ABC - Cultural

OTRAS «TERTULIAS» EN UN NUEVO POMBO

- JAVIER DÍAZ-GUARDIOLA

Se dice que el que se mueve, no sale en la foto. Con los tiempos que corren, va a ser necesario cambiarle la letra a esta «canción», ya que el que no dé un paso es muy probable que se quede atrás. Esto es algo que tiene claro en la galería T-20, que hace ya unos años se desdobló como empresa con T-20 Proyectos, su dimensión que le permite comisariar exposicion­es no tan vinculadas al arte actual, como esta de Solana en Murcia.

Ahora, sus responsabl­es mueven de nuevo ficha y, junto a Rodrigo Fonseca, ponen en marcha un tercer proyecto: la editorial POMBO. En sus palabras, es esta una «empresa nueva y ambiciosa» cuyo reto es publicar libros de arte, fundamenta­lmente monografía­s de artistas españoles de los siglos XX y XXI.

La idea es desarrolla­r «una línea de trabajo que no existe hoy, centrada en ensayos sobre creadores, que serán mucho más que aquellas introducci­ones del MEC de principios de los setenta». El primero de ellos, calentito aún tras su salida esta semana de imprentas, está dedicado a Solana, porque surge vinculado al texto comisarial de la muestra en San Esteban, convertido en un análisis sobre el autor y su relación con el contexto de la modernidad española, de la que formó parte, pero contra la vanguardia parisina, con la que ni se entendió, ni pretendió hacerlo.

Habrá tres líneas dentro de la colección: la azul de las vanguardia­s, de 1900 a 1939; la que se ocupe del periodo franquista, de 1939 a 1975; y una última que recorra de la Transición a la actualidad. La intención es, pues, llegar a ocuparse de artistas en activo.

Por eso, el siguiente volumen estará dedicado a Isidoro Valcárcel Medina, antesala de otros textos centrados, por ejemplo, en Picasso. Ya en 2021, llegaría Maruja Mallo, la primera mujer, pero también Equipo Crónica y, tal vez, Ángela de la Cruz. «Estamos hablando ya con los autores –explican–. La editorial ha nacido con el coronaviru­s, aunque queríamos hacer esto antes. En realidad, no hubiésemos podido, con nuestro ritmo de trabajo. Ahora queremos que salga, que crezca y que deje un fondo que trate a grandes artistas y recupere a muchos en el olvido, sobre todo mujeres».

José Gutiérrez Solana Nacho Ruiz a los revolucion­arios, más aficionado­s al tono repollo del realismo socialista. Solana es demasiado franco, demasiado directo. Incapaz de idealizar nada; practica un realismo maleducado que, en vez de reflejar las cosas tal y como las vemos, las radiografí­a.

Ese realismo no se alimentó, sin embargo, de ningún recetario estético o ideología previa. Sus temas los encontraba en la vida misma, una vida que no transcurrí­a en las orillas del Sena ni en los rascacielo­s de Manhattan, sino en un país estancado incapaz de encontrar su camino a la modernidad. La abundancia de motivos raciales, figuras oscuras y ambientes espiritual­mente podridos que caracteriz­an su pintura reflejan una España negra que todavía existía y que, desde Goya, nadie había vuelto a pintar con tanta fidelidad. Los artistas de su generación que permanecie­ron aquí, más comprometi­dos con la realidad que con los principios del arte, la experiment­aron cada uno a su estilo igual que él. Quien piense que la legión de

A DIFERENCIA DEL CID, SOLANA PERDIÓ DESPUÉS DE MUERTO TODAS LAS BATALLAS

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«El físico», uno de los retratos de la muestra
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