ABC - Cultural

Zgustova: «Marilyn era una rival demasiado inteligent­e y bella»

- JUAN PEDRO QUIÑONERO

–Hay quienes piensan que las cartas de Nabokov a su esposa Véra se encuentran entre las grandes correspond­encias amorosas de la literatura. Usted percibe esas cartas de manera más escéptica.

–Soy más escéptica hacia el amor pasión de Nabokov hacia Véra. Hay un cuento de Nabokov, «Bachman», que refleja, con palabras del escritor, mi propia visión de esas cuestiones… en ese relato, la esposa del protagonis­ta, un pianista virtuoso, está siempre sentada ante él, con veneración, pero él no la ama. Él necesitaba ser amado. Creo que Nabokov nunca amó a Vera con pasión, pero la necesitaba imperiosam­ente para su arte y para su vida práctica.

–Retoma la historia o la leyenda de que Véra llevaba con frecuencia un revólver en su bolso de mano y deja caer que tenía una cierta fama de mujer más o menos dura. –Me parece cierto que Véra podía tener algo de un «boxeador» para quienes la conocieron, desde muy joven, en Berlín. Una persona que se abre camino en la vida con mucha energía y no para de pegar a su adversario hasta tumbarlo, hasta el fin.

–En uno de los cuentos del primer Nabokov, hay uno, «Primer amor» la historia de dos niños, en Biarritz. Muchas veces me he preguntado si esa historia, o la de «Ada, o el ardor», no pudieran ser parábolas del amor de los Nabokov. –Puede hacerse esa lectura, si quiere. Pero soy un poco escéptica. En toda la obra de Nabokov hay varias fuentes de inspiració­n. En ese cuento comienzan por estar muy presentes otros amores, otras mujeres de las que Nabokov se enamoró con pasión. Véra no quería que se hablase de todo eso –Nabokov considerab­a a Nina Berbéroba una gran escritora. Véra, por el contrario, no parecía soportarla.

–Podía sentir celos de creadoras como Berbéroba, o de otras mujeres a las que Nabokov amó. Temía no ser lo suficiente­mente atractiva. Y tampoco deseaba dejar aflorar sus celos, que Nabokov podía interpreta­r como algo muy vulgar. –Reconstruy­e una historia mal conocida, cuando Nabokov se cruzó con Marilyn. Cuenta que Marilyn invitó a los Nabokov a visitarla. Él estaba encantado. Pero Véra impidió ese encuentro.

–A Marilyn le encantaba escuchar y hablar con hombres sensibles y de talento. Estuvo casada con Arthur Miller. Ella y Nabokov tenían gran sentido del humor. Hubiesen podido entenderse muy bien. Véra comprendió que Marilyn era un peligro para ella. Una rival demasiado bella e inteligent­e.

–Usted insiste en un punto sensible y poco estudiado: el recuerdo de Nabokov de los avances no sé si pedófilos, homosexual­es, en cualquier caso, de uno de sus tíos.

–Los «intentos» de su tío, fueron ciertos. Y esos temas de fondo, la pedofilia, la violación de menores, estuvieron presentes a lo largo de toda su obra. –Véra fue fiel a Nabokov incluso después de su muerte.

–Véra sintió hacia su marido el amor de una santa hacia Dios. Una admiración absoluta. Le entregó su vida. Se dio cuenta de que no tenía talento como creadora, pero su vida se justificab­a estando a su lado.

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Monica Zgustova

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