me marcó. Voy a hacer algo que nunca he hecho con alguien a quien no conozco personalme­nte: dedicarle y enviarle un ejemplar. – Claro. No hago una vinculació­n causa-efecto. La educación no aboca a nada en un sentido u otro. Sí quise llamar la atención sobre que la violencia contra la mujer campea en todos los estamentos, y sobre la deriva brutal de caracterís­ticas que suelen ligarse a lo masculino.

–Han pasado décadas desde el luctuoso hecho. ¿ Por qué esperar tanto para ocuparse de él?

–¿En esa larga génesis, echó usted mano de la memoria «proustiana»?

Ficción, realidad, novela, ensayo, crónica... es mucho y variado lo que encierra esta monumental propuesta (Lumen. 1.296 páginas. 24, 90 euros), dura y amarga, donde se pone de relieve una de las abundantes reflexione­s de su narrador: «Este es, siempre, el tema de cualquier novela: la historia de una infelicida­d».

–¿Su novela es autoficció­n?

–¿Ha tenido un efecto catártico para usted?

«El joven Törless», de Musil, y de «La ciudad y los perros», de Mario Vargas Llosa.

–El título es significat­ivo. Pero muchos jóvenes, usted mismo, estudiaron en esa escuela católica y no son criminales. Creo que la decisión personal respecto al mal o al bien es esencial...

–«Las vejaciones infligidas a una mujer pueden venderse como entretenim­iento», leemos en su novela.

– Es algo que ya se ve en el caso de Jack el Destripado­r. Los diarios vendían hasta dos millones de ejemplares. Es terrible, pero sexo y violencia excitan, venden, entretiene­n.

–¿Cómo es la situación de la mujer en Italia?

– En los últimos años ha empeorado. Hay una aparente mayor libertad, pero a costa de una cosificaci­ón del cuerpo femenino. Parece volverse a un modelo de mujer ornamental.

–¿El San Leone Magno sigue hoy funcionand­o? ¿ Alguna reacción?

– Me ha llegado un comentario de su actual director, que no vivió lo sucedido: «No han disminuido las matrículas».

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– Su obra tiene mucho de crónica... – ¿ Por qué no? ¿ La historia, pues, le sigue removiendo?

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