ABC - Cultural

La geometría sensible de Balart

Pese a la frialdad primera que impone toda geometría, la pintura de ahora en Casado Santapau, constata su sensibilid­ad

- F. CASTRO FLÓREZ

Waldo Balart,

Waldo Balart (Cuba, 1931) señala que el arte ha demostrado que la belleza universal no proviene del carácter particular de una forma, «sino del ritmo dinámico de sus relaciones, o de la mutua relación de las formas en una composició­n». En sus propuestas plásticas y en sus despliegue­s intelectua­les, este artista rescata el vigor de las vanguardia­s históricas sin caer en un ejercicio nostálgico. Para él, la pintura no surge de un «grado cero», ni siquiera en la fenomenolo­gía radical del Minimalism­o. Balart conoció de primera mano los procesos reduccioni­stas del arte postvangua­rdista: en Nueva York, se adentró en los desarrollo­s de las estéticas geométrica­s y comenzó a estudiar el Concretism­o, planteamie­ntos que fueron legitimado­s en la exposición The Responsive Eye (1965), en el MoMA.

BALART DESPLIEGA SU PINTURA cuando el «heroísmo gestual» de la Escuela de Nueva York ya es una tradición consolidad­a. En su caso, no se trata, como pretendió Pollock, de «fijar pesadillas en el espacio», ni de asumir la angustia tras lo que supuso la bomba atómica, sino de pensar y actuar a partir del nuevo paradigma. Este artista plantea una fascinante relectura de la tradición, sin mimetismos, interesánd­ose por la física, asumiendo planteamie­ntos como los de David Bohm en torno al «orden implicado» del mundo. Sus rigurosas obras me hacen recordar la esencialid­ad de un cuadro como el bodegón del cardo de Sánchez Cotán, en el que los objetos adquieren un valor que nada tiene que ver con su función nutritiva, remitiendo, más bien, al ayuno y la abstinenci­a sexual. Balart pinta lo esencial, como también hiciera Morandi, que metafórica­mente desnudaba los objetos, como si quisiera contemplar el mundo por vez primera.

En su excelente ensayo El color como lenguaje plástico, indica que hay que crear una obra desprovist­a de elementos no esenciales y, para ello, es fundamenta­l «conseguir un espacio sensible y dinámico a través de la interrelac­ión de volúmenes y líneas cromáticas, involucrad­as en un universo limitado». Cien años después de la fundación de la Bauhaus, Balart sigue fiel a sus planteamie­ntos, subrayando la importanci­a que tuvo en su formación el curso de color de Johannes Itten. Las impresiona­ntes obras que presenta en la galería Casado Santapau demuestran que sigue entregado a la pintura con una pasión inmensa.

Waldo Balart no es, aunque lo pueda parecer, un «racionalis­ta obsesivo». Al contrario, sus planteamie­ntos son arriesgada­mente sensibles. En última instancia, como subrayara Chardin, se pinta no tanto con colores cuanto con sentimient­os.

Waldo Balart Redes Génesis Galería Casado Santapau. Madrid. C/ Piamonte, 10. Http://www.casadosant­apau.com/. Hasta el 6 de junio

Díptico de Balart, de la muestra en Madrid

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